Parece que no hay nada más oportuno que los aniversarios de todo tipo para que nos acordemos de alguien. Cuando estos pasan se dejan de exaltar las bondades o las maldades, aunque de estas se suele hablar poco por un respeto mal entendido. Nunca lo entenderé. Si hay que hablar mal de alguien se hace y punto. Pero sobre todo se resalta la obra, la huella dejada. Sea en la música, la literatura, en el cine u otras facetas de la vida.
La huella de Charlie Parker es una impregnación en el tiempo que nos paraliza y nos hace sentirnos vivos. Es como el relámpago que precede al trueno. Nos recuerda que todo está en la naturaleza.
A Charlie Parker hay que recordarlo siempre, al igual que a cientos de pioneros que fueron creando pieza a pieza, escalón a escalón, la arquitectura sonora del jazz. De dónde salían la fuerza, la inspiración y la aceleración, cualidades que llevaron a Charlie Parker a ser el origen de un nuevo estilo, junto a Dizzy Gillespie. Un universo creativo que ponía los pelos de punta, que salió de Kansas City para influir en generaciones de músicos que a partir de entonces tuvieron a Parker como su faro.
El escritor Julio Cortázar se inspiró en la figura de Charlie Parker para su cuento “El Perseguidor”, que se encuentra en el libro Las armas secretas. Johnny Carter un virtuoso del jazz cuya vida transcurre persiguiendo sombras, en medio de la lucidez y la autodestrucción. Un retrato de los últimos años del saxofonista. Escrito en 1959, el mismo año que se grabó Kind of Blue. Casi nada.
Texto: © Carlos Lara, 2020
Ilustra el texto la portada del cómic El perseguidor de Julio Cortázar con ilustraciones de José Muñoz.