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Iñaki Salvador
(© Herminia Sirvent)
El
día 21 de enero actúas en el Auditorio Kursaal con una formación
especialmente seleccionada para la ocasión. ¿Estamos hablando de
un concierto de reconocimiento a la figura de Iñaki Salvador?
Se
trata de una reedición de un hermoso regalo que el Festival de Jazz
de Getxo me hizo hace un par de años, un concierto de “Carta
Blanca”, es decir, el lujo de poder elegir con qué músicos
quieres compartir escenario por una noche. Ahora es Donostia quien
quiere repetir la experiencia y vuelvo a recibirlo como un obsequio
al mismo tiempo que como una oportunidad de devolver la confianza
que deposita en ti quien te ofrece una oportunidad así. Hablar de
“reconocimiento a mi figura” podría sonarme muy halagador si no
me resultara excesivo. Lo de figura parece que suena a alguien quien
ha llegado a algún sitio y te soy sincero si te digo que me siento,
más que nunca, “en la carretera”, en pleno aprendizaje y
crecimiento. O quizá más exactamente (sin renunciar al gozoso
sentimiento de ser “eterno estudiante”) en un momento en el que
voy interiorizando más nítidamente la filosofía de una frase que
leí por ahí y que intenté incorporar a mi mochila como axioma
vital: “la felicidad no es una estación a la que se llega sino
una forma de viajar”.
Siendo esto así, este concierto lo vivo como una parada del
viaje en la cual voy a compartir una “cafecito musical” con unos
viajeros de lujo, o puede vivirse también como si estos enormes músicos
fuesen revisores del tren en el que viajo, quienes me van a pedir el
billete, desde luego, y a quienes se lo voy a mostrar con la sana y
humilde intención de demostrar que lo compré porque me gusta
viajar y porque quiero seguir ruta.
En Getxo ya tuviste una experiencia de “carta blanca”.
¿Cuál ha sido tu criterio de selección de los músicos?
Pensé en el momento de elegir en personas de las que pudiese
aprender mucho desde su enorme experiencia, más que en creadores
necesariamente innovadores y/o transgresores. Siendo un concierto
para el cual sólo puede hacerse un ensayo consideré, y creo que
acerté, que sería interesante contar con gente con la cual abordar
un repertorio muy “estándar” a partir del cual disfrutar de su
peso, de lo contundente de su pulsión rítmica, de su lenguaje,
de su cualidad como representantes de lo más genuino de lo
que damos en llamar “la tradición”. Pienso que todos ellos,
algunos más veteranos, otros más jóvenes, han estado y están
escribiendo páginas de la historia del jazz desde su enorme
honradez y discreción como músicos, en esa zona de la escena en la
que se colocan, por derecho y voluntad propias, los bregadores, más
que los timoneles. En Getxo gocé de la lección de “oficio” y
respeto por la música y los músicos que me ofrecieron. Y estoy
seguro de que en Donostia, al márgen de la suerte que tengamos en
los resultados, el proceso va a estar trufado de los mismos
principios básicos.
¿Cuál va a ser el repertorio de concierto?
Al igual que sucedió en Getxo será una mezcla de temas “estándar”
con composiciones mías. Desde composiciones tan conocidas en
nuestro universo musical como “Invitation” o “Black Nile” a
temas propios de mis CDs de estos años como “Mind” o “Como tú
quieras”, o algunos de ellos algunos inéditos como “Duda
razonable”. Todo ello con sencillos arreglos para sexteto que
estoy preparando para la ocasión.
Iñaki Salvador (Festival Jazz Getxo 2002)
(© José Horna)
Si
tuvieras la posibilidad de una “carta blanca” con músicos de
toda la historia del jazz, ¿qué nombres te acompañarían en el
escenario?
Pues lamento no ser capaz de hacer un ejercicio de
“fetichismo” musical. Digo siempre, y desde la máxima
sinceridad aunque pueda sonar asquerositamente “políticamente
correcto”, que considero que ha sido y es un privilegio compartir
escenario con todos y cada uno de los músicos con quienes he
trabajado y trabajo. Con unos ha podido haber mayor sintonía que
con otros, de algunos habré aprendido más que de otros, con
algunos habré conseguido mejores resultados musicales, y muchos de
ellos habrán gozado de mi compañía y muchos otros no, pero la
experiencia de uno es algo a no despreciar nunca, sobre todo porque
te ha forjado y te ha hecho llegar hasta donde estás. En ese
sentido, cualquier músico considerado como “histórico” en la
historia del jazz, a buen seguro me hubiera interesado y me interesa
como compañero de escenario.
No son malos momentos para Iñaki Salvador. A la actividad como
instrumentista sumas la coordinación del departamento de jazz de
Musikene. ¡Por fin un sueldo estable!
Bien es sabido que sueldo estable no es siempre, ni mucho menos,
sinónimo de bienestar profesional, si entedemos éste como el
privilegio de desarrollar una actividad remunerada que llene
nuestras expectativas creativas, en el caso de la música al menos.
Por ello, y gracias al cielo, no es mi nómina de Musikene el primer
sueldo estable del que he podido disfrutar, pero sí uno de los
varios que he recibido sintiéndome respetado y excitado
profesionalmente. Así que bienvenido sea el formar parte del
proyecto de Musikene pero, fundamentalmente, por lo que supone de
ser parte activa en el empeño de poner en pié un Centro que nace
con la vocación de conjugar rigor académico con la frescura y la
capacidad de riesgo que debe asumir un conservatorio superior. Ojalá
los muchos que compartimos este nacimiento seamos lo suficientemente
hábiles para darle vuelo y ojalá también quienes tienen la
responsabilidad de proporcionarnos una adecuada pista de despegue no
dejen en la estacada el trabajo, la energía y la ilusión que en
todo ello se está poniendo.
Aunque sea Berklee la gran escuela de jazz internacional (al
menos a efectos populares), existen otros modelos como puede ser por
ejemplo el conservatorio Sibelius de Finlandia. ¿Se ha basado
Musikene en algún modelo concreto?
Es innegable que Berklee es históricamente, para lo bueno y
para lo malo, una referencia para todos aquellos que
profesionalmente enseñamos música improvisada. Su sombra es
alargada y
aun aquellos que no hemos pisado esta escuela de referencia
jamás,
somos herederos , en mayor o menor medida,
de los modos y maneras de trabajar de este centro. Pero
Musikene en general y su departamento de Jazz en particular nace con
la vocación de fijarse en múltiples referentes y también, en la
medida de lo posible y con toda humildad, de crear en base a todas
las experiencias ya existentes, un modelo propio y flexible de
funcionamiento en lo académico. Bajo esa premisa, el trabajo se
torna tan difícil como apasionante, y estamos aún, con dos años
de vida de nuestro departamento, dando los primeros pasos por lo que
resultaría arrogante no reconocer que nos nutrimos de la
experiencia y conocimientos aportados por quienes llevan años enseñando
música moderna y son además poseedores por “genética
cultural” de las bases técnicas y estéticas de la música
afro-americana, pero al mismo tiempo, insisto, dispuestos y
convencidos de que hemos de ahondar en nuestras propias raíces,
como europeos, para hacer de nuestro sistema de enseñanza un
crisol, un prisma de muchas caras.
Musikene
lleva dos años en funcionamiento. Sombras y luces de estos dos
cursos.
En una respuesta anterior hablo de que necesitamos del ejercicio
de responsabilidad que han de hacer quienes deben facilitarnos una
pista de despegue para que todo esto vuele y no solo circule, o ni
siquiera esto último. Con ello quiero referirme a varios aspectos
pero con claridad a lo que ahora se torna como urgente que es dotar
al Centro de un edificio adecuado y estable. La falta de espacios
para el normal y óptimo desarrollo de la actividad académica es un
mal que arrastra el centro desde su nacimiento pero que en estos
momentos, en su tercer año de vida, está siendo un lastre difícil
de llevar y muy perturbador del trabajo cotidiano. Esto hablando de
las sombras. Y luces hay muchas, sería injusto negarlo. El propio
hecho de apostar por la creación del Centro y el esfuerzo
presupuestario y de gestión realizado para poder contar con el
concurso de grandes profesionales como docentes es algo de agradecer
y de lo que debemos sentirnos satisfechos pero, y por respeto a
estos dos pilares citados y en aras a la efectividad y para no
malograr lo invertido ya, es urgente quitar la soga que aprieta cada
vez más el cuello de este recién nacido.
Uno de los grandes atractivos de Musikene se encuentra en el
profesorado. Un centro como éste requiere una fuerte inversión
económica. ¿Qué viabilidad de futuro tiene?
Ni me corresponde hacerlo ni tengo capacidad para valorar algo
así. Me atrevo tan sólo a opinar en este caso como ciudadano.
Desde ahí me atrevo a decir que un proyecto así y su viabilidad,
para bien y para mal, sólo pueden ser valorados tras un tiempo
razonable de vida en el que no falten dos cosas básicas: claridad
en las ideas, es decir, un proyecto, una idea muy perfilada de hacia
dónde se quiere ir, y, por otro lado, los recursos suficientes para
que el viaje se pueda producir. Sin un destino claro, y sin alforjas
para ese viaje, corremos el peligro de quitarnos la razón a quienes
pensamos que la creación del Centro fue una feliz e importante
idea. Espero que no nos falte, a cada cual desde su responsabilidad,
energía, talento y determinación para que la idea se convierta en
gozosa realidad.
Independientemente de lo económico todo esto no puede existir si
no es gracias al alumnado. ¿Qué respuesta de alumnado ha existido
en estos dos años? ¿Qué nivel e inquietudes presenta el mismo?
Lo cierto es que la respuesta ha sido excelente, el Centro ha
suscitado y suscita mucho interés entre los estudiantes de música
de nuestro entorno más cercano y de lugares muy recónditos, en
algunos casos, y la valoración que hago a ese nivel es muy
positiva. Trabajamos con un alumnado ilusionado, muy motivado,
ambicioso y espero y confío en que siga siendo así. Se enfrentan a
unos planes de estudios muy serios, de alta exigencia en lo
cuantitativo (horas de estudio) y en lo cualitativo (especialización
de las materias) y para los que se requiere esfuerzo y talento.
Pienso que en su inmensa mayoría han entendido y aceptado el reto y
están poniendo, en líneas generales,
lo necesario para que el trabajo tenga un final feliz.
Pirineos Jazz Orchestra
Prácticamente
en paralelo a la creación de Musikene aunque independiente de éste
nace la Pirineos Jazz Orchestra, de la que formas parte y que acaba
de grabar un primer disco. ¿Qué valor real tiene la orquesta en
este momento para sus componentes?
El
alto valor de ser conscientes de que forman parte del nacimiento de
un proyecto tan difícil como necesario, atractivo e ilusionante.
Ahora
hay proyecto donde antes no lo había. Sin embargo, ¿no ve la
orquesta limitado su crecimiento artístico al depender del bolo en
vez de poder trabajar con independencia de los conciertos? Existen
ejemplos como la UMO Jazz Orchestra en Finlandia o la Orquesta
Nacional de Jazz en Francia.
Es evidente.
Pienso que el gran mensaje que quiere lanzar esta orquesta es el de
que la creación de una orquesta pública y estable de música
moderna es algo que debieran abordar las instituciones de hoy, del
siglo XXI. Este proyecto cuenta con subvenciones pero no deja de ser
un grupo privado que, efectivamente, está en el mercado a merced de
la ley de la oferta y la demanda entendida en términos meramente
económicos. Se puede entender que una agrupación así, con 18 músicos
en escena, y un equipo de no menos de 10 personas entre gestores y técnicos
varios, tiene su vida muy amenazada y sus posibilidades de
desarrollo muy mermadas. Con nuestros conciertos de este primer año
creo que hemos cubierto varios objetivos, siendo uno de ellos y de
especial relevancia el demostrar que hay capital artístico e interés
por parte del público para crear una estructura estable y pública
de creación, promoción y distribución de la oferta artística de
nuestra música y de nuestros músicos. Queremos por tanto demandar
a quien corresponda contestarlo cuáles son los criterios por los
cuales las orquestas públicas lo son en función de su opción
estilística. Bien es cierto que algunos llevamos muchos años
preguntándolo y nadie se da por aludido, es decir,
no es que la respuesta al interrogante no nos convenza, la
cosa es mucho más triste, no ha habido respuesta o yo, al menos, no
la he conocido.
¿Por dónde camina y por dónde le gustaría a Iñaki Salvador que
caminara el criterio artístico de la banda?
Pienso que puede
haber varios caminos y casi todos ellos válidos. Considero que
debieran ser los mismos por los que se rigen (o debieran) las
orquestas públicas de música clásica existentes: repertorio histórico
y estrenos de obras de autores contemporáneos. Eso en el caso de
ser públicos, insisto, que no es el caso. Siendo como somos un puñado
de músicos que queremos hacer música de jazz en formato de Big-Band,
siendo esas las únicas premisas, me inclinaría por abordar repertorios atrevidos,
comprometidos con nuestro espacio y con nuestro tiempo. Aún
sabiendo que hay un contrasentido en lo que digo, habida cuenta de
que los criterios de programación de conciertos y festivales son,
en líneas generales, tremendamente conservadores. Pero considero
que crear una orquesta así para ofrecer un repertorio no original
en el sentido de tocar lo que ya ofrecen centenares de Big Bands del
mundo entero es algo que resta interés y aliciente al ímprobo
esfuerzo de tenerla en marcha.
La plataforma “Nuestro Jazz” creada hace unos meses
parece ser un intento real de unión del músico de jazz español en
la búsqueda de una mejora de las condiciones profesionales. ¿Qué
opinión te merece este movimiento? ¿Cuál es tu implicación en
ella?
Me parece de agradecer a
quienes lo han puesto en marcha. Creo que va en la línea de lo que
muchas asociaciones de músicos españoles han reivindicado desde
tiempo atrás. Mi corta “expeciencia asociativa” siendo uno de
los fundadores y Presidente de la extinta “Músicos Asociados de
Euskadi” me hace pensar y sentir que una movilización como la que
pretende esta iniciativa es tan necesaria y justa como complicada en
su gestión y en la consecución de los objetivos finales que
persigue. Mi implicación es la de haber firmado, como tantos otros,
el manifiesto fundacional y la de estar, en la medida de mis
posibilidades, a disposición de quienes están tirando de este
carro en aquello que humildemente pueda aportar.
Aunque
las Instituciones sean el “enemigo” con el que negociar tengo la
sensación de que en ocasiones el mayor de los enemigos se encuentra
en los propios músicos. Parece que en muchas ocasiones cada uno va
a lo suyo y que incluso entre una parte de los músicos existe
escepticismo ante actuaciones de este tipo.
Creo que así
es, y es algo que desmoraliza mucho cuando uno decide poner su
tiempo y su energía a disposición de unas reivindicaciones en las
que uno cree y de unas acciones que, de dar el fruto deseado,
beneficiarán a todos. En ese sentido apelaría a la implicación e
ilusión de la mayor cantidad de músicos posible en la fase, al
menos, de debate de lo que creemos que debe y puede hacerse, que es
mucho.
Cuál es el análisis general de la situación del jazz en España
desde tu perspectiva.
Creo que
asistimos a décadas muy importantes del jazz en España. Por encima
del manido debate (y que a mi no me interesa en exceso)
de si hay un buen número de creadores o sólo una nueva pléyade
de músicos de buena base técnica pero sin nada que decir, lo que
yo subrayaría es que hay proyectos en cantidad y calidad suficiente
como para estar ilusionados y expectantes y que, desde luego,
merecerían la mayor parte de ellos un mejor trato de programadores
y público del que gozan en la actualidad.
Los festivales en el centro de mira. Euskadi tiene tres de entidad.
¿Tienes opinión crítica sobre ellos?
El sólo hecho
de observar el dato de que hay tres festivales en un radio de pocos
kilómetros, apiñados en tres semanas y en una zona de baja
densidad de población deja clara su razón de ser y por tanto sus
modos y maneras de funcionar y de venderse al exterior. Son
festivales claramente vinculados a la oferta turística de aquellos
enclaves en que se desarrollan y en ese sentido tienen varias
improntas, para bien y para mal: son eventos que miran con un ojo a
la taquilla y a la promoción exterior, y con el otro al interés
musical de lo que programan. Creo que son tres importantes
festivales, impecables en su gestión bajo el mandato y filosofía
del objetivo con el que fueron creados y que, por tanto, no siempre
contentan al aficionado fiel cuyos “intereses” como público son
sacrificados en ocasiones en aras a atraer al “aficionado
estacional”, aquel que sólo acude a un concierto de jazz en el
mes de Julio. En ese sentido disfruto de ellos en la medida en que
puedo aunque, como es lógico, no siempre cubran mis espectativas
como espectador.
El
club de jazz “Altxerri” de Donosti celebra 20 años de música
en directo con un disco tuyo junto a Jorge Pardo. El dúo requiere
de una total comunicación entre los músicos. Dos músicos de un
mismo jazz pero de lenguaje diferente. ¿Qué elementos comunes
encontraste en la manera de entender la música de Jorge y la tuya?
Creo,
humildemente, que compartimos capacidad de riesgo y fobia al
encasillamiento, a las etiquetas. A partir de ahí, gozamos de algo
que también que tenemos en común, que son las ganas de escuchar al
otro, de contarnos una historia el uno al otro y de, juntos, crear
una pequeña y sencilla historia que a alguien pueda interesar. Nada
original, ¿no?, a lo que todo músico aspira y lo que a todo músico
le mueve, esa “felicidad” de la que hablaba antes entendida como
viaje más que como meta.
Iñaki Salvador en la grabación de
"Orain"
(© Xavi G. Boix)
A
su vez se ha reeditado hace poco tu primer disco, “Orain”. ¿Qué
evolución aprecias en tu sonido al volver a escucharlo?
Intento no ser
excesivamente crítico ni excesivamente indulgente conmigo mismo
cuando escucho mis registros de unos momentos u otros de mi vida
profesional. Reconozco al escucharme las que considero mis
limitaciones y aquellas que considero mis virtudes , y renuevo el
compromiso conmigo mismo cada vez de saber convivir con ambas y de
intentar ser lo suficientemente hábil y trabajador como para que el
pastel que preparo me sepa más rico a mi como paso previo a que les
pueda gustar a los demás, teniendo bien claro que hacer música,
como hacer una rica tarta, no es una ciencia exacta y por tanto, por
más que uno se empeñe, la masa es una obra humana y por tanto
tiene vida propia y a veces te hace caso y a veces va por libre....
Si tuvieras que
hacer un álbum fotográfico de tu trayectoria profesional, ¿qué
fotografías ocuparían un lugar preferente?
Aún a riesgo de
resultar pedante te constaré que, sin duda, las que están por
sacarse, porque si hay fotografías pendientes eso significa que el
viaje no ha terminado, y no sabes bien lo que me gusta estar vivo, física,
personal y musicalmente hablando.
Iñaki Salvador
¿Qué
va a ocupar el tiempo de Iñaki Salvador en los próximos meses?
Mi
actividad docente y de gestión en Musikene; la dirección pedagógica
del próximo Seminario Internacional de Jazz de Zarautz; la
impartición y/o dirección de diferentes cursos y seminarios;
la participación en la creación de un nuevo espectáculo
teatral del grupo Tanttaka (con quienes colaboré en “El pianista
del océano”) en un nuevo proyecto en el que aportaré tanto la música
original como mi presencia en escena, bajo la dirección, de nuevo y
como en aquella ocasión, de Fernando Bernués; conciertos varios
con grupos a mi nombre o en colaboración con otros músicos (Mikel
Andueza o Joaquín Chacón, con quien he estado de gira por Corea
del Sur invitados por el Ministerio de Asuntos Exteriores y con
quien presumiblemente volveré a viajar a lejanas tierras asiáticas,
etc....). Y estudiar, siempre estudiar. Y sobrevivir a este pequeño
caos de mundo que tan irresponsablemente estamos construyendo. Y
aburrirme, si consigo aprender a hacerlo pues lo considero
saludable, necesario y tremendamente enriquecedor..., ¿hay
seminarios sobre ese arte? Agradecería información....
© Carlos Pérez Cruz, Tomajazz 2004
Más sobre Iñaki Salvador en Tomajazz
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