Una inmersión en el nuevo, y no sólo joven, jazz cubano. Por Julián Ruesga Bono 1

Una inmersión en el nuevo, y no sólo joven, jazz cubano. Por Julián Ruesga Bono

Encabezado

El imaginario público forjado en torno al jazz cubano está muy determinado por el pasado del propio jazz, sobre todo por el peso histórico del llamado Latin Jazz. La particular y potente mitología que se ha ido construyendo a lo largo de los años, en torno a sus grandes músicos, condiciona su recepción y percepción pública. Chano Pozo, Mario Bauzá, Mongo Santamaría, Bebo Valdés, Cachao, Irakere, …, parecen formar un todo orgánico en el imaginario del aficionado. Sin embargo, existe un presente del jazz cubano que, más allá de su historia, es tan rico y poliédrico como su glorioso pasado –y tan potente como el. Un presente formado por un elevado número de excelentes músicos que hacen una música de gran calidad.

El primer álbum que escuché de uno de estos músicos fue Made in animas del contrabajista Felipe Cabrera (1961). Una notable grabación editada en 1999, donde el músico trabaja con elementos de la cultura musical popular cubana, la música contemporánea y el jazz, resultando un álbum de registros muy variados que no se correspondía con el estereotipo de jazz cubano que yo manejaba, pero que a la vez no dejaba de sonar a jazz cubano. Como contrabajista, Cabrera, ha tocado con músicos como Dizzy Gillespie, Gonzalo Rubalcaba, Eddie Palmieri, Chano Domínguez y Mama Keita. Pero además de un virtuoso instFelipe cabrera made in animasrumentista en el álbum demuestra ser un refinado compositor, de los 14 temas del álbum, 12 son de su autoría. Temas sobresalientes como “694”, “Abajo limpio”, “Angel” o “Bajeando el Güiro”, por citar algunos, dan idea del nivel de Cabrera como compositor. Made in animas me pareció un álbum sorprendente, como mucho del jazz cubano que he tenido ocasión de escuchar más tarde, a medida que he ido localizando grabaciones.  Made in animas es uno de mis álbumes preferidos, uno de esos discos a los que se vuelve de vez en cuando, de los que te llevan a muchos lugares sin salir de casa. Cabrera va a editar este año un nuevo álbum, Night Poems, con el pianista brasileño Leonardo Montana.

Buscando más música de Felipe Cabrera recorrí una gran cantidad de sitios por Internet: tiendas, e-zines, blogs, foros, …, Aunque no encontré más grabaciones de Cabrera, paulatinamente, fui descubriendo una gran cantidad de nueva y desconocida música –al menos para mi- iniciando un recorrido a saltos donde una grabación me llevó a otra, un músico a otros músicos y en medio algún vídeo en YouTube. Inicialmente aparecieron dos nombres claves. Uno, el periodista musical cubano Joaquín Borges Triana que había escrito un artículo sobre el álbum de Felipe Cabrera, así como algunos otros sobre los jóvenes músicos de jazz cubanos. Sus artículos en la revista “La Jiribilla” fueron una magnífica orientación inicial. El otro, el pianista cubano Harold López Nussa (1983) con el que Felipe Cabrera había colaborado como músico de estudio en, los que creo son, sus dos mejores álbumes: Herencia (2009) y El país de las maravillas (2011). De los seis álbumes que tiene editados, Herencia, es el álbum que recomiendo. Una grabación en formación de trío, completado por su hermano el baterista y percusionista Ruy Adrián López Nussa, y con temas del propio Harold como “Herencia”, «Saudade» y «Timbeando». También hay una versión de “Tears in heaven” de Eric Clapton, magistral, y “En el ISA”, otro de los temas destacados del álbum, compuesto por Felipe Cabrera.

Embebido en la música de López Nussa llegué a un álbum donde participa como músico de estudio: Ninety Miles (Concord/Universal, 2010). Noventa Millas es la distancia que separa a los Cayos de la península de Florida de la costa de Cuba. Más o menos la distancia entre Miami y La Habana. El álbum está firmado por el vibrafonista Stefon Harris, el saxofonista David Sánchez y el trompetista Christian Scott. Fue grabado íntegramente en La Habana a lo largo de una semana en paralelo a los ensayos de un único concierto que los músicos ofrecieron en el marco de Cubadisco, en Mayo de 2010. El álbum se compone de nueve piezas, tres compuestas por Stefon Harris, dos por David Sánchez, otras dos de Harold López Nussa y dos del pianista, también cubano, Rember Duharte (1976). Los dos pianistas cubanos aportan a la grabación, además, sus respectivas bandas y su participación va más allá de ser sólo “soporte” de los músicos norteamericanos. Los temas firmados por los dos músicos son realmente sobresalientes, especialmente «Congo», de Rember Duarte. El CD cuenta con una edición de lujo que incluye un DVD con un documental, dos temas grabados en directo en el teatro Amadeo Roldán de La Habana y un cuadernillo interior de fotografías. En 2012 se editó Ninety Miles Live At Cubadisco, que recoge una hora de la grRember Duharte Cimarronabación en directo del concierto en La Habana. De Rember Duharte decir que tiene editados dos álbumes, En vivo (2007) y Cimarrón (2009). Además del piano toca la trompeta, su música es pura energía y, aunque no pierde la conexión afrocubana, su sonoridad y referencias son mucho más expansivas y abiertas. Todos los temas del álbum Cimarrón son de su autoría. El álbum es magnífico y destacaría los temas: “Palenque”, “Cimarrón”, “Gladiador”, “Otoño” o “Poseidón”.

Otro de los primeros músicos a los que llegué fue el pianista Rolando Luna (1978). Tiene dos álbumes firmados por él: En la luna (2001) y Alucinaciones (2010). Luna se graduó en el conservatorio Amadeo Roldán de La Habana y ganó el primer premio en el Concurso JoJazz de 1998. Desde entonces ha trabajado como músico de estudio y en actuaciones en directo con músicos de la trova, de la música de baile y el bolero, lo que se nota en su música. Empezó con el grupo de Omara Portuondo, donde hizo sus primeros arreglos musicales y en este momento toca con Buena Vista Social Club. Su segundo álbum, Alucinaciones, es esplendido, con una digitación cristalina, donde mezcla jazz, música popular cubana y música académica con sensibilidad, inteligencia y pocos prejuicios. Temas como “Alucinaciones”, “Con toda la luz”, “Deep Love” o “Samba con clave” le otorgan un lugar destacado en el movimiento de jóvenes jazzistas cubanos. En 2009, grabó un hermoso y calido álbum a dúo con el trikitilari vasco Kepa Junkera, Fandango-Habana Sessions.

Otro músico sorprendente con el que me encontré es el saxofonista Tony Martínez. Graduado de la Escuela de Artes de Camagüey, toca el saxo alto y el tenor, además del piano y las percusiones; también coTony Martinez The Cuban Powermpone y realiza los arreglos de su grupo, The Cuban Power. Como los anteriores, es un músico renovador y creativo, a la vez que consciente de sus raíces. Martínez no es ajeno al jazz moderno de saxofonistas como Parker, Coltrane, Dolphy o Sonny Stitt, tampoco a la timba, la rumba y otras músicas de baile cubanas, su música es un jazz fuerte, casi bailable, enérgico y agresivo. Tiene tres álbumes en el mercado. El último es Tony Martínez & The Cuban Power (2010), donde recopila material de los otros dos álbumes anteriores: La Habana vive (1998) y Maferefun (1999).

En Xalapa, México, durante el 4º Festival Internacional JazzUV, en 2011, pude escuchar en directo en dos ocasiones a otro pianista cubano, Iván “Melón” Lewis. Una como músico acompañante de Giovanny Hidalgo en un increíble concierto en el Teatro del Estado, la otra el día siguiente en un concierto en solitario en el Café-Teatro «Tierra Luna» –su directo me pareció impresionante. Este músico vive en España desde 1998 y acompaña a otros artistas, entre ellos a Concha Buika. En 2009, tuvo una participación destacada en el álbum Colina Serrano Project de Javier Colina y Antonio Serrano. Tiene publicado un álbum, Travesía (2010), un CD-DVD donde colaboran otros músicos cubanos que residen en España: Ariel Bringuez al saxo tenor, Román Filiu en el saxo alto, Reinier “El Negrón” Elizarde al contrabajo, y Lukmil Pérez en la batería. En estos días prepara su segundo álbum, Ayer y Hoy.

En este mismoFrancisco Mela - Cuban Safari Tree Of Life festival también tuve la oportunidad de conocer y escuchar al baterista Francisco Mela (1968). Mela vive en Nueva York y ha trabajado como acompañante de músicos como Emiliano Salvador, Joe Lovano, Kenny Barron o McCoy Tyner, entre muchos. Tiene tres álbumes propios: Melao (2006), Cirio (2008) y el último, el muy recomendable: Tree Of Life (2011). En los dos últimos años ha trabajado con la saxofonista chilena Melissa Aldana, a cuyo repertorio también aporta temas compuestos por él.

Podría seguir presentando músicos. Son muchos, sería largo. Propongo al lector que revise la discografía recomendada al final del artículo y, con Google como herramienta, dé contenido informativo al listado de músicos y grabaciones recomendados. Teniendo en cuenta, naturalmente, que los límites de cualquier selección discográfica son el criterio, gusto e información del que la hace.

De los músicos nombrados hasta ahora, sólo Roberto Luna y Harold López Nussa viven en Cuba. Felipe Cabrera y Rember Duharte viven en París, Tony Martínez en Suiza, Melón Lewis en España y Francisco Mela en Nueva York. El sistema educativo cubano forma músicos con una alta cualificación profesional, muchos de ellos salen de la isla buscando mejores condiciones de vida, laborales y económicas, y encuentran acomodo en muchos países dado su alto grado de calidad instrumental y formación profesional. La diáspora internacional de los músicos cubanos está muy bien documentada por Joaquín Borges Triana en su libro Músicos de Cuba y del Mundo. Nadie se va del todo (Cuba, 2012) y el caso particular de los músicos de jazz ha sido estudiado por Camila Cortina Bello. Su estudio ha sido publicado como un capítulo del libro Jamsession, La Nueva Generación (Cuba, 2012), este libro es una compilación de textos sobre el jazz actual cubano coordinada por la musicóloga Carmen Souto. Los cinco capítulos que completan el libro son otras piezas importantes para conocer el nuevo jazz cubano. Su lectura es muy recomendable para quién quiera conocer que está pasando con el jazz en la isla, revisa cómo se construye y articula el espacio del jazz en Cuba, dónde y cómo se hacen tanto los músicos como las audiencias y cuáles son las condiciones de existencia del jazz en el país: cómo se materializa y fluye socialmente.

Camila Cortina BellHarris Sanchez Scott - Ninety Mileso ofrece muchas claves para contextualizar el actual jazz cubano. En el capítulo que escribe, “Trayecto de una cubanidad en movimiento: Migración de jóvenes jazzistas hacia España”, la autora plantea como, desde la década de los ´60, el jazz se ha ido construyendo como un espacio musical alternativo fuera de la academia, pero paralelo a ella y que a partir de la década de los ´80 se ha legitimado como parte de la cultura musical popular cubana. En cierto modo, la comprensión de la música y la cultura es un producto directo de nuestra exposición a la música y a la cultura. Así, en la década de los sesenta, los programas académicos de enseñanza cubanos reproducían el modelo europeo que llegaba desde la antigua URSS, a través de los profesores soviéticos que trabajaban en los conservatorios y centros de educación musical de la isla. Unos profesionales altamente cualificados a nivel didáctico y técnico-interpretativo que enfocaban la docencia como formación de futuros interpretes concertistas y profesores. La música popular quedaba fuera de la academia. Sin embargo, la música popular siempre ha sido un componente cultural importante en las señas de identidad del cubano y muchos músicos buscaron acercarse a ella simultáneamente a su formación en los centros de arte cubanos, de modo que al terminar los estudios pasaron a trabajar profesionalmente en el ámbito de la música popular.  Por otro lado, dentro de la música popular, la música de baile siempre ha sido una posibilidad de trabajo y mejora económica para los músicos, en especial en los ´90, cuando apareció y se puso de moda “la timba”, una música de baile híbrido de muchos estilos precedentes. En el caso del jazz en la década de los ´80 comienza a gestarse una escena jazzística en La Habana que ha venido desarrollándose hasta hoy, con músicos con un alto nivel de interpretación y de composición.

En gran medida, la formación jazzística de los músicos ha sido producto de la colaboración entre músicos noveles y consagrados. Se puede decir que la iniciación y aprendizaje del jazz en Cuba se realiza tocando con los compañeros, en los conciertos, pero también con los maestros, músicos de jazz como Joaquín Betancourt, Bobby Carcassés o Chucho Valdés, que han propiciado el interés y aprendizaje de los más jóvenes por el jazz. Por ejemplo, la Big Band de Joaquín Betancourt se ha convertido en una de las cátedras no oficiales de jazz en la isla, un espacio disputado entre los jóvenes que quieren iniciarse en el jazz. También lo han sido las casas particulares de muchos otros músicos, como la del propio Bobby Carcassés.

Otro de los Fotoelementos dinamizadores de la escena jazzística cubana ha sido el Festival Internacional Jazz Plaza, iniciativa precisamente de Bobby Carcassés, que desde Febrero de 1978 viene celebrándose en la ciudad de La Habana. En este Festival han participado jazzistas de todo el mundo junto a jazzistas cubanos, siendo decisivo no sólo en la presentación y difusión del jazz internacional entre la audiencia cubana, también como espacio de encuentro, comunicación e intercambio entre los músicos de la isla y jazzistas de otros países. Por sus escenarios han pasado los jazzistas más importantes del jazz mundial y hoy es un referente internacional. Otro festival cubano es el concurso JoJazz; un evento anual que se realiza en La Habana desde el año 1998 gracias a la iniciativa de varias instituciones cubanas. El Festival-concurso JoJazz se celebra la última semana del mes de Noviembre y en paralelo a los conciertos del concurso, igual que ocurre en el Jazz Plaza, se llevan a cabo clases magistrales, conferencias y otras actividades culturales vinculadas con el jazz. Los músicos participantes provienen en su mayoría de las escuelas nacionales de arte, conservatorios e institutos superiores de todo el país. JoJazz sirve como carta de presentación de estos jóvenes músicos al darles visibilidad pública. Desde 2004, los ganadores del concurso tienen la posibilidad de grabar un álbum para la discográfica Colobrí, integrada en el Instituto Cubano de la Música. Estas grabaciones conforman la colección “El joven espíritu del jazz cubano” con un catálogo que, en este momento, contiene lo mejor de la creación jazzística de las nuevas generaciones de músicos cubanos. La conjunción de la colección discográfica y el Festival JoJazz ha fortalecido la escena jazzística cubana facilitando la integración y visibilidad de los músicos más jóvenes. Por un lado el concurso ha servido de escalón para que los músicos jóvenes puedan participar con sus propios proyectos en el Festival Jazz Plaza y otros eventos, por otro lado la casa discográfica, en colaboración con el Centro Nacional de la Música Popular y el Instituto Cubano de Música, organiza conciertos dentro y fuera del país, distribuye comercialmente las grabaciones en el mercado y facilita la difusión y promoción de lo músicos en los medios.

Los talleres y clases magistrales que se realizan durante los dos festivales, tanto en el JoJazz como en el Jazz Plaza, son otros espacios de formación no formales que facilitan a los jóvenes músicos cubanos entrar en comunicación directa con profesionales del jazz –no sólo músicos cubanos sino también prestigiosas figuras internacionales. Por otro lado, existen programas de intercambios académicos con universidades y conservatorios de Canadá y de otros países que permiten a los jóvenes cubanos asistir a cursos de jazz y ampliar sus conocimientos. Por ejemplo están los cursos de verano en Canadá donde participan jóvenes estudiantes cubanos interesados en el jazz y a la vez permite que jóvenes músicos canadienses vayan a Cuba. Otros de los intercambios más importantes que se han producido han sido los liderados por el Lincon Center en Cuba, en varias ocasiones ha habido intercambios entre estudiantes norteamericanos y cubanos en diferentes formatos instrumentales. También el sistema de enseñanza La zorra y el cuervofacilita becas en diferentes lugares del mundo con el objetivo de favorecer la formación jazzística de los nuevos egresados.

En Cuba los músicos pueden tocar jazz en muchos y en pocos sitios, según las circunstancias y la coyuntura del momento. Algunos hoteles suelen contratar bandas de jazz y en La Habana de forma continuada se ofrece jazz en directo en el club “La Zorra y el Cuervo” y en el “Café Miramar”. También, con frecuencia no contrastada, en la “Fábrica de Arte Cubano” (F.A.C).

En lo relativo a los medios de comunicación, al aparataje informativo-mediático –también fundamental en la formación informal de los músicos y de las audiencias- la revista digital D´CubaJazz, tiene su importancia: es una completa e-zine con toda la información necesaria para conocer el acontecer del jazz cubano y sus músicos. Muy bien organizada, es de fácil manejo y conexiona el jazz cubano con el jazz internacional. También está el programa de radio, La Esquina del Jazz, que se emite de lunes a sábado en CMBF, Radio Musical Nacional. Ofrece información acerca del jazz cubano y extranjero, además de promover el trabajo de los jazzistas nacionales. Este programa está en antena desde 1969. El periodista José Do Santos dirige la revista digital y escribe y produce La Esquina del Jazz. En televisión está el programa A todo Jazz, que se emite los viernes a las 10 de la noche, por el canal Educativo 2, con entrevista a jazzistas, conciertos, presentación de discos, etc. Durante 2010-11 se podía veD Cuba Jazzr en España en la cadena M.I.SOL, en la TDT (yo lo seguí durante varios meses hasta que se dejó de emitir). También destacar la ya citada revista cultural La Jiribilla, donde el jazz es uno de los temas frecuentemente reseñados en sus informaciones y la revista cubana de música, Clave, que tiene varios números monográficos dedicados al jazz cubano.

El rostro del jazz cubano actual, o del jazz hecho por cubanos ahora, es el pianista Chucho Valdés, que junto a otros músicos de su generación como Arturo Sandoval y Paquito de Rivera, tal vez sean los jazzista cubanos más conocido en España. Suelen venir de gira, participar en festivales y sus grabaciones circulan por el país desde hace tiempo. Pero el jazz cubano contemporáneo es bastante heterogéneo y diverso. Músicos de generaciones más jóvenes, como los pianistas Gonzalo Rubalcaba (1963), Ramón Valle (1964), Omar Sosa (1965), que comenzaron a trabajar en la década de los ´80, o músicos aun más jóvenes como Roberto Fonseca (1975), están cambiando la imagen del jazz cubano en España. Además, naturalmente, de la nutrida colonia de músicos cubanos que tenemos la suerte de disfrutar en el país los aficionados al jazz: Reiner “el Negrón” Elizarde, contrabajista; Alain Pérez, bajo; Ariel Bringuez, saxo; Román Feliú, saxofón; Vistel Brothers, saxo y trombón; Julio Montalvo, trombón; Michel Oliver, batería; Javier Massó “Caramelo”, piano; Iván “Melón” Lewis, piano; Arturo Mena, piano; Jorge Reyes, contrabajo; Georvis Pico, batería; Pepe Rivero, piano; Carlos Sarduy, trompeta; Lukmil Pérez, batería; …; que han sabido integrarse en la escena española. El jazz cubano actual suena de otro modo y se escucha de otro modo. El espacio conceptual en el que se mueven los músicos es un espacio que se nutre de muchas fuentes provenientes de diferentes focos de información y formación. El jazz otorga identidad musical y un campo de referencias desde el cual trabajar, crear y pensar la música. La música fluye cargada de nuevas y diferentes connotaciones.

El trabajo de documentación y escritura de este artículo se ha realizado a través de los medios de comunicación disponibles y el amable diálogo e intercambio de información con músicos, críticos y otros profesionales cubanos vinculados al jazz. El nuevo jazz cubano va a dar mucho que hablar en un futuro próximo. Cada año salen de las escuelas decenas de jóvenes con gran talento que quieren dedicarse al jazz y están revolucionando el panorama musical, no sólo en su país. Unos músicos que básicamente lo tiene casi todo: una formación sólida y de calidad, capacidad, empuje y lucidez al enfrentarse al trabajo creativo, una infraestructura de apoyo mínima pero efectiva, una cultura musical en torno al jazz importante, y capaz de activar reacciones críticas y creativas entre los jóvenes músicos, y una tradición musical que es parte importante de las señas de identidad del cubano. Sólo les falta espacio para hacer su música, espacios donde su música se escuche y ellos puedan hacer sus proyectos realidad.

 © Julián Ruesga Bono, 2014

 

Sucinta discografía, 25 muestras

  • Alfredo Rodríguez Salicio – Sounds of Space (2012)
  • Ariel Bringuez – Raíces en Colores (1999)
  • Aruan Ortiz Quartet – Orbiting (2012)
  • Carlos Sarduy – Charly en la habana (2006)
  • Dafnis Prieto – Taking The Soul For A Walk (2008)
  • David Virelles – Continuum (2012)
  • Elio Villafranca – Incantation, Encantaciones (2003)
  • Ernán López-Nussa – From Havana To Rio (2001)
  • Ernesto Vega – Venir al mundo (2009)
  • Felipe Cabrera – Night Poems (2014)
  • Francisco Mela – Tree Of Life (2011).
  • Germán Velasco & Jorge Reyes – Latin Jazz Live! From Cuba (2005)
  • Harold López-Nussa – Herencia (2009)
  • Horacio El Negro – Italuba II (2007)
  • Julio Barreto Latino World – Live & Rhythm (2009)
  • Manuel Valera – Expectativas (2013)
  • Marialy Pacheco – Tokyo Call (2013)
  • Omar Sosa – Mulatos (2004)
  • Rafael Zaldivar – Drawing (2014)
  • Ramón Valle Trío – Playground (2011)
  • Ramón Vázquez – On The Move (2004)
  • Rember Duharte – Cimarron (2009)
  • Roberto Fonseca – Zamazu (2003)
  • Rolando Luna – Alucinaciones (2010)
  • Tony Martínez – & The Cuban Power (2010)

(A Jordi “Chumancera”, con afecto y gratitud)

 

 

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