En 1649 la reina Cristina invitó a Descartes a pasar una larga temporada en Suecia: la reina había insistido mucho en que deseaba recibir instrucción filosófica del maestro. Descartes vio en ello una oportunidad para abandonar momentáneamente un ambiente en el que las discusiones filosóficas con los protestantes holandeses empezaban a tomar un cariz violento. La leyenda cuenta que la reina tenía querencia por los ambientes fríos, y solía recibir en audiencia a sus mandatarios en salones en los que todas las ventanas estaban abiertas, audiencias que el gélido ambiente hacía muy cortas. Descartes se vio obligado a impartir sus clases en esas condiciones, agravadas por un horario que, para sus arraigadas costumbres, era absolutamente nefasto: un carruaje lo recogía a las cuatro y media de la madrugada y le llevaba hasta palacio para impartir sus clases a la reina media hora más tarde. A los cinco meses, una pulmonía le llevó a la tumba; era el 11 de febrero de 1650.
© Enrique Gracián. Un descubrimiento sin fin. El infinito matemático. RBA Editores, 2010
Caray, que injusto, hay que hablar a tiempo, so riesgo de perder la cabeza, un abrazo,
Como siempre, Pachi, tus off-topics, magníficos. Y encima Antonio Damasio se carga todo su pensamiento hace unos años. Pobre Descartes.
Un abrazo.
Gonzalo
Carmen y Gonzalo, mil gracias por vuestros comentarios. Me alegro que esta «serie» tenga su interés. Todo un ánimo para seguir con ella.
Un abrazo a los dos.
En realidad últimamente se baraja otra hipótesis sobre su muerte…
http://www.abc.es/20100201/cultura-literatura/descartes-asesinado-201002011408.html#
Gracias por la información Harper. Si al final se llega a alguna conclusión (me gusta mucho que tú digas que es una hipótesis y que el periódico realice una afirmación categórica en el titular, toma lección de periodismo) avísame para estar al tanto. Gracias por el comentario y por pasarte.
A tomar preocupaciones en este oficio peligroso!
Efectivamente, SHS. Un abrazo.