Como una máquina bien engrasada. Así funciona Pixar. Desde que en 1995 ese milagro que responde al nombre de Toy Story deslumbrase en la gran pantalla, el estudio de animación fundado por Edwin Catmull, repite una y otra vez la fórmula del éxito. Y sí, es verdad que algunas de sus películas no son sobresalientes, pero con Soul, su último lanzamiento, han vuelto a dar con la tecla.
Han construido una película que, partiendo desde una premisa muy sencilla (la de un profesor de instituto – Joe Garner – que quiere triunfar en el mundo del jazz), acaba por contar muchas otras cosas (el sentido de la vida, si existe el alma, o aún más, si el alma tiene alma). Y lo que más nos interesa: han conseguido que el jazz entre en el mundo de la animación a lo grande, directo a los Oscar.
No quiero contar mucho más del film de Pixar. En parte porque hace ya semanas que las críticas y los memes corren por la Red. En parte porque como decía Francisco Umbral, “He venido a hablar de mi libro” y como todos sabéis, mi libro es el jazz.
Para ilustrar ese microcosmos musical, los responsables de Pixar han sabido asesorarse de músicos de peso. Herbie Hancock y Terri Line Carrignton, han trabajado junto a Peter Docter, a la hora de construir escenarios y atmósferas. Y desde luego, la preciosa recreación del Village Vanguard y las referencias al Half Note y decenas de figuras del jazz clásico, hacen las delicias del aficionado.
Pero sin lugar a duda, es el trabajo de Jon Batiste el que más destaca en la película. En su papel como director musical, se ha encargado, en primer lugar, de componer muchos de los temas que forman parte de la banda sonora, contando para ello con la ayuda de la saxofonista Tia Fuller, la contrabajista Linda Oh, el baterista Marcus Gilmore o el gran Roy Haynes.
Además, literalmente se ha dejado la piel en el proyecto. Cuando la cámara pone el foco sobre las manos de un Joe Garner interpretando el “Things ain`t what usted to be” de Duke Ellington o “Drums unlimited” de Max Roach, son en realidad las manos (digitalizadas) de Jon Batiste las que tocan, exactamente, las mismas notas que se deben tocar para hacer magia. Casi nada.
Fotografía de Jon Batiste en junio de 2020.
Fotografía por Rhododendrites.
Imagen usada con licencia Creative Commons Attribution-Share Alike 4.0 International
Jon Batiste: destinado a triunfar
La de Jon Batiste es una de las historias de éxito más fulgurante de los últimos años. “Pianista de moda”, mimado por los medios y con un talento descomunal, muy mal lo tiene que hacer para no conseguir casi todo lo que se proponga.
Penúltimo de una familia de artistas, fue Alvin Batiste, tío abuelo de Jon y uno de los músicos más importantes del primer Nueva Orleans, quien le introdujo en el mundo del jazz, poniendo una trompeta en sus manos cuando apenas contaba con once años. No fue el único. Además de Alvin, Lionel Batiste destacó al frente de la Olimpya Brass Band y Harold Batiste se hizo todo un nombre como compositor y arreglista.
Con el peso de la tradición de Nueva Orleans a sus espaldas, al terminar la escuela secundaria el joven Jon ingresó en Juillard, donde tras entablar amistad con Philip Kuehn y Joe Saylor, quienes se convertirían en fijos en su banda, no tarda en producir sus primeros discos: Social Music y The late show.
Sin embargo, su gran trabajo y con el que realmente se da a conocer, llega con Stay Human, banda con la que siguiendo el espíritu de músicos como Lionel Hampton o Billie Taylor, propone llevar el jazz a la calle, a nuevos espacios, de modo que sirva como un instrumento de cohesión y articulación social. Adiós al jazz “de escaparate” parece decir, y “hola” a un jazz de carácter social.
Porque Jon Batiste es un músico sí, pero sobre todo es un divulgador, un espíritu libre del jazz, que le ha llevado a organizar shows educativos en el Carnegie Hall de Nueva York; a co-dirigir el “National Jazz Museum” de Harlem o a ser fijo en el The late show with Stephen Colbert, donde ha tocado (y grabado) con artistas como Stevie Wonder, Prince, William Nelson, Lenny Kravitz o Marvin Staples.
Al gran público ha llegado además a través de series como “Treme” (HBO), películas (“Red Hook Summer”, “Thrive”, documentales junto a Spike Lee)… pero también como activista social, poniéndose al frente de muchas de las manifestaciones con las que el movimiento Black Lives Matter hacían frente al racismo rampante de la América de Trump.
Como uno de los jóvenes talentos de Verve Records, Jon Batiste debuta en 2018 en solitario con Hollywood Africans y repite en 2020 con Meditations. En su nuevo disco, We are (marzo 2021), reflexiona sobre el empoderamiento cada vez más necesario para el pueblo afroamericano y como explica el joven músico, es una llamada a avanzar y librar nuevas batallas.
El carácter social de su música, su trabajo contestatario, se contrapone sin embargo con la ligereza del rag, del jazz clásico de su tierra natal, del bailar hasta quedarse sin aliento y de un “buen rollo universal” con el que consigue levantarnos el ánimo casi de inmediato. Yo si fuera vosotros, no me lo perdería.
Texto: © Rudy de Juana, 2021. http://www.caravanjazz.es/
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