Se ha ido otro grande del jazz.
La primera vez que vi a Cifu fue en el Whisky Jazz, en Madrid, de la mano de Michel. Fue en el 87, ya lo había visto en Jazz entre amigos, y escuchado en la radio. Pero allí en aquel garito entrañable lleno de humo, música y locos por el jazz fue donde conocí a Cifu. Embobada de timidez miraba y escuchaba a aquel personaje tan entrañable con el que muchos años después tuve la gran suerte de compartir algún concierto y alguna que otra cena. Y sobre todo poder disfrutar de su compañía presentando algún concierto de los que he tenido la suerte y el placer de organizar. Placer porque el Jazz es Pasión. Y Escuchar a Cifu era otro placer, y un aprendizaje siempre. Un remolino de sabiduría jazzística. Y de humanidad y de honestidad y de dignidad. Y de diversión también, porque siempre te sacaba una sonrisa. Me animó en mis momentos bajos y me alentó a no tirar nunca la toalla. Él era así. Sin hacerse notar te contaba una conversación entrañable con Johnny Griffin, y de ahí se iba a Nueva Orleans, a Chicago, o a la costa Oeste.
Cifu hacía vibrar el corazón llenando de inmortalidad esos temas que tanto le entusiasmaban.
Quizás, Cifu esté en una nube muy alta de norte a sur disfrutando de una bonita Jam session que le han organizado y escuchando notas de Jazz mientras viaja al infinito de la mano de Miles.
©Pilar Chozas, 2015
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