En
los tiempos que corren, con la industria musical dirigida por los ingresos
netos y los estudios de mercado, cuesta creer que todavía hay gente metida en
el negocio porque aman la música que graban y venden. Cuando Bob Koester empezó
a vender discos de jazz y blues en la habitación de la residencia de
estudiantes de la Universidad de San Luis en la que vivía, fue, simplemente,
porque le gustaba la música. Ahora, tras cincuenta y cinco años, tres o cuatro
sedes de su tienda y una mudanza a Chicago, el sello Delmark sigue publicando
cuatro o cinco CD y un par de DVD al mes de la música que ama.
Durante el último año más o menos, he estado reseñando los discos que publica
el sello de Bob. En otras palabras, he estado escuchando de todo, desde jazz
tradicional, avant-garde, piano barrelhouse, be-bop, blues
de Chicago y todo lo que se pueda clasificar como jazz o blues. Escuchar la
música de los discos Delmark es como emprender una visita guiada por la música
de jazz y blues, desde la primera parte del siglo XX hasta lo que se está
tocando hoy en los clubes de Chicago.
En un
mes he recibido un CD con rollos de pianola remasterizados y digitalizados, un
DVD con un concierto de un grupo de jazz/improvisación, un CD de jazz
tradicional y un DVD de una actuación de blues grabada en uno de los muchos
clubes que siguen triunfando en Chicago hoy.
Uno
de los clubes en los que Delmark graba actuaciones es The Green Mile [La Milla Verde], inaugurado en 1907. En un sitio como éste uno puede imaginarse a la gente
durante la Prohibición bebiendo whisky en tazas de te, y tipos como Al Capone
presidiendo la escena desde una mesa en la esquina, para ellos y sus secuaces.
Hoy
en día no hay muchos sellos que permitan al oyente saborear ese sentido de la
historia, o que les preocupe siquiera. En Delmark no viven en el pasado, pero
tampoco lo descuidan. El cantante folk Utah Phillips dijo una vez "el
pasado no se ha ido a ninguna parte... es un arroyo que fluye junto a mi
puerta". Bob Koester y Delmark han estado tamizando ese arroyo durante
cincuenta y cinco años, extrayendo pepitas de oro musical para quien las quiera
escuchar.
El
viernes 25 de enero de 2008 pasé un par de horas al teléfono con Bob, y
hablamos de la historia de Delmark y su personal relación con la música. Tras hablar
con él, estoy convencido de que si alguna vez me decido a escribir un libro
sobre el jazz y el blues del siglo XX, él será la primera persona a la que
acudiré para documentarme. Es una enciclopedia andante de esta música. La
entrevista que viene a continuación probablemente no constituya más de un
tercio de lo que hablamos, cuestiones que atañen directamente a Delmark o a
Bob. Aun así, creo que el lector podrá hacerse a la idea de la profundidad de
sus conocimientos y su amor por la música.
© Delmark Records
RICHARD MARCUS: Fundaste Delmark Records, de hecho, en San Luis no en Chicago. ¿Cómo sucedió, y cuánto tiempo estuviste en San Luis, y cuándo te mudaste a
Chicago?
BOB KOESTER: Fui a la Universidad de San Luis a estudiar cine. Mis padres no querían que fuera a estudiar a una
gran ciudad como Nueva York o Chicago, porque no querían que la música me
distrajera de los estudios. Por desgracia –para ellos– había un montón de
clubes negros de jazz en los alrededores de la universidad, no sé... unos seis
o siete. Para cuando estaba en segundo de carrera ya vendía en mi habitación
viejos discos de jazz comprados en tiendas de segunda mano de la ciudad.
También me apunté al St. Louis Jazz Club, y solían permitirme vender discos en
sus reuniones. De todas formas necesitaba más espacio, así que un tipo llamado
Ron Fister y yo abrimos una tienda a dos manzanas del campus. Seguíamos
vendiendo discos con grabaciones antiguas que yo encontraba, ya sabes,
comprando material de todos lados, pero también empecé a producir algunas grabaciones,
hicimos cinco discos de diez pulgadas y cuando dejaron de fabricarlos, me pasé
a las doce pulgadas y antes de mudarme a Chicago ya había grabado cuatro LPs y
medio.
RICHARD MARCUS: ¿Y
medio?
BOB KOESTER: Sí,
empecé a grabar a Big Joe Williams en San Luis y no terminé hasta que estuve en
Chicago.
RICHARD MARCUS: ¿Cómo
es que te mudaste a Chicago?
BOB KOESTER: Ron y
yo nos separamos. Él quería empezar a vender música pop y yo quería seguir
vendiendo jazz y blues, así que para finales de los cincuenta ambos habíamos
abierto nuestras propias tiendas. El propietario de Paramount Records decidió
que quería dejar el negocio y me ofreció venderme su catálogo. También me dijo
que debería venirme a Chicago, allí es donde tenían su sede, y también me ayudarían
a establecerme. Así que en 1959 me vine a Chicago y con su ayuda me hice cargo
de Seymour's Jazz Mart, cuyo propietario había sido el compositor y trompetista
Seymour Schwartz.
Tenía
dos pequeños remolques llenos de discos que me traje conmigo, pero tampoco
había mucho material en Seymour's, sólo el mobiliario y la caja registradora.
Bob Koester y un cliente en The Jazz Record Mart
© Delmark Records
RICHARD MARCUS: ¿Qué
pasó con Paramount Records?
BOB KOESTER: ¡Oh!,
no llegué a comprar Paramount porque tenían un contrato con Riverside por el
que les cedían los derechos sobre la mayor parte de su catálogo, así que no
quedaba mucho disponible. De todas formas, seguía comprando másters de viejas
grabaciones de compañías que habían cerrado o iban a cerrar. Me refiero a
material de los años veinte hasta los años de la [Segunda] Guerra [Mundial] y
finales de los cuarenta.
También
tenía el material que había grabado en San Luis, como los Windy City Six, que
tocaban jazz tradicional y fue la primera banda que grabé. Me traje a Big Joe
Williams a Chicago para terminar la grabación que habíamos empezado en San
Luis, que publicamos en el 60 o el 61. También grabé a Speckled Red, el gran
pianista de blues.
Estuvimos
en Seymour's hasta el 63 y nos mudamos a Grand Avenue, y cuando nos quedamos
sin sitio allí nos mudamos otra vez, a la tienda que tengo ahora The Jazz Record Mart en
Illinois Street, y el estudio, Riverside Studios en North Rockwell.
Barrelhouse Buck McFarland Alton Blues (DE-788)
Lo
curioso es que todavía estoy publicando cosas que se grabaron cuando yo estaba
empezando en San Luis, aunque no las grabara yo. Cuando pertenecía al St. Louis
Jazz Club había otro miembro que era policía, Charlie O'Brian, que localizó a
todos estos viejos músicos que habían tocado en la ciudad durante los años
veinte. Fue él quien encontró a Speckled Red y Barrelhouse Buck McFarland. El
disco que publicamos el año pasado de Barrelhouse se grabó en 1961 en el sótano
de Robert Oswald, el presidente del St. Louis Jazz Club. Tenía un equipo básico
con un par de micros y una grabadora de cinta. Hay un montón de gente que me
habría gustado grabar en San Luis, pero el hecho es que me faltó el dinero o la
ocasión.
RICHARD MARCUS: Supongo
que debería haber empezado preguntando esto: ¿por qué jazz y blues? ¿Qué te
atrajo a este tipo de música?
BOB KOESTER: No
sé, ¿por qué no? [se ríe]. Era la música que me gustaba. Nunca me gustó el country y al crecer en Wichita, Kansas, no tenía mucha más opción. Los nombres de esta
gente tenían un halo de misterio, "Speckled Red" ("pecoso
rojo"), "Pinetop" Perkins ("copa de pino" Perkins),
que les daban un aire muy atractivo, probablemente por mi infancia católica y
reprimida [se ríe]... Supongo que lo que me enganchó en principio fue el jazz
tradicional, quizás porque el único material que podía encontrar en las tiendas
de segunda mano eran discos usados de 78 RPM.
Hoy
sigue siendo parte de mi música favorita, y no logro entender por qué la gente
está siempre desdeñándola. Sigo publicando un montón de jazz tradicional, aun
cuando mucha gente no quiere saber nada de ello. Tenemos una bandas excelentes
en Chicago, The Salty Dogs entre otros.
The Original Salty Dogs
New Orleans Shuffle Delmark (DE-240)
RICHARD MARCUS: Me
encantó el grupo aleman que publicaste el año pasado, el que grabaste en la
ferretería Ace Hardware, que solía ser un club de jazz.
BOB KOESTER: Ah,
sí, los Footwarmers, van a volver este año, puedes venir a verlos.
RICHARD MARCUS: Será
difícil, vivo en Canadá, en Kingston, cerca de la frontera con el Estado de
Nueva York, es una tiradita para una sola noche.
Sé que
dedicaste mucho tiempo y energía en la adquisición de viejos catálogos como
Apollo, a hacer copias nuevas de los másters, y me preguntaba si alguna vez has
pensado dedicarte exclusivamente a eso, o si siempre planeaste sacar también
discos "nuevos".
BOB KOESTER: Como
decía, empecé comprando material de otra gente, ya sabes, compras 100 discos a
dólar la pieza y los vendes por tres cada uno, o algo así. Buena parte del
negocio era comprar los másters de varias compañías, y hacían falta unas tres o
cuatro para completar un disco porque sólo había tres o cuatro canciones en
cada cinta. Aún tengo algunas y no he hecho nada con ellas por esa razón,
especialmente ahora que necesitas 16 temas para un CD.
Mike Walbridge's Chicago Footwarmers Crazy Rhythm
Delmark (DE 247)
El CD
que acabamos de sacar, el Crazy Rhythm de los Mike Walbridge's Chicago
Footwarmers, lo componen dos grabaciones. Compré el sello Blackbird en 1965 y
publicamos un LP del grupo, y este año hemos vuelto a meter a la banda en el
estudio, la hemos grabado con su formación actual y hemos incluido las dos
grabaciones en un CD, de forma que el disco está dividido a partes iguales
entre lo viejo y lo nuevo, y te diré ya mismo que estamos sacando alrededor de
un 75% de discos nuevos y el resto son reediciones.
Tenemos
la suerte de disponer de nuestro propio estudio. No necesitamos alquilar uno
cuando queremos grabar y, de hecho, podemos alquilarlo a otros cuando nos hace
falta un dinero extra, porque grabar cuesta dinero y las ventas de jazz y blues
son tan bajas que tienes que tener mucha suerte para no tener pérdidas. ¿Sabes
que porcentaje de ventas tiene el blues en EE. UU.? El 1,5%. De jazz se vende
el doble, un 3%. Tenemos suerte si vendemos 1 000 copias de un disco el primer
año, y a partir de ahí las ventas van a menos.
Somos afortunados
por ser propietarios de una tienda de discos en la que podemos vender nuestras
propias grabaciones, y tenemos acuerdos de distribución con algunas tiendas, en
la calle y en internet. No obstante, el hecho es que ya no hay cadenas que
abarquen todo el país que mantengan stock en sus estanterías durante un
tiempo. Sitios como Borders mantienen los discos durante sólo 90 días y luego
los retiran. Aún no tengo las cifras del año pasado, pero tendremos suerte si
salimos sin pérdidas, aun cuando el disco de Buddy Guy vendió realmente bien.
El año anterior perdimos 25 000 dólares, y antes de eso 40 y tantos, y el año
anterior, 65 000.
© Delmark Records
¿Sabes
qué nos estaba aniquilando? Las descargas ilegales, por poco nos cierran el
negocio, lo digo en serio. O la gente tostando discos para otros... lo mismo.
El otro día tenía a dos tipos en la tienda y uno le dijo al otro:
"tuéstame una copia de ése y yo te hago una copia de éste" y ¡toma!
ahí se quedan mis ventas reducidas a la mitad. Eso es robar, porque en cualquier
caso estás sacando dinero del bolsillo del artista si es un disco nuevo, o del
de su familia, si está muerto. Por supuesto que la editorial propietaria de los
derechos de la canción se lleva dinero, pero tienen que pagar al autor cada vez
que se utiliza la canción.
Antes se
pagaban tres centavos por canción, tres centavos por canción y por disco. Ahora
son 9,5 centavos y están hablando de subirlo a 12. Cuando empiezas a hacer
sumas con todos los gastos asociados a la grabación de un disco, embalaje, distribución,
pagar a los músicos acompañantes y al titular del disco... para empezar tendrás
suerte de salir sin pérdidas, pero si la gente roba la música, te han jodido de
verdad. La cosa ha mejorado ahora que se han parado la mayoría de las descargas
ilegales y nos está llegando algún dinero de sitios como iTunes, pero seguimos
perdiendo dinero.
RICHARD MARCUS: Cuando
viniste a Chicago, cómo hiciste para empezar a grabar. Simplemente te
presentabas a la gente en los clubes y les decías "hola, tengo un estudio
de grabación, ¿quieres grabar un disco?", o tenías ya algún contacto.
Big Joe Williams - Piney Woods Blues Delmark (DD-602)
BOB KOESTER: Tenía
un par de cosas que había grabado en San Luis, un disco de Bob Graff y por
supuesto, el disco Piney
Woods Blues de Big Joe Williams, que publiqué en 1960, un año después
de mudarme aquí, pero sí, lo que hacía era abordar a los músicos en un bar
después de haberles escuchado y les ofrecía grabarles. Lo hacíamos por un
precio fijo y sin contrato, que era a la vez bueno y malo: podían grabar con
nosotros y hacer un montón de canciones una semana, y la siguiente podían hacer
el mismo material con otra gente y estarían compitiendo contra sí mismos.
Ocasionalmente
he hecho grabaciones con contrato de royalties, que son los que te pueden meter
en problemas, porque el músico puede pensar que le estás desvalijando, pero
tienes que pagar la grabación y todas las cosas que he mencionado antes, todo
lo cual sale del mismo saco. Si los músicos reciben un adelanto será a deducir
de los royalties, así que ahí mismo se te pueden ir 1 000 dólares. Si un disco
sólo vende 500 o 1 000 ejemplares puede que ni siquiera quede para pagar los
costes de grabación del maldito disco, no digamos ya los royalties.
RICHARD MARCUS: Sé
que para ti no ha constituido un problema, pero otros podrían haber querido que
lo fuera: ¿la cuestión racial fue alguna vez un problema, teniendo en cuenta el
ambiente de los sesenta y el hecho de que la mayoría de la gente que grababas
era negra?
BOB KOESTER: Chicago
no era el Sur, por lo que los prejuicios no eran muy explícitos. Existían por
el hecho de que los negros no eran bienvenidos en ciertos barrios, y porque
había restaurantes en el sur de la ciudad que no les atendían, pero aprendías a
evitarlos. En cuanto supe cuáles eran, nunca volví a comer en ellos. No tenían
carteles diciendo "negros no", ni nada por el estilo, pero se sabía
que no les iban a atender.
La
mayoría de los clubes de jazz y blues estaban en la parte sur o en la oeste de
la ciudad, que eran barrios negros. Cuando un blanco aparecía en un bar negro
se asumía que era un poli, un recaudador de impuestos, o que buscaba sexo. En
cuanto se enteraban de que estabas allí por la música y no por otra cosa, te
consideraban un amigo.
Las
veces que peor lo pasé fue por culpa de polis blancos que trataban de echarme
de los bares. Probablemente pensaban que estaba pasando drogas o algo. Pero
aparte de eso, nunca tuve problemas.
En los
viejos tiempos muchos de los problemas eran por cuestiones de dinero, porque es
innegable que se ha estafado a gente porque eran negros. Como no hice muchas
grabaciones a base de royalties y siempre pagué lo que pacté, casi nunca tuve
problemas.
Speckled Red - The Dirty Dozens Delmark (DE-601)
RICHARD MARCUS: Tienes
fama de ser un productor que deja hacer, que da libertad a los músicos. ¿Cuál
es tu papel en el proceso de grabación? ¿Hay alguna circunstancia en la que
tienes que intervenir y empujar las cosas en una dirección concreta?
BOB KOESTER: En
primer lugar, yo ya no soy productor, Steve Wagner se encarga de esas
cuestiones, pero como mucho yo hacía una sugerencia por día de grabación. No
soy músico, así que no voy a decirle a alguien lo que tiene que hacer. No creo
en la producción. No voy a meter un montón de cosas que no podrías oír hacer al
músico sobre el escenario de un club, por ejemplo. Incluso cuando metemos
vientos o cuerdas o cosas por el estilo, no soy yo el que hace los arreglos.
Es
curioso, ¿sabes?, porque firmamos a Luther Allison para que grabara tres
discos, y no quiso cumplir el contrato porque decía que no le dábamos
suficiente producción. Puedo entender que un tipo quiera volver y corregir sus
errores, pero, francamente, no me puedo permitir que un tipo gaste 20 horas de
estudio trabajando en un tema para que suene perfecto.
De todas
formas, tampoco quiero la perfección. Lo que busco es a los músicos echándole
un par de huevos, el sonido que tienen por la noche cuando tocan al máximo, eso
es lo que quiero grabar. Cuando escojo a alguien para hacer un disco, lo hago
porque me gustan sus ideas, lo que trata de hacer sobre el escenario, con la
música, no porque tengan técnica. Alguna gente que he grabado en realidad no
toca nada bien la guitarra, se acompañan, si acaso, pero las cosas que hacen
con la voz son alucinantes, y eso es lo que quiero. Lo que hacen es alucinante,
eso les hace lo que son.
RICHARD MARCUS: ¿Cómo
describirías tu relación con los músicos con los que trabajas?
BOB KOESTER: Normalmente
es una buena relación hasta el punto en que se convierten en tus empleados. Qué
va... en realidad depende de los grupos y las personas, ya sabes. Como decía,
es probable que una de las razones por las que pago tan pocas grabaciones en
base a los royalties es para que no haya dudas sobre el dinero ni que se time a
nadie. No tenemos unas ventas como para hacer contratos de royalties que le
merezcan la pena a nadie, especialmente al músico en cuestión.
Muhal Richard Abrams Levels and Degrees of Light (DD-413)
RICHARD MARCUS: Delmark
fue uno de los primeros sellos que grabó jazz avant-garde de Chicago en
los sesenta. ¿Cómo se produjo esa asociación?
BOB KOESTER: Siempre
he sido consciente de que el jazz ha experimentado y sigue experimentando
muchos cambios. Todo lo que tenías que hacer era escuchar qué se hacía de
década a década. En los años veinte y treinta había barrelhouse y boogie-woogie,
swing y big bands en los treinta y cuarenta, y después vino el be-bop.
Cuando yo empezaba, en San Luis, en los cincuenta, tuve el primer disco de Sun
Ra en mi tienda ya entonces, y eso era en 1956.
Uno de
los discos que siempre tengo disponible es el del famoso concierto en el Massey
Hall.
RICHARD MARCUS: ¿El
Massey Hall de Toronto, en Canadá?
BOB KOESTER: Sí,
ése es. Es una grabación de Dizzy Gillespie, Charlie Parker, Charlie Mingus,
Bud Powell y Max Roach..., jolín, es el único disco que está catalogado bajo
cinco nombres distintos, porque podrías ponerlo a nombre de cualquiera de esos
tipos y no importaría.
¿Sabes
que es aun más increíble? Ese disco, aun a día de hoy, vende unas 10 000
copias cada año. El sonido se grabó tan mal, que a Mingus apenas se le oye en
los másters. Se los pasaron antes de mandarlo a fábrica y regrabó todas sus
partes. [*]
Anthony Braxton 3 compositions of new jazz (DD-415)
Sin
embargo, en lo que respecta a la avant-garde o el jazz moderno que
grabamos en Delmark, se debió principalmente a que Chuck Nessa trabajaba conmigo
en aquella época. La AACM [siglas en inglés de la Asociación para el Progreso de los Músicos Creativos] era parte de un movimiento de jazz muy
serio con base en Chicago por aquel tiempo, pero aún no habían grabado nada.
Estamos hablando de gente como Roscoe Mitchell, Joseph Jarman, Muhal Richard
Abrams, Anthony Braxton y Kalaparusha Maurice McIntyre. Fue Chuck el que
produjo esos dos primeros álbumes que hicimos con la AACM, que a la postre fueron las primeras grabaciones de ese movimiento. También hemos
comprado los másters de Transition, el sello que produjo los dos primeros
discos de Sun Ra con la Arkestra, y los hemos reeditado.
Lo que
estos músicos estaban haciendo era una de las músicas más importantes de aquel
momento, y aún lo es. He de decirte que todavía no sé si en realidad entiendo
siempre lo que hacen, pero lo que importa es que lo hagan. También recuperaron
la improvisación en grupo, que era un rasgo del jazz tradicional que
desapareció cuando la atención se centró sobre la labor de los solistas, que
era el enfoque del bebop. Es curioso, ¿sabes?, porque esta gente no toca jazz
tradicional, pero recurrieron a ese estilo para inspirarse.
Lo que
aprecio verdaderamente es el hecho de que comprendan que hay una historia de la
música, que no teman utilizar lo que se ha hecho antes como trampolín para
saltar hacia cosas mejores y de mayor calado. Lo que me mosquea es que los
medios especializados ignoren el jazz tradicional, y que tanta gente no le
dedique un instante o que lo desdeñe sin escucharlo. La pena es que es música
verdaderamente buena.
Una cosa
que he notado es que ha renacido cierto interés en el jazz tradicional desde el
Katrina y las inundaciones de Nueva Orleans... quizás salga algo bueno de todo
esto y la gente vuelva a escucharlo.
RICHARD MARCUS: Ha
habido un montón de cambios en la industria discográfica desde que empezaste,
como el paso de lo analógico a lo digital. Parte de ese cambio ha implicado que
sea más fácil producir discos y vídeos de actuaciones en directo, gracias a los
DVD. Delmark ha lanzado su propia línea de DVD recientemente, con conciertos en
directo grabados en bares y locales pequeños. ¿Cuándo y por qué empezastes a
producirlos?
BOB KOESTER: Tienes
que pensar que yo fui a la universidad a estudiar cinematografía, o sea que a
mí siempre me ha interesado el cine. El problema es que no era rentable antes
de que salieran las videocámaras y los medios digitales. En general son mis
hermanos Tom y Steve los que se encargan del rodaje. De hecho Tom es operador
de cámara y ha participado en series como The Rockford Files [Los
casos de Rockford] y fue director de fotografía en otras historias. A veces
usamos hasta diez cámaras en un rodaje.
Evidentemente
hubo que hacer un desembolso inicial para comprar todo el equipo, pero lo
planteamos como una maniobra comercial que funcionaría y tendría sentido por lo
que habíamos tratado de hacer con todas nuestras grabaciones, tratar de
capturar el sonido en vivo. Hemos tenido éxito con las ventas, especialmente al
final de los conciertos. Para muchas de las bandas que grabamos, las ventas que
hacen tras los conciertos son muy importantes porque, como decíamos antes, ya
no hay tiendas como antes, que vendan discos de jazz y blues y que mantengan un
fondo de catálogo.
Antes
había cadenas en las que podías colocar un disco en todo el país, pero ahora te
puedes considerar afortunado si te metes en algo como Wal-Mart. La única cadena
que queda de las que abarcaban todo el país ni siquiera paga sus facturas ahora
mismo, y tampoco es plan andar persiguiendo gente para que te paguen lo que te
corresponde, porque al final casi es más caro que lo que te deben. En Toronto
solía haber una tienda muy buena...
Sun Ra Sun Song Delmark (DD-411)
RICHARD MARCUS: Sam
The Record Man, sí, cerró hace algún tiempo.
BOB KOESTER: Ya,
lo sé, así que tampoco queda mucho en Canadá en cuestión de cadenas a nivel
nacional.
RICHARD MARCUS: Bueno,
está HMV y otra más pequeña, Sunrise, pero no sé si ésta abarca todo el país.
BOB KOESTER: Así
están las cosas en EE. UU. ahora que Tower ha cerrado. La otra cosa es que ni
siquiera quedan muchos distribuidores, quizás cuatro o cinco realmente
importantes que te pueden meter en las tiendas, pero muchas de nuestras bandas
no tocan fuera de Chicago, así que ¿quién va a comprar sus discos en Peoria [Illinois]
o algún pueblo del Medio Oeste? Por esa razón las ventas después de los
conciertos son tan importantes, y los DVD son otro producto que podemos vender.
La gente ha estado viendo a la banda sobre el escenario, y el DVD es una oferta
atractiva porque te permite llevártela a casa de un modo que no te permite el
CD.
RICHARD MARCUS: Te
has dedicado a esto durante cincuenta y cinco años. Supongo que la pregunta
inevitable es si cuando empezaste a hacer esto pensaste que ibas a durar tanto,
si tu negocio crecería tanto como lo ha hecho y si hay algo que lamentes.
BOB KOESTER: El
caso es que es más difícil dejar el negocio que entrar en él. Acabas empeñando
tanto dinero que parar no es algo que te puedas permitir. Los últimos cinco
años han sido duros, y estamos empezando a salir de los números rojos...
quizás. Los DVD han ayudado y hemos tenido suerte con un par de CD del año
pasado, que vendieron más de lo que esperábamos. Sólo puedo esperar que siga
así y que mi esposa y mi hijo puedan ver parte del dinero que perdimos.
Lo único
que lamento son las ocasiones que he perdido de grabar a alguna gente, por no
haber estado en el sitio adecuado en el momento adecuado. Estuve a punto de
hacer unas grabaciones folk, aunque en realidad no era lo mío, porque había
gente muy buena tocando en Chicago. En una ocasión estaba este tipo tocando en
la ciudad y todo el mundo me decía que tenía que ir a verle y todo eso, pero lo
iba aplazando. Ya sabes cómo son estas cosas, la gente te dice que hay un tipo
que es increíble y en realidad tampoco es para tanto.
El caso
es que resultó que el tipo, John Prine, sí era increíble y fui donde él después
de su concierto y le dije, "mira, tengo un sello discográfico y me
encantaría grabarte". Me dijo que ya tenía dos ofertas, una de Atlantic y
creo que la otra de Capitol. Le dije que fuera con Atlantic porque tenían mejor
reputación a la hora de tratar a la gente. Al final firmó con ellos, así que
quiero pensar que quizás le ayudé a decidirse.
Pero
bueno, en realidad me ha ido bien. No tengo niguna queja.
Creo
que es el hecho de que Bob Koester y Delmark Records no sean más conocidos dice
muy poco sobre el negocio de la música y la música pop en general, teniendo en
cuenta la aportación que él y su sello han realizado a lo largo de los últimos
55 años. A pesar de lo que dice de que es más difícil salir del negocio de la
música que empezar, ha habido un montón de sellos independientes que no han
superado el paso del tiempo de la forma en que él y su sello lo han hecho.
Pienso
en toda la gente a la que se conceden Grammys como recompensa a sus
carreras o su contribución a la industria discográfica, y hay pocos que estén a
la altura de lo que ha logrado Bob con su sello. No sólo ha grabado a algunos
de los mejores intérpretes de jazz y blues de nuestra era, sino que ha
rescatado una música increíble del pasado que, de otra forma, podría haberse
perdido para siempre.
Tómese
como botón de muestra el proyecto más reciente que ha emprendido Delmark: la
remasterización y transferencia a CD de viejos rollos de pianola registrados en
los años veinte y treinta que luego se grabaron para el sello Euphonic. Si no
fuera por Bob y su sello, este trozo de historia de la música americana se
habría perdido. El lector puede visitar www.delmark.com y echarle un vistazo a su catálogo en internet, o hacerse con una copia del
boletín de Jazz Record Mart (la tienda de discos de Delmark), recibir
por correo el Rhythm & News o descárgarse la la versión en .pdf para
poder hacerse una idea de lo que quiero decir.
En
todo caso, Delmark es más que música y vídeo. Es la historia de la única música
originaria de Norteamerica. Todos los amantes del jazz y el blues del mundo le
deben un voto de agradecimiento al Sr. Koester por haber fundado este sello y
por haber compartido con todos nosotros su amor por la música, sin importar la
forma que adopte.
_____________
N.
del T.: En realidad los másters eran propiedad de Mingus y Roach,
propietarios de Debut Records (al parecer los organizadores del concierto les
cedieron las cintas en compensación por la escasa asistencia de público). Antes
de la publicación del correspondiente LP, Mingus regrabó el bajo sobre las cintas
originales porque sonaba muy distante. |