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Agustí Fernández
(© Fotografía: Pablo Otin)
P: Proyecto "Lonely Woman" sobre música de Ornette Coleman. Título del proyecto y título del tema que mejor resume las características del saxofonista.
A.F.: Sï, yo creo que sí. Es un título mítico de la historia del jazz. Es como la bandera de Ornette Coleman. Cuando alguien toca algo de él se suele tocar este tema. En él confluyen muchas cosas. Una es la vertiente más lírica, otra la vertiente free y otra la vertiente de experimentación. Y esto ha hecho que se convierta en un clásico.
P: Se podría decir que con "Lonely Woman" Ornette puso melodía al free.
A.F.: Sí. Es una combinación de la melodía, el free, la improvisación. Está muy conseguido.
P: ¿Cuáles serían las características fundamentales, en tu opinión, de Ornette Coleman?
A.F.: La frescura, la espontaneidad, la energía, la comunicación. Estas serían sus características. Y que hoy en día es un clásico.
P: En este proyecto un pianista como tu con música de saxofonista. ¿De qué manera has enfocado el tratamiento de la música de Coleman?
A.F.: Lo que no quería era sonar parecido a Ornette. De entrada me plantee que no hubiera ni trompeta ni saxo alto para que no pudiera recordar, porque todas las copias salen perdiendo. Quería algo original sobre los temas de Ornette Coleman. Nuestra formación con saxo tenor, soprano, bajo, batería y piano no tiene nada que ver con la formación de Ornette. Quería conseguir otra sonoridad. Lo que hicimos fue seleccionar una treintena de temas y trabajarlos. Los que mejor resultado daban fueron los que luego quedaron para el concierto.
P: El trabajo sobre los temas respetando el original o aportando algo diferente.
A.F.: Respetando la melodía original. En Ornette los temas son muy cortos, más un trampolín para lanzarse a improvisar. Un trampolín que te establece el clima, el "mood" en el que tienes que tocar. Lo que hicimos fue respetar el tema original. Aprendimos mucho, nos divertimos a la hora de aprender los temas y luego simplemente decidir cuál quedaba mejor. De los treinta temas seleccionamos quince de los que damos diez o doce en cada concierto que son una hora o una hora y media. Tenemos otros guardados para otra ocasión.
P: Afrontar una música con semejante personalidad, imagino, requiere contar con instrumentistas que conozcan bien la figura de Ornette Coleman. Cuál ha sido el criterio de selección de los compañeros de viaje.
A.F.: Una vez escogido el proyecto y pensando en la música lo primero que tenía en la cabeza es que el grupo que tenía que interpretarla tenía ser gente que conociera y valiera para hacer esta música. No vale cualquiera para hacer esta música. La primera preocupación era qué músicos me iban a acompañar en esto. Tenía claro que no quería ni trompeta ni saxo alto, pero los demás no tenía claro quién debía ser. Uno sí, mi compañero y amigo Liba Villaveccia a los saxos - con quien comparto otras aventuras improvisatorias -. Fue al primero a quien expliqué el proyecto y me dijo que estaría encantado de hacerlo. Conocía a Joe Krause porque da clases en la escuela donde enseño (la ESMUC) y hablando con él me dijo que toda la vida había sido un gran fan de Ornette y que había tocado mucho sus temas en la juventud. Le pregunté qué le parecería volver a dar vida a esos temas y le pareció que eso sería fantástico. El cuarto componente vino tras una reunión en la que los tres vimos quién podía encajar mejor. Coincidimos en que David Mengual era la persona indicada.
P: El tema del contrabajo es siempre complejo por la escasez de contrabajistas y además que se salgan un poco del músico be-bop.
A.F.: Sí. Tenía que ser un contrabajista con un conocimiento del jazz profundo, con un sonido bonito y que pudiera interpretar Coleman. Que pudiera ponerse no en la piel de Charlie Haden si no en la piel de acompañante de
Coleman.
P: Y a pesar de que a priori David Mengual es un músico algo más ajeno a esta estética dentro del grupo una vez visto en los conciertos el resultado no deja dudas.
A.F.: Exacto. La gente se pregunta: ¿David Mengual hace esto? Pues sí, David lo hace y muy bien. Quizá era el que menos se acercar a la improvisación libre, porque Joe Krause, Liba y yo hemos tocado mucha improvisación libre, y quizá era el que estaba un poco más fuera de este mundo, pero desde siempre David ha mostrado mucha curiosidad y mucho respeto. Cuando le expliqué el proyecto, los temas y cuál iba a ser el concepto lo cogió con un gran entusiasmo y cariño.
P: En Huesca, donde tuve la oportunidad de escucharte, no estaba Joe Krause si no Ramón López que es compañero de otras aventuras de improvisación.
A.F.: Sí, con el comparto escenario en otros grupos y proyectos. El día de Huesca Joe Krause tenía apalabrados otros conciertos y la única persona que se me ocurrió que podía sustituirlo rápidamente y con conocimiento de causa era Ramón. Una llamada de teléfono:
"Ramon ¿puedes venir a hacer esto? Sí me encantaría" y ya está.
P: Y además siempre un placer compartir escenario con él y para quienes le vimos un placer auditivo y visual.
A.F.: Sí, es un espectáculo Ramón tocando.
P: Ornette fue pionero del "free jazz". ¿Qué significa "free jazz" en el modo de entender la música de Agustí Fernández?
A.F.: El "free jazz" es uno de mis referentes. Yo tengo muchos. No me considero un pianista de jazz, si no un músico que toca el piano. Dentro de los músicos que tocan el piano el "free jazz" es un referente porque hay una figura capital a quien conozco bastante y que es amigo mío que es Cecil Taylor. Ha sido para mí siempre uno de los referentes ya no del "free jazz" si no de la música en general. La manera de encarar la música, la manera de tocar el piano, la manera de concebir un concierto... ha sido siempre un referente importantísimo.
A partir de él descubrí todo el mundo que había detrás. Descubrí a Ornette, al último John Coltrane, al Art Ensemble, a Ayler... y toda la generación de improvisadores europeos: Evan Parker, Peter Brötzman, Peter Kowald, Derek Bailey... Pero digamos que mi primera incursión, mi primer conocimiento ya a principios de los años setenta fue Cecil Taylor. Escuché un disco suyo, me quedé maravillado y dije: "caramba, aquí pasa algo más que yo no me enteraba". De aquí fue empezar a escarbar y salió todo el movimiento del "free jazz".
Y luego descubres que Ornette es una de las figuras claves, un nombre importantísimo y quizá el pionero. Aunque no creo que fuera él solo, ya que a finales de los cincuenta había un movimiento muy fuerte que buscaba esto. Y en los sesenta se consolidó. Y son quienes he dicho: Cecil Taylor, Albert Ayler, John Coltrane, Ornette Coleman, los de Chicago...
P: Cómo explicarías al lector el modo de afrontar un concierto desde la perspectiva de "free jazz".
A.F.: Buff... (risas) ¿Cómo se afronta un concierto de "free jazz"? Yo tampoco sabría decirte mucho porque no toco mucho "free jazz". Yo hago conciertos de libre improvisación.
P: Que ahí podríamos entrar en otra cuestión que es cuál es la delgada línea que delimita "free jazz" y "libre improsación" pero lo dejamos para más adelante.
A.F.: (Risas) Es un tema espinoso y delicado. El "free jazz" para mí es la puerta que hay entre el "jazz" y la "libre improvisación". Es el periodo que permitió pasar de un sitio a otro y que siempre me ha llamado mucho la atención porque ves que están intentando tocar libremente pero aún lo hacen con el lenguaje del jazz.
La pregunta sería más bien ¿cómo se afronta un concierto de improvisación? Pues con los oídos abiertos. Subes al escenario, te desnudas y empiezas de cero. Ves dónde te lleva la música, dejas que pase a través tuya y tratas de comunicarte con los compañeros y con el público. Y sobre todo libre de prejuicios.
P: Es decir, el lenguaje de la música como expresión absoluta.
A.F.: Sí. Como expresión absoluta e instantánea.
P: Es decir, y trasladándolo al lenguaje de la palabra, que un concierto de "free jazz" o de "libre improvisación" es como salir al escenario y hablar, dialogar sin un papel pautado.
A.F.: Exactamente. Yo siempre comparo la improvisación con la conversación. Hablas. Yo ahora mismo estoy improvisando. Simplemente que sabes dónde vas a ir, te dejas llevar por el hilo e intentas explicarlo lo mejor posible con los conceptos que conoces, con las palabras que mejor dominas... Un concierto de música improvisada es lo mismo, sólo que con conceptos musicales, el vocabulario que utilizas es la música. No hay un guión previo, vas sobre la marcha hablando, discutiendo, parándote un poco más ahí, resaltando algún aspecto...
Agustí Fernández
(© Fotografía: Pablo Otin)
P: ¿Cree Agustí Fernández en las connotaciones sociales y políticas de la música?
A.F.: Sí claro. Es una cosa que siempre he mantenido.
P: Si nos atenemos al "free jazz" ¿qué significación sociopolítica tuvo y tiene en la actualidad?
A.F.: En su momento tuvo mucho que ver con la convulsión social que sufría Estados Unidos en aquel momento que luego también sucedió en Europa. Estoy hablando de la América del asesinato de Kennedy, de Martin Luther
King, de los hippyes, del cohete a la luna, de las convulsiones raciales, de las drogas, del
"rock and roll".Todo esto es lo que de alguna manera acuna el "free jazz". Y lo mismo en Europa con mayo del 68. Todos los músicos de los que hemos estado hablando antes salen de ahí. ¿Qué coge el "free jazz" de todo esto? Esas ansias de libertad, de querer romper estructuras que se consideran ya caducas, estas ansias de expresión, de comunicación, de crear un mundo nuevo... todo esto es lo que se comunica a través de la improvisación.Hoy en día esto está un poco amortiguado porque ha cambiado mucho todo, pero sigue estando en la base este ansia de "free jazz". ¿Jazz libre de qué? De ataduras, de imposiciones, de tradición.
El movimiento social que más se corresponde con esta ansia musical sería el movimiento anarquista, en un sentido muy amplio, no dentro de ninguna federación si no con un sentido de libertad, búsqueda de libertad, no imposición, no aceptar reglas o reyes... aquello que decían los anarquistas de ni patria, ni dios, ni ...
P: Cuando llegaron las libertades a España (o eso dicen) muchos músicos se lanzaron a la vanguardia o a la experimentación. Ahora sois cuatro nombres contados quienes lo hacéis. ¿Es reflejo sociopolítico?
A.F.: (Risas) Pues no sé qué decirte. (Risas). No sé, ¿qué nombres hay? ¿quiénes nos dedicamos a esto? Yo tampoco conozco a mucha gente aquí en España. Algunos proyectos en los cuales he participado y que tienen que ver con gente que está muy cerca de movimientos anarquistas como Lê Quan
Ninh, Peter Kowald, Evan Parker... invité a esta gente a tocar un concierto que di en el año 97 en homenaje a Durruti en el centenario de su nacimiento (que pasaba sin pena ni gloria). Monté un concierto con ellos junto a Carlos
Zíngaro, Wolfgang Reisinger. Todos grandes improvisadores. Era un homenaje desde la improvisación a un mito de la revolución.
P: Lo que sí que es cierto que en un momento dado en España sí que hubo un intento de experimentar, de buscar esa libertad.
A.F.: Sí, lo que pasa es que todo esto no cuajó. Y no sé muy bien el porqué. Yo tampoco lo viví. En el momento de estos movimientos yo era quizá demasiado joven y tenía otras inquietudes. Igual la principal era sobrevivir. Pero con el tiempo sí que conocí gente que intentó romper pero que con el tiempo se han vuelto acomodaticios y han olvidado este espíritu. Pensando como que no hay suficiente agua en el pozo como para seguir intentando sacar. Y eso es algo de lo cual (aunque ya sé que mi posición es privilegiada) discrepo un poco. He tenido la suerte de dedicarme casi en exclusiva a la música improvisada y tengo la suerte de tocar con los mejores músicos que hay en el mundo en este estilo y para mí no ha sido nunca ser español y no tener tradición. Al contrario, me he sentido siempre muy bien acogido por todos los compañeros y he aprendido mucho de esta gente. Sigo aprendiendo y no creo que sea una cosa que esté cerrada. Muchos me decían, sobre todo hace diez o quince años, que "esto de la improvisación es algo que está acabado, anticuado". Yo les decía: "igual lo es para ti pero a mí se me abre un mundo delante que es infinitamente rico". Para mí ha sido así, para otros no valía nada y yo desde hace quince años hago básicamente esto.
P: Hablando de lo divino y de lo humano, plataforma "Nuestro Jazz" en defensa del músico de jazz español... estás implicado, de acuerdo, eres indiferente...
A.F.: No sé de qué me hablas.
P: Hay un movimiento liderado por diversos músicos que busca la mejora de las condiciones del músicos nacional sobre todo en cuanto a la plataforma que son en sí misma los grandes festivales. Lo que mucho me temía es lo que acaba de suceder, la incomunicación.
A.F.: La verdad es que no estoy muy en contacto con los músicos españoles. Mi posición es de absoluto apoyo a este tipo de movimientos, de iniciativas. Siempre que lo he hecho y siempre que me piden mi participación soy uno de los primeros en estar ahí. Pero digamos que yo no me considero músico de jazz y ellos tampoco me consideran como tal. Estoy en un terreno de nadie porque no soy ni músicos de jazz, ni contemporáneo, ni popular, ni clásico... un poco nada y un poco todo.
P: Sólo tocas jazz con Carme Canela.
A.F.: (Risas) Sí, es verdad. Hace tiempo que no lo hacemos. Tocar jazz, tocar standards sólo lo hago con ella que es una magnífica cantante.
P: Qué espacios encuentras en España para desarrollar tu música.
A.F.: Muy pocos. Hay muy pocos escenarios donde una música como la mía que no tiene una filiación directa y clara puede tener repercusión. Tengo más aceptación en festivales en el extranjero, y no porque sean mejores si no porque existen. El festival "Total Music Meeting" en Berlín donde he estado, en Londres, en Glasgow, en París, en Nueva
York... en todos esos lugares en los que actúo existen festivales con una tradición y donde este tipo de música se escucha de una manera normalizada. Aquí cuando das un concierto eres siempre como un bicho raro. En festivales de jazz no actúo, o muy raramente. Actúo en estos que llaman de músicas nuevas o alternativas, donde no está tan definido el tipo de música. Puede ser música
"techno", étnica, improvisadas, jazz... ahí si que los productores escuchan mi música, les gusta y me invitan. Pero los de jazz buscan otro tipo de producto y no es lo que hago yo.
P: En la situación en la que te encuentras entran en juego muchos factores. Entre ellos la educación del programador y la educación del público.
A.F.: Evidentemente. Pero más que del público... el público es más receptivo de lo que los programadores creen.
P: ¿No está en exceso prevenido el público?
A.F.: No. Están en exceso prevenidos los programadores. Al menos esa es mi teoría. Conozco un montón de programadores que siempre me dan la misma respuesta: "a mí me encanta lo tuyo pero no lo puedo programar porque mi público no lo entendería". A ver, si a ti te encanta ¿tu crees que hay una persona que es más tonta que tu y no lo entenderá? Hacen de filtro y creo que ellos son los que no quieren arriesgarse a demostrar que tienen un gusto personal y que si algo les gusta puede gustarle a todo el mundo.
P: Se dice que tienes un mayor reconocimiento fuera de casa. ¿Qué significa reconocimiento para Agustí Fernández?
A.F.: Significa que los músicos extranjeros me invitan a tocar con ellos. Que los festivales extranjeros me invitan a participar en sus programaciones. Que soy miembro de la Barry Guy New Orchestra y que vamos a los mejores festivales de jazz del mundo. Que soy miembro del Evan Parker
Electro-Acoustic Ensemble. El reconocimiento es esto. Que te invitan, que participas, que cuentan contigo, que cada vez que vienen a España te llaman: "oye, ¿hay algún sitio en el que podamos tocar?"
P: La carcajada la tienes preparada para esas preguntas ¿no?
A.F.: (Risas) Sí, pero siempre intentas hacer el máximo. Antes de decirle que esto es un páramo te dices: vamos a probar, vamos a llamar aquí, allá...
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© Carlos Pérez Cruz, Tomajazz 2003
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