- Fecha: Domingo, 27 de setiembre de 2020
- Lugar: L’Auditori de l’Ateneu (Banyoles -Girona-)
- Grupo:
Marco Mezquida Quartet -Beethoven Collage-
Marco Mezquida, piano
Pablo Selnik, flauta
Masa Kamaguchi, contrabajo
David Xirgu, batería
El domingo 27 de setiembre, en l’Auditori de l’Ateneu de Banyoles, con el aforo reducido a la mitad, pero con todas las entradas disponibles vendidas desde hacía días, se presentó el “Collage Beethoven” del pianista menorquín Marco Mezquida al frente de su nuevo y flamante cuarteto.
Un proyecto, en palabras de Mezquida, donde el motivo básico era poder jugar con tres de los músicos que más admira en la actualidad, David Xirgu, Masa Kamaguchi y Pablo Selnik. El 250 aniversario del nacimiento del gran maestro alemán resultó la excusa perfecta. La propuesta requirió de un complejo y notable proceso de escritura.
La actuación se dividió en dos partes, de unos cuarenta y cinco minutos cada una, la segunda incluyendo el bis de rigor, aunque en esta ocasión fue algo más.
Mezquida es un músico muy activo, por no decir hiperactivo, que le va a la perfección el jugar (por utilizar su misma expresión y que es mucho más precisa que la de tocar) con músicos de gran nivel, con los cuales se establece una retroalimentación -cuando los egos o los posibles egos se dejan fuera del escenario-.
Actualmente comparte varios grupos con este precepto, Trio Pieris con Jesper Bodilsen y Martin Andersen, M.A.P con Ernesto Aurignac y Ramon Prats, Ravel’s Dreams/Talismán con Martín Meléndez y Aleix Tobías, otro con el guitarrista flamenco Juan Gómez Chicuelo y Paco de Mode a la percusión, Tornado trío con Masa Kamaguchi y Ramon Prats (trío que hace honor a su nombre, pero desgraciadamente resulta muy raro de escuchar en directo, llevan una media de un concierto anual) o el dueto con el flautista Pablo Selnik. Toda una nómina de jóvenes y no tan jóvenes leones. Sin entrar en otra interesante nómina donde participa defendiendo los proyectos de otros ilustres.
Su aproximación a los clásicos tampoco es nueva ni reciente, recordamos su Ravel Dream’s o los trabajos con el compositor i baterista Joan Vidal.
Centrándonos en la tarde-noche de autos. La primera parte fue una especie de suite, compacta y seguida, de unos tres cuartos de hora sin interrupciones, de trayectoria variada, sinuosa y ondulante, navegando entres diferentes composiciones del maestro de Bon, Sonata apasionada, El segundo movimiento de la novena sinfonía, El concierto para piano “Emperador”, Obertura de Coriolan o La sinfonía número siete.
Interpretadas o enlazadas de forma elegante y magistral, sin cortes ni zurcidos, con estilos más populares o contemporáneos, como el bolero, el funk, el jazz, algo de free (no mucho), o un chorinho. Aderezado con substanciosas improvisaciones, con el ensamblaje y destilado característico de Mezquida, cambios, contrastes, colores, intensidades y dinámicas bien fluidas. De alguna manera, a uno, le hacía recordar la paleta armónica, colorista y llena de vida de Auguste Renoir.
Con el sonido potente, amplio y redondo del contrabajo de Kamaguchi y sus solos camicaces, la sutilidad constante de Xirgu, con las baquetas, mazas, escobillas o directamente con las manos y el sonido de la flauta de Selnik, limpio, seguro, dulce o áspero según la ocasión. Un cuarteto que funcionaba como un todo compacto, como un solo cuerpo.
“En el conservatorio de Mahón me llamaban la atención cada vez que hacía algo parecido y ahora tengo la suerte que me paguen por ello”, comentó Mezquida.
La segunda parte comenzó con La sonata para piano número 30, más adelante ofrecerían su particular versión del Himno de la alegría, con un final donde, entre silencios, iban despareciendo las notas, para finalizar con el primer movimiento de la quinta sinfonía con una lectura de aires y aromas muy gismontinianos.
En el bis dieron una nueva vuelta, o revuelta, al proyecto, con un tratamiento más contemporáneo y, quizás, más transgresor, con un remarcable solo de Pablo Selnik.
Mezquida tiene un considerable grupo de seguidores, a los cuales no suele defraudar. La comunión entre el juego musical de los cuatro músicos con el público fue total, a tenor del silencio, los movimientos corporales y los aplausos.
La noche terminó, ya fuera del auditorio, en un improvisado y fraternal “top manta”. Con el CD “Talismán”, recién salido de fábrica, como la pieza más destacable. Hasta la fecha todavía no hay compacto del excelente “Collage Beethoven”.
Texto e imágenes: © Joan Cortès, 2020
PD: Por motivos de seguridad las fotografías sólo se pudieron realizar durante la prueba de sonido.
PD2: La galería fotográfica AKA INSTANTZZ se puede disfrutar en https://tomajazz.com/web/?p=52569https://tomajazz.com/web/?p=52569