The Jesus and Mary Chain: Psychocandy (Blanco y Negro Records; 1985) Por Pachi Tapiz [Clásicos atemporales]

Publicado en 1985, Psychocandy de The Jesus and Mary Chain supuso un choque generacional: un pop melódico incrustado en un muro de feedback y distorsión que redefinió la relación entre belleza y abrasión sonora. Lo que parecía una contradicción —canciones simples envueltas en ruido extremo— se transformó en una propuesta coherente y poderosa: la melodía sobrevivía y ganaba nueva intensidad gracias precisamente a la violencia sonora.

La estética del disco bebe de fuentes diversas: la tradición del garage y el punk en su actitud y velocidad, el sentido pop de los años sesenta en las melodías, y una idea moderna del sonido como textura. Esa textura —feedback, reverb, capas de guitarra saturada— funciona como paisaje emocional: crea una atmósfera en la que las canciones parecen encontrarse a duras penas, como náufragos que bordearan una costa de ruido.

Psychocandy no es un ejercicio de virtuosismo instrumental ni una muestra de sofisticación técnica; es, más bien, un documento de intención. Grabado con urgencia, suena como si las guitarras se hubieran decidido a dominar la escena mientras que la batería y el bajo se mantienen firmes y con una precisión casi mecánica. En ese contraste radica su fuerza: la pulsión pop se impone pese a la capa de caos que la recubre.

Melodía y distorsión

La dicotomía entre melodía y distorsión es el eje del álbum. Canciones como «Just Like Honey» muestran la capacidad del dúo Reid para crear estribillos emotivos que, a pesar del contexto sónico hostil, se fijan en la memoria. Por otro lado, piezas como «Never Understand» o «You Trip Me Up» explotan la energía ruidosa como impulsor rítmico: el feedback no es solo ruido, es empuje rítmico y color.

Producción y estética DIY

Grabado en Southern Studios con una aproximación directa y sin artificios, el disco refleja una estética DIY: se buscó capturar intensidad y espontaneidad más que pulcritud sonora. Esa decisión estética fue crucial para la influencia posterior del álbum: mostró que lo lo-fi podía convivir con la canción pop y que el borde áspero podía ser valor artístico, no un obstáculo.

Impacto y descendencia

La influencia de Psychocandy es amplia y duradera. Del noise pop y el shoegaze a diversas ramas del indie rock y del post-punk contemporáneo, muchas generaciones tomaron de este álbum la lección de que la melodía y la distorsión no son antagónicas, sino complementarias. Bandas como My Bloody Valentine, Ride o Slowdive, y más tarde numerosos grupos alternativos, heredaron ese deseo de combinar murallas sonoras con estribillos pegadizos.

Una estética y una actitud

Más allá de su influencia sonora, Psychocandy dejó una impronta estética: la nulidad del virtuosismo, la reivindicación de la intensidad cruda y la imagen de una juventud desencantada que aún busca la canción perfecta como forma de catarsis. En definitiva, un disco esencial para entender la evolución del rock alternativo en las siguientes décadas.

Texto: © Pachi “ydnacohcysp” Tapiz, 2025