¡Sonríe! Por Mariche Huertas de la Cámara
En el arcén de un camino cualquiera, juguetea pensativa con lo único que le queda: un pequeño hatillo de tela y un sombrero de flores que nunca marchitarán y al que no está dispuesta a renunciar, a pesar de su pobreza; ella, es una dama (1). Él calza sus zapatosContinúa leyendo