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Secret Story (Geffen, 1992)
En una entrevista concedida a Roy Firestone en 1992, y ante la pregunta
de si había conseguido llegar a lo que deseaba musicalmente con Secret Story,
el siempre auto-exigente Pat Metheny le respondió que este CD era lo más
cercano a sus ideales que había hecho hasta el momento. Conociendo el habitual
pesimismo de Pat hacia su propio trabajo, estas declaraciones eran más que
reveladoras. Y es que, incluso los que intentamos huir de pronunciamientos
absolutos, solemos coincidir en que Secret Story es, posiblemente, la mejor obra
en toda la carrera de Metheny, así como una de las más importantes del siglo
XX. No en vano Wayne E. Goins dedicó a este CD todo un libro: Emotional Response to Music: Pat Metheny's Secret Story (Studies in the History and Interpretation of Music, V.
80).
¿Cómo pudo Pat concebir una obra de tal calibre? Pues de la forma más
irracional: por amor. Secret Story es un viaje musical a través de la relación
sentimental que el guitarrista mantuvo con la brasileña Shuzy Nascimento, a
quien conoció en el club Jazz Mania de Rio de Janeiro. La obra vuela a través
de diversas fases, con un comienzo prometedor cual amanecer, una fase intermedia
dulce y romántica y un final triste y melancólico que evoca el final de la
pareja. Shuzy no llevaba bien la idea de que Pat diera casi 300 conciertos
anuales por todo el mundo y rompió con él. Lo sentimos por Metheny, pero lo
cierto es que esa ruptura provocó, en la parte final del disco, y según
palabras del propio músico, "los mejores 20 minutos de música que he
escrito jamás".
Tan íntima y personal es la obra que Pat Metheny quiso grabar todos los
instrumentos, y de hecho en un principio lo hizo. Finalmente, la idea de
enriquecer la interpretación con músicos especialistas para cada instrumento,
así como la posibilidad de invitar a sus mejores amigos en una obra tan
autobiográfica como esta, provocó una extensa colaboración de colegas entre
los que se encuentran su gran amigo Charlie Haden, sus compañeros y
ex-compañeros del Group Lyle Mays, Steve Rodby, Paul Wertico, Dan Gottlieb,
Armando Marçal, Nana Vasconcelos y Mark Ledford, los músicos de estudio Will
Lee, Anthony Jackson y Steve Ferrone, su colaborador Gil Goldstein, el genio de
la harmónica Toots Thielemans y, para grandeza de la obra, la London Orchestra
conducida por Jeremy Lubbock, ni más ni menos. Una amplia sección de cuerda
que imprime al disco aún más carácter, dejándose llevar por la belleza de
las composiciones y provocando una amplia expresión de texturas paralelas,
distintas pero perfectamente encajadas. A pesar de todo ello, Pat no sólo se
encarga de las guitarras, ampliando su discurso al piano, teclados, bajo
eléctrico y "percusión eléctrica" (controlada por el synclavier).
En lo referente a los temas, cada uno de ellos es una auténtica joya. Above
the Treetops está basado en un himno tradicional camboyano (Buong Suong). Para
interpretarlo con frescura Pat se hizo acompañar de un coro de voces de la
propia Camboya, que arranca el disco sobre los sintetizadores y la orquesta
dando un halo de positivismo a los primeros segundos de escucha. El breve
interludio de Pat a la guitarra acústica otorga la mínima variedad que la
pieza necesita. La sonoridad "del Oeste" de Facing West sirvió a
algunos expertos para relacionar la composición en Secret Story con la de
maestros clásicos estadounidenses como Aaron Copland y Charles Yves. Realmente
el tema fue escrito unos años antes, en la sesión de Still Life
(Talking).
Camina de forma espectacular gracias a las guitarras rítmicas y el trabajo de
las cuerdas, haciendo olvidar la ausencia de batería. Cathedral in a Suitcase
es una composición más experimental, donde Pat trabajó con distintas
polirritmias. Es, quizás, el corte más oscuro y ambiguo del CD, si bien no
desentona en absoluto. Los casi 10 minutos de Finding and Believing se
encuentran entre los momentos más espectaculares jamás grabados por Pat
Metheny. Dos partes bien diferenciadas, la primera rápida y muy rítmica basada
en un groove de bajo eléctrico, la segunda animada y jazzera, con Pat soleando
sobre su propio acompañamiento al piano, desgranando una bellísima armonía.
Sobre ambas partes, en distintos momentos, las voces de Mark Ledford cantan una
frenética melodía entre el minimalismo y la locura. Para demostrar la
sofisticación con que se grabó el disco, basta decir que Metheny cambia de
sección rítmica en las dos partes de este tema, separadas por un precioso
interludio de orquesta.
La parte intermedia de Secret Story es la más plana y con menos sorpresas,
otorgando la inflexión necesaria al devenir de la obra. En The Longest Summer
el guitarrista desmigaja melodía y acordes al piano para introducirse en un
enorme solo de guitarra sintetizada. Sunlight es el corte más
"veraniego", bonito y divertido (Pat confesó que se trataba de un
pequeño homenaje a Burt Bacharach). Punto
central del CD y paso a Rain River, donde la mezcla de la electric sitar y la
flauta de Andrew Findon (miembro de la Michael Nyman Band) proporcionan curiosas
calidades tímbricas a la melodía, mientras la percusión de Marçal lleva en
volandas al grupo. Always and Forever, la balada dedicada a sus padres, es ya un
clásico. Versionada por otros músicos en la última década, se trata de una
deliciosa balada donde la guitarra acústica habla con voz propia, fuertemente
asentada en las cuerdas y el contrabajo de Charlie Haden. Para rematar la faena,
el maestro Toots Thielemans interpreta un breve solo de harmónica al final del
tema para aportar contraste tímbrico y la presencia de otra voz distinta. See
the World es la composición más cercana al Pat Metheny Group, sólo que los
teclados de Lyle Mays han sido sustituidos por una sección de vientos en la que
se encuentra Mike Metheny, el hermano mayor. Nos adentramos en el final del
disco, camino al que nos lleva un pequeño interludio, As a Flower Blossoms (I
Am Running to You) cuya melodía interpreta Pat al piano doblándose con la
guitarra Pikasso, y en cuya repetición aparece la voz de Akiko Yano cantando
una letra en japonés que ella misma escribió.
Los últimos cuatro temas son cuatro obras maestras por sí solas, pero en el
contexto de Secret Story se engrandecen y hacen a uno disfrutar de una
experiencia irreal, mágica, casi mística. Antonia es uno de los temas más
queridos de Pat Metheny. La introducción y primera melodía interpretadas por
el acordeón con sensación de ausencia de tiempo (no se trataba de un acordeón
real, sino del synclavier) transportan al oyente a un estado de suma placidez.
La entrada de la sección rítmica y el solo de guitarra, uno de los mejores
jamás grabados por Metheny, elevan dicho estado a cotas inimaginables. El
estilo y la clase con que se vuelve a la melodía final, y ese leve silbido que
profiere Nana Vasconcelos, son detalles impagables. Originalmente fue compuesta
para el ballet Adieux de Montreal, al igual que The Truth Will Always Be, uno de
los temas más personales de Pat, donde una larga exposición instrumental con
los distintos colores de la orquesta navegando sobre un fondo percusivo da paso
a un solo de guitarra sintetizada desgarrador, íntimo y sentido. Nueve minutos
de emoción y drama, de angustia y dolor. Y el dolor presente se convierte en
pasado, el enfado en tristeza, la rabia en melancolía. ¡Cuántas lágrimas se
habrán derramado escuchando Tell Her You Saw Me! Técnicamente un vals donde
acordes orquestales contestan a pequeños motivos expresados en tono grave, un
vehículo para una lenta y medida improvisación de guitarra reforzada por la
presencia de un harpa. Emocionalmente una auténtica bomba, expresión y
expresividad en estado puro, sensibilidad a borbotones. Cómo será que hasta el
propio Pat, al hablar de esta composición, tan sólo comenta: "Un tema
especial de tocar". La recapitulación, en Not to Be Forgotten (Our Final
Hour), una pieza llena de lirismo donde Metheny desaparece, dejando todo el peso
de la interpretación a la orquesta. Él ya había hecho lo que debía.
El Grammy recibido y la nominación a mejor composición instrumental por The
Truth Will Always Be son meras anécdotas. Hay veces en que la calidad musical
está por encima de toda clasificación, y Secret Story supera todas las
previsiones. Lo hizo en su época y sigue tan vigente como entonces. Sólo nos
queda dar las gracias a Pat Metheny por maravillas como esta, y animarle a que
intente superarlo. Si es posible.
© Arturo Mora Rioja, 2005 |
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