53è Festival de Jazz de Barcelona
Rafael Riqueni solo
- Fecha: sábado, 06 de noviembre de 2021
- Lugar: Conservatorio del Liceu (Barcelona)
- Componentes:
Rafael Riqueni, guitarra flamenca
Diego Amador-Chano Domínguez
- Fecha: jueves, 25 de noviembre de 2021
- Lugar: Sala Barts (Barcelona)
- Componentes:
Diego Amador, piano y cante
Chano Domínguez, piano
Pablo Domínguez, cajón
Una Nit de Solera
- Fecha: sábado, 27 de noviembre de 2021
- Lugar: Lugar: Conservatorio del Liceu (Barcelona)
- Componentes:
Pepe Fernández, guitarra
Ricardo Moreno, guitarra
Jerónimo Maya, guitarra
José Valencia, cante
Ana Brenes, cante y palmas
“Salao”, cante y palmas
Raúl Levia, cante y palmas
Karen Lugo, baile
David Domínguez, percusión
Rafael Riqueni solo
El guitarrista y compositor Rafael Riqueni en 1994 publicaba Maestros, donde rendía homenaje a tres guitarristas históricos, Sabicas, Niño Ricardo y Esteban Sanlúcar, que a su vez inauguró el sello Discos Probéticos, creado por el excelente cantaor e iconoclasta Enrique Morente. En 2020 editó el exquisito Herencia (tres años después de su anterior joya, Parque de María Luisa), dedicado en esta ocasión a 10 pilares del flamenco, repartidos entre 8 guitarristas, un coreógrafo/bailaor y un cantaor.
Riqueni, desde hace años, es uno de los grandes referentes de la guitarra flamenca, que a su vez va más allá de este género, pudiendo encandilar a un público exigente procedente de diferentes gustos y campos musicales. Hasta la fecha tiene publicados ocho discos, totalmente recomendables, los seis primeros entre la década que va de 1986 a 1996 y los dos últimos entre 2017 y 2021.
En 2019 pudimos escucharlo, en este mismo festival y escenario, donde en la segunda parte del concierto estuvo acompañado por los guitarristas Salvador Gutiérrez y Manuel Luz.
En esta ocasión se presentó en solitario, en la actualidad pocos guitarristas flamencos, por no decir prácticamente ninguno, se sumergen en tal aventura, sin arrope ni jaleo alguno y encima con la generosidad con la que desarrolló su concierto.
Tal como explicó el mismo Riqueni, el temario se movió entre composiciones de sus dos últimos trabajos discográficos con algunos de más antiguos. En total fueron catorce temas rematados con un par de bises.
Por destacar algunas de las interpretaciones, citaremos “Triste Luna”, “Soleá de los llanos” o “Farruca Bachiana”, temas dedicados respectivamente a Enrique Morente, Manolo Sanlúcar y Mario Maya, pertenecientes a su último trabajo; “El estanque de los lotos”, “La isleta de los patos” o “Trinos” de su disco de 2017; “Esa noche” y “Benamargosa” del disco El Alcázar de Cristal (1996) o “Al Niño Miguel” de su iniciático Juego de Niños (1986).
Diego Amador – Chano Domínguez
Casi tres semanas después, y a escasos metros, se programó otra flamencura. El encuentro, diálogo y admiración entre dos pianistas que comparten el binomio jazz-flamenco o flamenco-jazz (en función de la proporción o de donde se ponga el acento, como bien matizó el maestro y desaparecido Pedro Iturralde). Desarrollaron ocho temas, cinco de ellos con la participación al cajón de Pablo Domínguez (hijo de Chano).
Iniciaron la velada a dueto, con una improvisación de altos vuelos, diabluras y buenos guiños, donde el teclado de Amador parecía quedarse corto al pulsar firmemente los extremos del mismo con alguna incursión por el arpa de su piano. Continuaron con una rumba dedicada a Chic Corea, “Para Chic”, compuesta por Chano. Posteriormente tendríamos los dos pianos solos de la noche, el primero a cargo del gaditano, discurriendo por senderos monkianos con algún inserto de ragtime. Por su parte, Diego se decantó por un popurrí de composiciones de Paco de Lucía entre la cuales hizo su primera incursión al cante, recordando al gran Camarón de la Isla (“con lo mucho que lo quería, se fue de mi vera, se fue para siempre, … ay Camarón, ay Camarón»). En el tema siguiente vendría su segundo cante, ambos con voz potente, tanto en volumen como en jondura, en la línea gitana del de la Isla de San Fernando.
Cerraron el concierto con el archiconocido “Spain”, de Corea, donde volvieron a dejar muestras de su remarcable dinámica, fluidez y entendimiento. Como broche, en el bis, deambularon notablemente por los senderos de “Zyriab”, una de las múltiples joyas, del maestro de Algeciras (recientemente, en el último Ciutat Flamenco, se estrenó la exquisita “Suite de Lucía” bajo la batuta de Joan Albert Amargós, quién cuatro años antes, en el 49 Festival de Jazz, había dirigido otra exquisitez, “Réquiem a Enrique Morente -In memoriam-”).
Dos instrumentistas que son puntales básicos de las flamencuras pianísticas, junto a Dorantes (también programado en la serie de Cajón de esta edición del Festival), que rindieron un sentido homenaje a tres monstruos musicales, desgraciadamente fallecidos, Paco de Lucía, Chick Corea y, de manera puntual, a Camarón de la Isla.
Si el inclasificable e hiperactivo John Zorn ha juntado a tres guitarristas de la talla de Bill Frisell, Julian Lage y Gyan Riley, en el remarcable Teresa de Ávila (Tzadik, 2021), no sería una idea descabellada, o quizás sí, juntar en un mismo escenario a Diego Amador, Chano Domínguez y Dorantes, con sus respectivos pianos y un temario original.
Una Nit amb Solera
Dos días después regresaríamos al auditorio del Conservatori del Liceu para disfrutar de nuestra tercera flamencura. Una noche que estuvo dividida en tres partes más un doble epílogo. Con un escenario mínimamente decorado mediante un trazado curvilíneo de luces puntuales que rompía su característica verticalidad, aportando un aspecto más cálido y acogedor.
Las tres partes estuvieron estructuradas de forma similar, un guitarrista diferente como protagonista principal, acompañado por el remarcable saber hacer del percusionista David Domínguez (presente en la anteriormente citada “Suite de Lucía” o, entre otros, miembro del Marc Miralta Flamenco Reunión). Una intervención puntual desde diferentes partes del escenario de la potente y profunda voz flamenca de José Valencia. El acompañamiento a las voces y palmas del trío formado por Ana Brenes (nos hubiera gustado un mayor protagonismo suyo), Raúl Leiva y “Salao” con su cante visceral de escuela camaroniana.
En cada una de las tres partes, la intervención sensual, eléctrica y torrencial de la bailadora y actriz Karen Lugo, con un variado vestuario bien alejado de los tópicos y como es habitual en ella magnetizando todas las miradas.
El guitarrista Pepe Fernández abrió el evento, con su toque limpio y clásico, el testimonio en la segunda parte fue para al singular de Ricardo Moreno con sus constantes búsquedas y juegos alejados de los senderos tradicionales y la última parte fue a cargo de la guitarra cristalina, segura y variada de Jerónimo Maya (que a más de uno nos hizo recordar las sonoridades iniciáticas del maestro Riqueni).
El doble epílogo comenzó con el diálogo de los tres guitarristas para terminar con los nueve artistas en el escenario.
Por citar algunos de los momentos álgidos, destacaríamos el de José Valencia cantado casi pegado a la espalada de Jerónimo Maya, la de “Salao”, en la tercera parte, cantando desde lo más profundo de sus entrañas, el solo de Maya, o las cuatro intervenciones de Karen Lugo, así como el trabajo global de David Domínguez en sus diferentes acompañamientos y el control de volumen, en un espacio complejo para los baterías y/o percusionistas.
Una noche homónima a su título, bien diseñada, dinámica, sin tiempos muertos, de fehaciente calidad, tanto por la elección de los artistas como por el desarrollo sobre el escenario de todo el proyecto.
Tomajazz: Texto y fotografías: © Joan Cortès, 2021