Etimológicamente hablando, la palabra seudónimo proviene del griego pseudonymos, formado por pseudo, que quiere decir falso y onoma, que significa nombre. Visto esto, es fácil deducir el significado de la palabra seudónimo en el idioma de Cervantes. Según la R.A.E. Podemos encontrar tres acepciones:
1. Dicho de un autor: Que oculta con un nombre falso el suyo verdadero.
2. Se dice de la obra de este autor.
3. Nombre utilizado por un artista en sus actividades, en vez del suyo propio.
Bien, yo usaré el primer y el tercer significado para nuestro cometido, que no es otro que el de desenmascarar a estos dos músicos de jazz que, han usado a lo largo de su carrera estos seudónimos. He de advertir que por motivos de limitación intelectual del que escribe, usaré varios términos como sinónimos de seudónimo (valga el juego de palabras), que en puridad no lo son, como por ejemplo: sobrenombre, apodo, mote, etc. Avisado queda, y sí, he dicho bien, desenmascarar, y es que la máscara, según Pollack y para dar un poco de lustre intelectual al asunto, es un sistema semiótico que se utiliza para disfrazar la realidad, y que esconde o modifica la identidad por otra igualmente construida. Eso precisamente es lo que hacen nuestro músicos, arrogarse una nueva identidad, en muchos casos tan elaborada como la original, que debía servir para que, de un simple vistazo, los aficionados al jazz asociaran inmediatamente seudónimo con identidad original, pero que a la vez, no acarreara legalmente ningún contratiempo para con el sello discográfico en cuestión. ¡¡Por dios bendito¡¡ ¿Quién no puede reconocer a un Gillespie o a un Parker? Por esto mismo, griegos y romanos usaban la misma palabra: prosópon, para nominar al término máscara y hombre, cuyos conceptos no discernían. Y es que, por algo la máscara es tan antigua como el ser humano. Me remito a las primeras representaciones paleolíticas, a las máscaras mortuorias de los egipcios o a las caretas usadas por los griegos en su teatro, y más recientemente, a los luchadores de lucha libre o los mismos miembros del Ku Klux Klan, sin entrar en harina con respecto a la repercusión que los superheroes de los cómics han tenido en nuestra moderna sociedad. Desde que el hombre es hombre, siempre ha querido parecer lo que no es, por distintos motivos. En el caso de los músicos de jazz, tema que nos reúne en torno a estas letras, la razón con más peso para ello fue contractual: contratos con esta o aquella compañía, clausulas restrictivas, etc. Aun así, es interesante desvelar qué llevó a tal o cual músico a elegir un nombre en concreto y no otro. Empecemos pues.
Si alguien destaca, en cantidad y calidad, en mi opinión, en el arte de la mascarada, es sin duda, Dizzy Gillespie. Como hemos dicho, sus problemas fueron contractuales, problemas de los que hizo una virtud. Guild Records, RCA, Dial Records fueron algunas de los sellos con los que tuvo “problemas”. Al bueno de Dizzy le he contabilizado al menos ocho seudónimos, que dividiremos en tres grupos. El primero compuesto por nombres que fonéticamente son parecidos a su nombre original, que no es ni más ni menos que John Birks Gillespie. En este sentido tenemos un John Berks (Slim Gaillard, Bel-Tone, 1945), un John Burk (Wilbert Baranco, Black and White,1946) e incluso un John Birks (Jazz at the Philharmonic, 1946), este último es su propio nombre al que priva del apellido Gillespie.
En este grupo inicial, debemos añadir dos sobrenombres más, Izzie Goldberg (Be Bop Boys, Savoy, 1946) e Izzy Goldberg (Joe Marsala, Black & White, 1945). Izzie (bebé) e Izzy (hipocorístico común en los países de habla inglesa para nombres propios como Israel, Isaac, Isabel…) suenan muy parecido a su apodo Dizzy (alocado, chiflado, sonado), mientras que Goldberg se asemeja a Gillespie, aunque esto último es algo forzado. Tampoco hay que descartar el motivo humorístico, ya que Goldberg es un apellido tipicamente judío y como sabemos, nuestro trompetista era afroamericano. Aunque, realmente se referiría a las famosas variaciones Goldberg que Bach compusiera allá por 1741, de las que tanto ha bebido el jazz. Todo es posible en el mundo del embozo, y seguramente la razón de tan variopinto alias fuera los tres motivos mencionados a la vez. El segundo grupo estaría compuesto por seudónimos cómicos, como fue B. Bobstein (Tony Scott, Gotham,1946), sobrenombre que no le quedaba mal a uno de los padres del bop, y Gabriel (Tempo Jazz Men, Dial, 1946), que haría referencia al modo arquetípico de representar al arcángel Gabriel, un ángel rubio y de piel prístina con largos bucles de cabello dorado que le caen sobre los hombros. Nada más lejos de la realidad.
Para acabar con Gillespie, el último y tercer conjunto está compuesto por nombres elegidos por afinidad o por gusto. En este sentido John Kildare (1945) será su primera elección. Este seudónimo es algo más difícil de captar por alguien que no sea norteamericano o que no esté versado en la cultura popular estadounidense, y quizá yo tampoco sepa explicarlo bien por este mismo motivo. El apodo está en relación con el doctor James Kildare, personaje de ficción de una serie de películas norteamericanas de la década de los 30 y principios de los 40, una serie de radio de principios de los 50, una serie de televisión de los 60, un cómic y una serie de corta duración de los 70. Como veis, es un personaje con larga tradición y difusión en el país de las oportunidades. Hablamos de historias con trasfondo médico, esas que hoy están tan de moda. A España llegó parte del serial con un doblaje latino que le daba un sabor especial. El protagonista, un médico interno, es adiestrado por otro doctor más maduro y preparado, llamado Leonard Gillespie. Ya vamos viendo relación con nuestro trompetista, ¿verdad? Este personaje secundario, el doctor Gillespie, fue creciendo en importancia y finalmente se hizo con el protagonismo total de la serie. Pero aun podemos darle una vuelta de tuerca más al asunto, y es que el mismo creador del personaje, un tal Frederick Schiller Faust, también uso un seudónimo para la ocasión, haciéndose llamar Max Brand. Como vemos, el mundo de la máscara está más extendido de los que creemos.
Frederick Schiller Faust, alias Max Brand
Para finalizar, un nombre más, Hen Gates (1945), utilizado en la sesión de grabación que lideró Charlie Parker, titulada Charlie Parker Reboppers. Aquí el trompetista deja su instrumento habitual y se pone al piano. Por este motivo, escoge este seudónimo, un sobrenombre que tenía en posesión un pianista de su Big Band llamado James “Hen Gates” Forman, a finales de los 40, mote adjudicado por sus compañeros por su forma de componer daba un sabor especial.
Proseguimos en nuestro empeño por descubrir a los músicos de jazz que juegan al escondite con nosotros. Ahora, ni más ni menos, le toca el turno al otro padre del Be-Bop, a Charlie Parker. De este “pájaro” tan sólo he encontrado un seudónimo, que seguro los aficionados al jazz conocerán, Charlie Chan, utilizado en 1953. Un sobrenombre famoso porque se utilizó en uno de los mejores directos de la historia del jazz, aunque yo discreparía. (NOTA MENTAL: Es curioso, siempre discrepo sobre esto. Discrepo, discrepo y discrepo hasta que me siento a escuchar el disco de nuevo. Cuando me pongo los cascos y comienzo a oírlo, siempre hay un punto donde digo: “esta es la mejor sesión en directo, sin duda”. Ese punto es el comienzo de “All The Things You Are”. En fin, neuropatías que tiene uno.). Volviendo a la actuación del Massey Hall, debemos decir que fue una sesión mítica. Mítica porque se han añadido anécdotas, historias y acontecimientos que no llegaron a darse, o simplemente se transmitieron de manera muy deformada a como sucedió realmente. Para saber más en torno a este fenómeno, recomiendo un artículo del gran Fernando Ortíz de Urbina, titulado Massey Hall, 60 años después. De nuevo, las obligaciones contractuales son las causantes de la adopción del mencionado sobrenombre. Chan era el nombre de su cuarta esposa, Chan Ridcharson, que se convertirá en 1950 en Chan Parker y finalmente en Chan Woods en 1955. Olvidándonos de líos maritales, porque no vienen al caso, está claro que Bird eligió el nombre de su esposa para la ocasión, pero lo usó con cierta retranca, ya que Charlie Chan era también el nombre de un detective de ficción de origen chino que amenizaba las tardes libres a los lectores de novelas ligeras. Tiempo después surgirían, al socaire de estos libritos, numerosas películas y series de animación. Charlie Chan es un detective reflexivo, incisivo, brillante, sin prejuicios raciales, que suele resolver los casos con solvencia e inteligencia. Como curiosidad, sólo decir que los actores que encarnaron al investigador, no eran chinos, sino occidentales caracterizados para el momento, verbigracia: Warner Oland, Sidney Toler, Roland Winters y Peter Ustinov. La otra grabación donde Bird aparece con su seudónimo es un álbum de estudio de Miles Davis del año 1956. El título es Collector´ Items y se compuso con grabaciones recogidas en sesiones distintas. La primera en 1953 y la segunda en 1956.
Llegamos al final de este pequeño artículo dedicado a dos de los grandes de la música jazz. No creáis que los seudónimos son raros o difíciles de encontrar. Todo lo contrario. El mundo del jazz en particular y el de la música en general, están plagados de ellos. Tan sólo hay que tener una lupa para descubrirlos.
© Juanma Castro Medina, 2013
Oye Juanma…que quieres decir cuando te refieres al’gran’ Fernando Ortiz de Urbina?…evidentemente es tu punto de vista…yo tengo el mio, bastante diferente, con razones justificadas.
Vayalo!
Kali-K3, no voy yo a descubrir aquí a Fernando Ortíz de Urbina, a su trabajo me remito. Es evidente, que cuando digo «gran» me refiero a su trayectoria profesional, ya que no tengo el gusto de conocerlo personalmente. Desconozco tus razones para pensar lo contrario y tampoco me interesan. Aun así, respeto profundamente tu punto de vista. Un saludo y gracias por comentar.
Ya Juanma, gracias por aclarar (trayectoria profesional)…Como decimos en America: El cariño es el mismo!!! LOL!