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Fotografía: Jacques Rives ©
En
una Europa pródiga y polifacética en lo que a escuelas, propuestas y
confluencias se refiere, hay músicos que, pese a la inventiva y riqueza
ideológica de los criterios artísticos preconizados, no han logrado el
reconocimiento y consiguiente proyección alcanzada por otros. El
saxofonista Bertrand Denzler parecer ser uno de estos casos.
Nacido en Ginebra en 1963 y, por tanto, de la misma generación que Ken
Vandermark o Mats Gustafsson, Denzler vive en París desde 1995, donde
ha conocido a algunos de sus compañeros más predilectos, como Benoît
Delbecq o Christophe Marguet, y se ha dedicado a la divulgación de estéticas
improvisadas como miembro de la asociación Klac-Sons.
Tras tocar en diversos contextos y haberse dedicado al jazz a comienzos
de los años ochenta, en la actualidad se dedica exclusivamente a la música
improvisada, aunque trabaje igualmente en ámbitos vinculados a la
composición. La doctrina artístico-musical de Denzler consiste
esencialmente en explorar las posibilidades sonoras del saxo (tenor) sin
tabúes ni premeditaciones, en crear un lenguaje personal evitando al máximo
que éste se convierta en una colección definida de sonidos congelados
en el tiempo y tocar aquello que sea más importante en un momento
determinado (aunque sea el silencio), en conformidad intelectual con los
músicos con quien interactúa. Aquello que es vulgarmente denominado
“improvisación no idiomática” es el vehículo elegido por Denzler
para expresar y concretar los propósitos enunciados.
Un aspecto sumamente importante en la música de este saxofonista es que
no tiene sentido analizar o contemplar su estilo de forma aislada. En
efecto, al formar parte de distintos grupos de música improvisada cuyos
enfoques, métodos e instrumentación difieren entre sí, Denzler no se
asume como un líder, sino como miembro del colectivo en el que
participa y del que no se le puede disociar o descontextualizar.
Al rechazar vehementemente esa condición de liderazgo, es natural su
desinterés por la práctica del solo (aquí entendido dentro de una
perspectiva estrictamente jazzística del término), ya que lo
fundamental es el hecho de compartir, el acto de tocar con otros de la
forma más colectiva posible. Es a todas luces diferente un concepto más
libertario que privilegia la conversación e interacción simultánea
entre músicos que la simple alternancia entre solistas y acompañantes.
De los proyectos en los que actualmente trabaja, Cluster (del que
forman parte el pianista Benoît Delbecq, la contrabajista Hélène
Labarrière y el batería y percusionista Norbert Pfammatter) es el único
en el que Denzler se atreve a ser denominado líder, aunque se limite a
realizar indicaciones y dar direcciones a los miembros del grupo. Al
remitirse más a aspectos descriptivos que propiamente a elementos
escritos, éstos no deben ser considerados como restricciones, por lo
que los músicos son libres de realizar lo que mejor consideren dentro
de los perímetros establecidos, sin que nunca deje de reconocerse la
misma importancia a todas las voces.
El único trabajo publicado por el Bertrand Denzler’s Cluster se
titula Y? y se trata de un concierto grabado en la edición de
1998 del Jazzfestival Schaffhausen. Denotando una continua preocupación
formal y de control de los tiempos, el espacio que Denzler concede al diálogo
y a la interacción entre los músicos es en realidad amplio, aunque en
los cuatro temas que forman esta obra subyazcan cuatro conceptos
diferentes. En efecto, si en el tema que le título, “Y?”, Denzler
experimenta con superposiciones a tres y cuatro voces, “Trash” está
cimentado en principios de oposición y collage de breves secuencias y
en él se prueban todas las combinaciones posibles ofrecidas por el
grupo –cuatro solistas, seis dúos, cuatro tríos, el cuarteto y el
silencio-; en “Weird”, el oyente queda expuesto a atmósferas que a
figuraciones temáticas propiamente dichas. Finalmente, en “Now” se
cultiva un planteamiento más próximo a los cánones jazzísticos,
fundamentalmente por la forma ordenada en la que los músicos
intervienen como solistas- al evitar momentos prolongados de dramatismo
y tensión –prefiriendo jugar con la expectativa y lo imprevisto-
Denzler fundamenta su actuación en un discurso flexible y heterodoxo,
aunque sea de justicia destacar las competentes contribuciones de sus
compañeros, en especial el pianismo de múltiples recursos de Delbecq
(es decir, su intrigante piano preparado en los temas “Y?” y “Weird”),
el trazo expresionista de Labarrière y la sutileza y sensibilidad de
Pfammatter.
Es precisamente con el batería que lo acompaña en Cluster, Norbert
Pfammatter, con quien Denzler forma un provechoso dúo, colaboración
denominada NanoCluster y homónima al disco publicado en 2000 por
Leo Records. Si bien es cierto que esta asociación entre soplos y
percusiones nos remite de inmediato a encuentros históricos como
aquellos entre Coltrane y Ali, Roach y Braxton o Cherry y Blackwell,
NanoCluster es mucho más que un viaje musical revivalista del free
jazz/new thing. En esta suite dividida en 10 partes, estos dos músicos
se complementan de forma perfecta, mostrando un abanico extraordinario
de soluciones en la articulación entre movimiento horizontal y
encadenamiento rítmico. Demuestra, a todos los efectos, una notable
complicidad artística. Si, por un lado, encontramos a un Pfammatter que
nunca se revela como un elemento limitador de la creatividad de su compañero,
practicando una percusión cristalina y de una rara ligereza, y
denotando una predilección por la exploración de timbres y
resonancias, por otro, tenemos a un Denzler que revela inteligencia a la
hora de escoger los registros, variedad de ataques y dinámicas, así
como un dominio soberbio de varias técnicas (véase, a título de
ejemplo, la forma en que extrae, en la primera suite, simultáneamente
y en paralelo, sonidos de los registros más extremos de su saxo). Es
perceptible un constante reciclaje creativo en la alternancia entre
momentos en los que prevalece una sutileza microscópica, destacando la
percusión espacial de Pfammatter y el toque susurrante y espaciado de
Denzler, y otros en los que predomina la estética del grito, con la
natural relevancia para los graznidos catárticos del saxofonista. El
disco publicado por Leo viene en realidad a confirmar lo fácil e
incluso evidente que es la comunicación entre estos dos músicos
superlativos.
Una tendencia creciente en la evolución estética de Denzler ha sido el
interés por la simbiosis entre instrumentación acústica y electrónica.
De hecho, Denzler ha tocado con algunos sumos pontífices de la música
electrónica, como Otomo Yoshihide, Günther Müller o Xavier Charles.
Es en la heteróclita formación que responde al nombre de Chamaeleo
Vulgaris donde Denzler ha gozado de mayor espacio para la
experimentación de esta oposición/conjugación entre electrónica y acústica,
utilizando herramientas como pedales y micrófonos (además de ajustar
un amplificador a su saxo) para, de este modo, ampliar el potencial
sonoro disponible. La única grabación de este grupo formado por Frédérick
Galiay (al bajo eléctrico, dispositivos electroacústicos y voz), Jean-Sébastien
Mariage (guitarras y electrónica), Gilbert Roggi (batería y
percusiones), Frank Vaillant (batería), Bertrand Perrin (sampler y
teclados), además del propio Denzler, se titula Ouverture Facile
y consiste en una secuencia de suites donde una frenética
oscilación entre estética del silencio y noise instrumental se traduce
en la alternancia entre figuraciones de tranquilidad aparente y momentos
cinéticos y bulliciosos. Esta es una música inestable e imprevisible,
sujeta a constantes y vertiginosas mutaciones, donde imperan tonalidades
vivas, salvajes y cáusticas. Aunque esta inserción de un instrumento
acústico en un espacio habitado por sonidos sintetizados electrónicamente
-y no pocas veces de forma aleatoria- parezca feliz, la impresión
general que ofrece Chamaeleo Vulgaris es la del instinto incendiario y
rebelde de los jóvenes músicos que forman este grupo.
Es dentro de la filas de Hubbub donde la música practicada por
Denzler alcanza las máximas cotas en términos de audacia expresiva e
intensidad dramática. Este grupo, que está formado (además de por
Denzler) por Frédéric Blondy al piano, Jean-Luc Guionnet a los saxos
soprano y alto y jaleika, Jean-Sébastien Mariage a la guitarra y Edward
Perraud a la batería, tiene en UB/ABU –acrónimo resultante de
la yuxtaposición de los títulos atribuidos a las dos extensas
improvisaciones que componen el disco- su único trabajo publicado.
Construyendo pasajes sonoros etéreos en constante y gradual
transfiguración, asistimos aquí a una constelación de arquitecturas
sutiles y fruto del instante, en la que asumen especial relevancia el
tratamiento único del espacio y la exploración de una amplísima
paleta tímbrica, desde el intrincado toque eléctrico de Mariage a la
percusión minuciosa de Blondy con las cuerdas de su piano. Cimentada en
complejas y resbaladizas armonías, la música aquí vehiculada no se
caracteriza todavía por rupturas o cambios súbitos, sino por un
intenso continuo sonoro donde de forma espaciada en el tiempo se suceden
determinados momentos de clímax. Eligiendo la vía de la improvisación
colectiva como proceso privilegiado para aglutinar las diversas voces,
entre las cuales destaca la volatilidad explosiva de los saxofonistas o
el discurso atípico de Blondy asentado en los registros extremos de su
piano, lo que es realmente admirable en esta formación es la reunión
de estas mismas voces en un inequívoco unísono conceptual.
49º Nord es el nombre de otra formación en la que Denzler
participa habitualmente, junto con el guitarrista Hasse Poulsen y el
batería Christophe Marguet. Pese a lo que el título de la obra más
relevante de este grupo – Animal Language- pueda sugerir, no se
trata de una manifestación musical donde predomine la estética del
caos y de lo aleatorio. Por el contrario, y por lo apreciado en esta
grabación, se trata de un grupo que presenta algunas afinidades
conceptuales con NanoCluster, sobre todo por la imaginación e inventiva
revelada por los tres participantes al evitar y alterar situaciones de
monotonía y repetición. Otro aspecto que sugiere esta proximidad,
tiene que ver con los baterías que intervienen en los dos proyectos,
ambos extremadamente espaciales. Esta casi inagotable creatividad se
debe en gran medida a las constantes oscilaciones armónicas, a la
exploración de las posibilidades tímbricas de los diversos
instrumentos y a la diversidad rítmica vehiculada a lo largo de los 10
temas que forman esta obra. Aunque por momentos esta sea una música
inquisitiva y etérea, en otras ocasiones es pujante y visceral,
destacando en este punto la insistencia de Denzler en la configuración
de orgiásticos corpúsculos sonoros. A la seguridad y frescura
expresiva de los momentos de mayor brillo, corresponde el saxofonista
con un enriquecimiento textural del vocabulario colectivo en los
periodos de carácter más introspectivo, destacando el superlativo tema
“moved”, donde su fraseo circular y, en ocasiones, gutural, se une
al encaje puntillista de Poulsen y la percusión abstracta de Marguet.
Tan sólo unas palabras para la composición “built”, donde se
evidencia una de las figuras recurrentes de Denzler (también observada
en Cluster y en NanoCluster) que consiste en el modo en que, de forma
subrepticia, construye una extensa frase, evolucionando desde un
registro medio hasta el extremo agudo.
De 2002 data la publicación discográfica más reciente de Denzler,
en esta ocasión dentro del proyecto Momentum (aquí en su
tercera edición), cuyo mentor es el pianista irlandés instalado
en Suiza John Wolf Brennan y que cuenta también con la participación
del contrabajista Christian Weber y del batería Christian Wolfarth.
Teniendo la textura y el atematismo como directrices generales para
las improvisaciones desarrolladas, esta es una obra que, por su
espectro sombrío y enigmático, aspira a lo infinito y a lo trascendente.
La música aquí practicada es subliminal, instintiva y mimética,
fruto del insólito clima armónico creado por las cuatro fuentes
de emisión sonora que forman el cuarteto. Raras veces estos músicos
tocan con sus instrumentos de forma convencional, es decir, de acuerdo
con lo imaginado por los respectivos inventores. Hay que subrayar
la expresión intensa y contenida de Denzler, como si alimentase
y retardase al máximo una colosal deflagración, esforzándose por
dominar y controlar un inmenso caudal de energía que no acaba de
estallar. Al explorar
algunas de las posibilidades tímbricas más inhabituales de
su saxo (como el sonido seco extraído de simplemente presionar las
llaves o la circulación de aire a través del cuerpo de su instrumento),
Denzler es el eje central de esta música del susurro, del murmullo,
del zumbido y de la efervescencia. Y es sin duda en Momentum
3 donde el enfoque textural de Denzler alcanza su punto álgido.
Tras realizar la descripción y análisis de los diversos grupos en los
que participa Denzler, queremos afirmar su notable capacidad de
asimilación de una diversidad de ideas y conceptos, así como la
confianza expresiva que evidencia en los diversos contextos en los que
participa. Se trata, por lo tanto, de un músico polimórfico, con un
gusto especial por el riesgo, y que aspira a crear una música
innovadora y en constante evolución.
Este esteta de la vanguardia y cultivador de la “improvisación no
idiomática”, es un músico a tener muy en cuenta en el actual
panorama europeo.
Discografía
selectiva:
Brennan-Denzler-Weber-Wolfarth
“Momentum 3” (Leo)
Hubbub
“Ub/Abu” (For 4 Ears)
NanoCluster
“02/2000" (Leo)
49°
Nord "Animal Language" (Unit),
Chamaeleo
Vulgaris "Ouverture Facile" (Leo)
Bertrand
Denzler Cluster "Y?" (Leo)
Christophe
Marguet Quartet "Les Correspondances" (Label Bleu)
Denzler-Dürst-Pfammatter
"Now" (labelle)
Denzler-Haerter
Quartet "Minor Works" (labelle)
Burhan
Öçal Group "Dervis Mustafa" (MGB/Musikszene Schweiz)
Denzler-Wiesendanger
"Folies" (labelle)
Ediciones
2003
49º
Nord - Tentacles
Bertrand Denzler / Hans Koch - Asymétries
Hubbub - Hoop Whoop
Página
Web:
http://bdenzler.free.fr/
Reproducido con el permiso de www.newjazzimprov.com
© João Aleluia, Tomajazz 2003
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