365 Jazz Bilbao
- Fecha: 30 de abril de 2013
- Lugar: Teatro Campos, Bilbao
- Componentes:
Ravi Coltrane: saxo tenor
Ralph Alessi: trompeta, corneta
David Virelles: piano
Drew Gress: contrabajo
Eric McPherson: batería
Comentario:
Ravi Coltrane lleva ya unos años de carrera, ganándose paso a paso su reputación con la honorable y sana costumbre de no apoyarse en su apellido. Su sonido y estilo, que nunca tuvieron gran deuda con su padre, han madurado y sublimado influencias tan nutritivas como la de Joe Henderson, Wayne Shorter o Steve Coleman, uno de sus mentores del que aún conserva trazas en su fraseo.
Además, Coltrane ha jugado la mejor baza en esto del jazz: rodearse de gente buena, y mantenerla a su lado a lo largo de los años. La química que tiene el saxofonista con los portentosos Ralph Alessi y Drew Gress no es sino el producto de años tocando hombro con hombro. Y, en directo, esa química aumenta. Las composiciones del líder suenan confiadas; armónicamente complejas pero tan bien ensambladas que uno diría que nadie podría tocarlas con el mismo aplomo que esta sagrada tríada de Coltrane, Alessi y Gress. Si a eso le añadimos la elástica batería de Eric McPherson, un tipo lleno de talento e intuición, tenemos un grupo que suena superlativo incluso en piezas que superan el cuarto de hora (la mayoría de las que sonaron en Bilbao), sin flaquear en ningún momento el aspecto solista ni el acompañamiento.
No me olvido de David Virelles, uno de los más sonados newcomers del momento, que está llamado a convertirse en uno de los grandes del piano que está por venir. A punto de cumplir los 30 ya tiene una trayectoria envidiable, y su asombrosa técnica indica que ésta sólo acaba de empezar. En el concierto de Coltrane, sin embargo, dejó más constancia de su potencial que de una verdadera entidad. Acompañó inteligentemente y supo quitarse de en medio en no pocas ocasiones, dejando al solista columpiarse con la magia de Gress y McPherson, mientras que como solista dio cuenta de su técnica, aunque recurrió demasiado al arpegio y le faltó cierta coherencia en los solos. Eso sí, el mencionado potencial no es un espejismo. Este tipo va a a ser grande.
Con todos los conciertos que –a pesar de la eterna crisis del jazz– podemos ver al cabo del año en nuestro país, no deja de ser una sorpresa que el de Ravi Coltrane fuese tan redondo. Las composiciones, la interacción, las largas y sustanciosas improvisaciones de Alessi y el líder… Todo rozó una perfección que no se ve todos los días. Y nos recuerda de nuevo que Ravi Coltrane es mucho más que el hijo.
Texto y fotografía: © Yahvé M. de la Cavada, 2013
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