- Fecha: 7 de febrero de 2013
- Lugar: Santander
- Componentes:
Romano – Sclavis – Texier
Aldo Romano: batería
Louis Sclavis: saxo soprano, clarinete y clarinete bajo
Henri Texier: contrabajo - Comentario:
Para algunos, hacerlo bien no es una opción. No es cuestión de pertenecer a una estirpe de «elegidos», sino a la confluencia de varios factores que resultan, casi sin excepción, en lo que podríamos denominar excelencia. No es fácil imaginar una noche en la que Coltrane tocara rematadamente mal, como no es fácil encontrarse ante una actuación floja de Keith Jarrett, Joachim Kühn, Donny McCaslin o Jason Moran, por ejemplo. Al trío de Aldo Romano, Louis Sclavis y Henri Texier le ocurre algo similar, con la particularidad de que esa excelencia es aplicable tanto al grupo como a sus miembros por separado. Con todo lo largas y variadas que son las carreras de los tres músicos, no parece probable localizar en ellas patinazos o episodios de mediocridad transitoria.Debido a esa excelencia, cualquier aficionado prevenido sabe lo que se avecina ante un concierto de este cuarteto atípico. Cuarteto menos uno, en este caso, o trío mutilado; la concepción original del grupo hace que se resienta ligeramente ante la ausencia de su «cuarto hombre», el fotógrafo Guy LeQuerreq. La proyección de las majestuosas fotografías de LeQuerreq durante un concierto del grupo convierte el recital en una experiencia sensorial completa y extraordinaria. Afortunadamente, la enorme solidez del trío provoca que, una vez empieza la música, todo lo demás pase a un segundo plano.Su cancionero se presta: es variado y magnético, una perfecta estampa del caleidoscopio de personalidades que es el trío. Como unidad, tocan con convicción y con un altísimo grado de empatía y compromiso. Al mismo tiempo, cada uno de ellos tiene una personalidad muy marcada a la que no renuncian. Así se diseñó el proyecto y así lo transmiten en directo. Romano-Sclavis-Texier, en riguroso orden alfabético, son un alarde de triple personalidad unitaria.Para ser justos, en su actuación de Santander hubo algunos «peros». El primero es que Romano estaba bastante desmejorado; se movía con dificultad y le costó entra en calor. Una vez despegó no hubo flaqueza, pero su aspecto y movilidad resultaron preocupantes. Por otro lado, aunque Sclavis tuvo momentos muy brillantes, también le costó entrar en canción (en el precioso «Bereber», firmado por Texier, parecía no encarrilar el tempo durante las exposiciones del tema) y se echó en falta que le dedicase algo más de tiempo al clarinete.
Texier, por su parte, estuvo perfecto. Con su característico sonido (a veces pasado por un chorus y un octavador) ejerciendo de pasta niveladora, no hubo un solo momento en el concierto en el que no resultase infalible, y su pieza «Surreal Politik» –una especie de homenaje al «Fables Of Faubus» de Mingus– fue uno de los momentos álgidos de la noche.
Como todos los sectores de la cultura en nuestro país, el Aula de Música de la Universidad de Cantabria ha sufrido grandes recortes en su presupuesto. No sabemos si éste dará para programar más conciertos este año, pero está claro que bajar la calidad de su programación no es una opción para ellos. Dicen que si sólo puedes disparar una vez, es mejor que te asegures de dar en el blanco. Pero ya lo he dicho antes: para algunos, hacerlo bien no es una opción, sino un estado natural.
Yahvé M. de la Cavada, 2013
Esta humilde reseña está dedicada a la memoria de Raúl Mao, editor y buen amigo, que nos dejó 24 horas después del concierto aquí reseñado y que, casualmente, publicó mi primer texto sobre este magnífico grupo. Descanse en paz.