Al final de las escaleras mecánicas, que conducen a la tercera planta del CCCB, se podían escuchar los compases jazzísticos de Duke Ellington que posteriormente se fundirían con el canto de un coro sudafricano para encararnos con “Johannesburg 2nd greast City After Paris” (1989). El primero de los once “drawing for projection” de la exposición “Lo que no está dibujado” del polifacético William Kentridge (Johannesburg, 1955).
Cortos de animación, de tres a diez minutos de duración, realizados con la técnica stop motion. Dibujados a mano sobre papel blanco, carboncillo y goma (o un paño como borrador), en un largo y continuado proceso de añadir y borrar. Con una paleta amplia de grises hasta el negro más intenso e interesantes texturas debidas al proceso de borrado (“no utilizo guion, ni storyboard, parto de un dibujo inicial y después voy desarrollando su continuación”, “para su realización empleo de siete a ocho meses”).
El corto “Deep City” (2020) fue realizado durante el primer confinamiento de la actual pandemia. Habían transcurrido nueve años desde “Other Faces” (2011), donde los movimientos de cámara son explícitos en contraste con el estado estático de los primeros trabajos. Movimientos que empiezan a ser perceptibles en “Stereoscope” (1999). Trabajos dinámicos en constante transformación, donde unas formas sugieren las siguientes, fluidas y en buena parte imprevisibles. En los últimos trabajos los trazos se vuelven más finos y delineados con unos entornos menos oscuros.
Mantiene como hilo conductor a dos personajes, el rico promotor inmobiliario e industrial, Soho Eckstein, y el poeta Felix Teitlebaum, que vienen a ser sus alter egos, como dos caras de un mismo personaje y una buena semblanza facial con el primero. Los utiliza para ir mostrando los cambios, contradicciones y hechos relacionados con Sudáfrica, especialmente con su ciudad natal, a lo largo de los últimos treinta años.
Once trabajos con exquisitas y escogidas bandas sonoras, desde fragmentos de música clásica hasta composiciones específicas para sus creaciones visuales. La música mezclada con sonidos incidentales son una parte fundamental de los “drawing for projection”.
Intercalados entre estos pequeños i singulares cortometrajes de animación están expuestos nueve tapices de mohair, de gran formato, con dos concepciones visuales bien contrastadas. Un fondo suave, mayormente de origen cartográfico y una figura o más (formas planas de caballos, personas transportando objetos, un gato, …) que dan la impresión de una gran “mancha” pintada encima, cuando en realidad están perfectamente tejidas. Unos tapices realizados por las tejedoras de The Stephens Tapestry Studio, a partir de los diseños de Kentridge (“Todo lo que hago parte del dibujo, definiría el dibujo como un boceto del pensamiento”).
Al final del largo y estimulante recorrido nos encontramos con siete dibujos, de medio y gran formato, correspondientes a siete cortos de la exposición. Algunos de estos con alguna línea de color rojo o azul, realizadas con lápices de color o pastel, también apreciadas puntualmente en algunas de sus animaciones (“las líneas de color las utilizo como anotaciones”).
El recorrido por la tercera planta finaliza con dos vídeos. El primero producido para la exposición, una entrevista de unos treinta minutos realizada el pasado 17 de setiembre en su estudio ubicado en la parte residencial de Johannesburg, por la corresponsal Gemma Parellada (“A veces vengo al estudio a dar vueltas y más vueltas, para encontrar conexiones y sugerencias entre las diferentes piezas, nunca lo considero una pérdida de tiempo, todo lo contrario”).
El significado o, mejor dicho, los posibles significados o interpretaciones, de sus películas, no son unívocos, están abiertos a varias lecturas incluso, como no, contradictorias (“La cuestión está si concibes las cosas como un hecho acabado o como un proceso”, “Las personas que tienen la certeza de los hechos puede ser muy peligrosas”). Una propuesta compleja que requiere más de una visita.
En el segundo de los vídeos vemos al artista por duplicado, sentado simultáneamente a la derecha y a la izquierda de una mesa, con un árbol pintado de fondo, mientras uno de los dobles habla, el otro va pintado formas de trazado suave, mediante un pincel despuntado y tinta china, sobre hojas sueltas de libros. Un juego, como nos indica la nota informativa, donde las palabras y las imágenes chocan entre sí para ir gestando nuevos significados.
La exposición termina en la segunda planta, con la joya “More sweetly play dance” (2015), una instalación de vídeo de ocho canales, con la proyección de una procesión, a lo largo de unos cuarenta y cinco metros, repartida en ocho pantallas, ligeramente desajustadas en su encaje y unos grandes conos a modo de altavoces (“El formato de procesión lo he hecho servir muchas veces para intentar englobar en una obra la multiplicidad de personas que hay en el mundo”).
Una procesión en la que van desfilando de forma teatralizada y danzante, mitineros, mecanógrafas, una banda musical de metales, una bailarina con un fusil, enfermos arrastrando sus cuentagotas (algunos con las formas de cruces, teléfonos y pájaros en lugar de botellas, en recuerdo a los afectados por el virus del Ébola), portadores de grandes rostros “pincelados” -como los dibujados en el segundo vídeo citado anteriormente-, un grupo de esqueletos, …, todos deambulando entre una base pintada en negro simulando ramas y hierbas, y un fondo de textura grisácea -como de restos de carboncillo borrados con un paño-.
Acompañada de una banda sonora de voces africanas, percusiones, una formación de metales y un acordeonista, a modo de fanfarria. Una marcha musical, vital, emotiva, pegadiza y bailable. Un proyecto de quince minutos que te invita a verlo y escucharlo de forma reiterada. Un proyecto que habíamos tenido la oportunidad de disfrutar en Arles/Les Rencontres de la Photographie (2016).
El CCCB ha publicado un recomendable libro con textos explicativos, del propio Kentridge, y fotografías tomadas durante el proceso de realización de “Tocad más dulcemente la danza”, que incluye un desplegable central de dos metros. Una publicación a la que encontramos a faltar, como mínimo, un cd con la música de proyecto.
A finales de enero de 2021, el vídeo se instalará de forma permanente en Planta/Fundació Sorigué de Lleida.
Tomajazz: © Joan Cortès, 2020
Nota. Los entrecomillados han sido sacados de la entrevista de Gemma Parellada, del programa Metropolis de mayo de 2000 y del libro editado por el CCCB.