Cuando surge el nombre de Jimmy Cobb enseguida se deja sentir el eco amplificado de Kind of Blue, como si tan descomunal obra hubiera sido el único mérito contraído por el baterista norteamericano. Él participó en su grabación, y a gala ha de tenerlo tanto él como el buen aficionado, pero no por ello su dilatadísima trayectoria merece quedar desdibujada frente al imperio ejercido por tamaña obra y la alargadísima sombra de sus compañeros de aventura. Cobb suma ya ochenta y cinco años y muchas horas de escenario. Antes y después de Kind of Blue ha sido reclamado por la excelencia de la profesión jazzística y su solvencia resulta indiscutible. Desde luego no ha sido un revolucionario de la batería ni el mejor músico que han visto los tiempos pero sí un devoto de su oficio y un músico propicio para el proceso creativo, sobre todo en la interacción con otros músicos y en el establecimiento de toda clase de complicidades. También ha evidenciado un ojo excelente para la detección de talentos. Desde luego, se merece sin discusión alguna ese calificativo con el que es reconocido: leyenda.
Uno de sus proyectos, Jimmy Cobb’s Mob, ha servido siempre de amparo a algunos de esos músicos que ya acaparan interés y protagonismo en el jazz actual. Brad Mehldau, John Webber y Peter Bernstein encontraron hace dos décadas en Cobb un vehículo idóneo para abrirse en el cosmos musical. Él los tuteló sin ninguna clase de cautela y ahora, ya instruidos en la experiencia y el prestigio, no olvidan al maestro y le rinden la reverencia que se merece. Así lo demuestran participando en el nuevo disco de Jimmy Cobb, una grabación auspiciada por el sello Smoke Sessions Records e incorporada a la serie Smoke Sessions, que acoge ya en su seno a nombres como Louis Hayes o Harold Mabern, entre otros. La de Cobb se hizo también en el Smoke Jazz Club de Nueva York, aunque sin la presencia de público (rememorando, como reconoce Cobb, las viejas grabaciones en casa de Rudy Van Gelder). De esta manera, el registro disfruta de un acabado esencialmente orgánico y su entronización se manifiesta de manera plena gracias a las respectivas y solidarias contribuciones de los músicos protagonistas, de las que queda ausente el ejercicio del ego. Y precisamente ahí, en la interactuación de la que se jacta cada instante del disco, reside la mayor virtud de una propuesta alimentada por diez temas, dos de ellos («Composition 101», «Remembering U») con firma de Cobb y tres más sometidos a la autoría de los demás componentes del elenco («Unrequited», de Brad Mehldau; «Minor Blues», de Peter Bernstein; y «Lickety Split», de John Webber). Los cinco restantes son standards recreados con evidente suficiencia y aportaciones riquísimas en matices, como todo el disco.
The Original Mob está brillantemente ejecutado, a la altura de sus protagonistas. Atrapa a la audiencia y la inunda de una suerte amplia de contentos. Cada uno de los músicos es, ahora mismo, un auténtico líder, una referencia del jazz contemporáneo. Sin embargo, no hay personalismos que oscurezcan el conjunto y sí aportaciones continuas que lo enriquecen. No cabe duda de que The Original Mob supone una aproximación al jazz de siempre, a su identidad, a su esencia, a través de la brillantez de sus ejecutantes, al talante creativo en que se empecinan y que da lustre a un disco en el que no podía faltar, en forma de solos, el subrayado de quien le pone nombre, de un Jimmy Cobb muy cómodo en compañía de músicos que insisten en poner acento a sus muchas cualidades.
No tiene desperdicio el disco desde una concepción global. Pero desmenuzado resulta mucho más apetitoso. Los músicos estrechan numerosos lazos a lo largo de toda la propuesta bien en conjunto (sirva «Lickety Split» como ejemplo aunque haya muchos más) bien de manera íntima (como la conversación entre piano y guitarra de «Composition 101» a la que luego se une Cobb o la exquisitez de «Unrequited» en forma de bossa que permite a piano, batería y bajo fundir sonidos) y siempre con el propósito de la satisfacción.
© L. Castellanos, 2014
Jimmy Cobb: The Original Mob
Músicos: Jimmy Cobb (batería), Peter Bernstein (guitarra) (excepto en el tema ‘Unrequited’), Brad Mehldau (piano), John Webber (bajo)
Temas: «Old Devil Moon»,»Amsterdam After Dark», «Sunday in New York», «Stranger in Paradise», «Unrequited», «Composition 101», «Remembering U», «Nobody Else but Me», ‘Minor Blues», Lickety Split»