Por Juan F. Trillo.
A la hora de reseñar la vida del saxofonista Jimmy Heath, fallecido el pasado mes de enero, no puedo evitar que me invada una mezcla de admiración y envidia. Admiración por los logros creativos acumulados a lo largo de sus casi cien años de vida y envidia por su capacidad para permanecer activo hasta sus últimos días. Heath se ha ido como a muchos de nosotros nos gustaría: haciendo aquello que amaba, en su caso, música de la mejor calidad, de la cual este álbum es un excelente ejemplo.
Heath nació en 1926, una década por cierto en la que vinieron al mundo algunas de las más estrellas más brillantes del firmamento jazzístico (Parker, Coltrane, Davis, Baker…) y lo hizo en una familia en la que la música era omnipresente. Heath: “Mi padre se ganaba la vida como mecánico, pero tocaba el clarinete por diversión. Lo sacó de una tienda de empeños y salía con una marching band por las calles de Filadelfia los fines de semana. Mi madre, por su parte, cantaba en el coro de la iglesia. Además, en casa siempre estábamos escuchando discos de las grandes bandas de jazz de la época”. En un ambiente así, no es de extrañar que los hijos terminasen siendo músicos; tanto su hermano Percy (bajo), como Albert (percusión) sintieron igual que él mismo la llamada de la música y a ella dedicarían sus vidas.
Tampoco sorprenderá a nadie saber que Jimmy tuvo sus más y sus menos con la droga, porque en esa época ¿qué músico de jazz no los tenía? Que les pregunten si no, a los que mencionamos más arriba, por ejemplo. Solo que, a diferencia de ellos, Jimmy Heath fue capaz de salir al otro lado del río de heroína que arrastró a la mitad de los mejores músicos de su generación. Tras pasar cuatro años y medio en prisión, regresó en 1959, limpio y rehabilitado. Al día siguiente de pisar la calle, en la fiesta de bienvenida que le dieron sus amigos, conoció a la que sería su esposa durante el resto de su vida, Mona Brown, y retomó una carrera musical que ya no se interrumpiría.
Durante los años siguientes, Heath tocó en las formaciones de músicos como Kenny Dorham, Gil Evans, Milt Jackson o Art Farmer y durante un breve espacio de tiempo reemplazó a Coltrane en la banda de Miles Davis, pero tuvo que dejarlo cuando su agente de la condicional le advirtió que no podía alejarse más de 50 kilómetros de Filadelfia.
En los setenta formó su propio grupo, los Heath Brothers, junto con sus hermanos y el pianista Stanley Cowell, y siguió participando en grabaciones ajenas, además de sacando discos propios hasta acumular, al final de sus días, un total de más de 100 álbumes y 125 composiciones propias.
En los ochenta, se incorporó al equipo de profesores de música jazz de la Escuela Aaron Copland, de la Universidad de Nueva York y en 2003 recibió el premio National Endowment for the Arts Jazz Masters a la labor de toda una vida, que todavía no había terminado ni mucho menos, pues le quedaban por delante una decena de álbumes, el último de los cuales es este Love Letter.
Puede que, en un primer momento, sorprenda un poco un álbum de baladas de un músico que, en opinión de Dizzy Gillespie, personificó el bebop, pero lo cierto es que Heath siempre se ha sentido cómodo con los temas melódicos. En esta ocasión, la idea surgió de su fotógrafa artística, Carol Friedman y Heath, a los 92 años, aceptó el “desafío”. El álbum está compuesto por cuatro temas clásicos (“Left Alone”, “Don’t Explain”, “La Mesha” y “Con Alma”), otros tres propios (“Fashion of Passion”, “Inside Your Heart” y “Ballad from Upper Neighbor’s Suite”) y un tema pop, “Don’t Misunderstand”, perteneciente a la banda sonora de Shaft vuelve a Harlem (1972), cantado por Gregory Porter.
Se trata de una grabación que los músicos se tomaron como una especie de homenaje a Heath. En palabras del guitarrista Russell Malone: “Estábamos allí porque queríamos tocar para él, hacer algo hermoso y él se aseguró de que cada nota estuviese en su lugar”. Grabado en los días anteriores y posteriores a la celebración de su 93 cumpleaños, esta Carta de amor es el mejor testamento musical de quien hay que clasificar con todo merecimiento como uno de los grandes del jazz, aunque no siempre se situase en primera fila sobre los escenarios.
Texto: © Juan F. Trillo, 2020 / https://siunleonhablase.wordpress.com/ – https://www.facebook.com/jan.tilkut
Jimmy Heath: Love Letter
Jimmy Heath, saxo tenor. Kenny Barron, piano. Russell Malone, guitarra. Monte Croft, vibráfono. David Wong, bajo. Lewis Nash, batería. Wynton Marsalis, trompeta. Gregory Porter, Cecile McLorin Salvant, voces.
Sello discográfico: Verve Redords
Fecha de grabación: octubre, 2019. Publicado en 2020.
2 comentarios