El citado concierto resultó paradójico. Otros músicos que hubiesen protagonizado el mismo espectáculo habrían obtenido la respuesta de un público huyendo en bloque hacia la salida más cercana. Y sin embargo en Vitoria, quizás también por el respeto hacia una figura venerable que en estos momentos está en un nivel en el que a pesar de su edad va más allá de obtener el aplauso fácil de la audiencia, hizo que ésta no solo permaneciera anclada a sus asientos, sino que le premiase con un más que merecido bis.
Nada que ver con el lamentable espectáculo con que a continuación nos masacró Herbie Hancock. El pianista intentó el más difícil todavía en un intento de dar un cuádruple salto mortal consistente en presumir de su Grammy por River, ejercer de músico de jazz, intentar dar un concierto a base de solos y revisitar algunos de sus grandes éxitos. El resultado, un desastre con la mitad de la audiencia huyendo despavorida ante tamaño despropósito. La misma audiencia que poco antes había permanecido en sus asientos ante un concierto supuestamente más difícil de escuchar.
José Francisco «Pachi» Tapiz