En julio de 1950, el saxofonista barítono Leo Parker, acompañado de una rítmica de ensueño (Al Haig, Oscar Pettiford, Max Roach), grabó cinco temas para Prestige.
En “Mona Lisa”, Parker demuestra que el jazz no es sólo improvisación. A lo largo de sus dos chorus, separados por un interludio de piano de ocho compases, se mantiene fiel a la melodía original, deleitándose con su timbre poderoso y lleno de vibrato, para redondear, con un coda improvisada en solitario, una de las más bellas baladas que se puedan recordar.
Disponible en Prestige First Sessions, Vol. 1 (Prestige PCD-24114-2)