Por Juan F. Trillo.
De todos los epítetos con los que la prensa ha querido honrar la memoria del difunto Alfred McCoy Tyner me quedo con el de “emblemático”, porque su figura pertenece ya al panteón de músicos que representan lo mejor del jazz de la segunda mitad del siglo XX.
Su nombre quedará vinculado para siempre al del saxofonista John Coltrane, quien en 1960 lo reclamó para su Classic Quartet y juntos permanecieron durante media década, a pesar de que durante ese tiempo grabase también en solitario y como líder de otras formaciones. Reaching Fourth (1963), Today and Tomorrow (1964) y McCoy Tyner Plays Ellington (1965), – todos ellos grabados con Impulse! – son buenos ejemplos de que el pianista de Filadelfia no dejó de buscar su propio camino en todo momento. En cualquier caso, el piano de McCoy se compenetraba a la perfección con el saxo de Coltrane y si finalmente se separaron fue porque hacia 1965 la música de este último se dirigía hacia un jazz de vanguardia, demasiado atonal para el gusto de McCoy y, también, porque con la llegada de un segundo batería (Rashied Ali) al grupo, la percusión comenzaba a ahogar el sonido de su piano. Más tarde diría: “No me veía a mí mismo contribuyendo con nada a ese tipo de música… Lo único que podía oír era un montón de ruido. No sentía nada hacia esa música y cuando no siento, no toco”.
A partir de ese momento, McCoy entraba de lleno en la época post-bop y, tras pasar una breve temporada con los Mensajeros del Jazz de Art Blakey, empezó a moverse por su cuenta. En 1967, grabó The Real McCoy con Blue Note, un disco que, con el paso del tiempo, se ha convertido en un clásico. El final de los sesenta fue una época de cambios y, como muchos otros, McCoy volvió su mirada hacia África y Oriente Próximo e incorporó a su música influencias, digamos exóticas, (Sahara; 1972, Milestone Records), añadiendo incluso instrumentos poco usuales, como clavecines o armonios (Trident; 1975, Milestone Records).
Con el cambio de siglo, grabó con Stanley Clarke al bajo y Al Foster a la batería un disco que se convirtió en un éxito de ventas (McCoy Tyner with Stanley Clarke and Al Foster; 2000, Telarc) que incorporaba influencias latinas, blues y funk. En 2002 la organización National Endowment for the Arts le otorgó el reconocimiento Jazz Master y a lo largo de su carrera obtuvo en cinco ocasiones un premio Grammy.
McCoy Tyner siempre creyó que había que tratar con respeto a los músicos que tocaban bajo su dirección, para lograr, a su vez, el respeto de ellos. Contemplada su obra en conjunto, puede decirse que como resultado de la calidad de su música logró no solo el respeto de toda la comunidad jazzística internacional, sino también su reconocimiento. Desde Tomajazz, vaya un saludo para este gran pianista, cuya música no morirá nunca.
Texto: © Juan F. Trillo, 2020 / https://siunleonhablase.wordpress.com/ – https://www.facebook.com/jan.tilkut
Fotografía: Tyner con su cuarteto en Jazz Alley, Seattle, Washington, 2012. Instantánea por Joe Mabel. Empleado con licencia Creative Commons Attribution-Share Alike 3.0 Unported
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