Día Bach. Festival de Música Antigua de Sevilla (FeMÁS)
- Fecha: Domingo 15 de marzo de 2015. 13:00
- Lugar: Sala Joaquín Turina, Sevilla
- Músicos:
Enrico Pieranunzi: piano
Vicente Parrilla: flautas barrocas
Para muchos aficionados al jazz, éste es nuestro terreno ideal de improvisación, desconociendo en muchos casos que antes del periodo clásico o sinfónico la música, sobre todo en el barroco, tuvo un gran componente improvisado. Ya recogimos aquí en el previo a este concierto la entrevista «soñada» que uno de nuestro protagonistas, el gran Enrico Pieranunzi hacía a su admirado Scarlatti, en la que le indicaba algunos modos de improvisación en el jazz que para el compositor barroco napolitano no parecían serle ajenos.
Ahora se entiende el doble significado del título de este programa… «Un sueño barroco» se refiere tanto al carácter de recreación sobre los originales como, en el caso del flautista Vicente Parrilla respecto a Pieranunzi y a éste respecto a Scarlatti y tratándose de un muy informado aficionado al jazz, ha debido significar esta cita para él. Parrilla es un músico, como se exige a cualquier buen improvisador, de oído inquieto y atento. Ni su intención ni la del músico italiano era redundar en clichés de estilo importados del jazz. Muy al contrario, para ello estuvieron ensayando dos días antes, se trataba de un trabajo explorativo que favorecía la invención. Cierto es que la cualidad de ambos instrumentos, de su capacidad expresiva y de volumen, ponía a Parrilla en una posición de desventaja que sólo la gran humildad y exquisitez pianistica de Pieranunzi, matizando cada nota, hizo posible un diálogo menos desigual sobre el terreno.
Debe causar cierto vértigo afrontar un concierto así con un improvisador de la talla del músico romano y desprenderse de las partituras para dejarse llevar por la imaginación. Bastaron dos temas en solitario para justificar su presencia en Sevilla. Fueron, cómo no, de dos autores que conoce a la perfección. Primero las virtosísticas «Sonatas K 9» y «K239» de Scarlatti (tratadas en unos tempi más lentos) y luego el célebre libro primero de «El clave bien temperado» de Bach (recreación exuberante y minimalista a la vez), ambas piezas que en sus manos crecen repletas de múltiples ángulos interpretativos, rebosantes de recursos y belleza, construidas sobre unos progresos armónicos estilizados y sujetos a una depuración en las formas que impidieron cualquier exceso. Otro apartado merece el sonido: sin ser un clave, su suave pulsación y control del pedal, adecuándose a la capacidad de unas flautas barrocas de muy distinta afinación y tesitura, resultó encomiable.
La aventura a que invita el programador de este festival, el violagambista Fahmi Alqhai, trata precisamente de traer al presente a la Música Antigua, ya sea por sus propios recursos expresivos al margen de planteamientos historicistas o a través del intercambio con otras músicas como era esta cita. El mejor momento de este diálogo a veces un tanto desajustado en libertad de movimientos llegó hacia el final con el «Siciliano» de Bach, que el pianista, como de la nada, llevó a Cuba.
Y es que, como el mismo Pieranunzi relató dirigiéndose al público, Bach era tan enorme que podía improvisar por siempre sobre un solo tema y a 6 voces… Los grandes músicos no entienden de fronteras de estilo ni de épocas.
Texto: © Jesús Gonzalo, 2015
Fotografía: © Javier Sierra, 2015