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..: ASHLEY KAHN: EL SELLO QUE COLTRANE IMPULSÓ
IMPULSE RECORDS: LA HISTORIA

   
 

 


El sello que Coltrane Impulsó. Impulse Records: la historia
Autores:
Ashley Kahn
Edita: Global Rhythm Press
Colección: BioRitmos
Traducción: Jorge García
ISBN: 84-934487-7-X
Formato: 17 x 24 cm.
http://www.globalrhythmpress.com/


   

CAPÍTULO 1
EL HOMBRE TRAS LA FIRMA: CREED TAYLOR (1954–1961)

PRIMERAS IMPRESIONES

Eran brillantes y estaban cubiertos por un retractilado plástico. Así que no podías saber mucho porque no facilitaban ninguna información al dorso excepto los títulos de los temas: los comentarios estaban en el interior.

Esta es la opinión de Gary Giddins, que estaba empezando la enseñanza secundaria en Nueva York pero ya era un aficionado al jazz con sentido crítico cuando fue testigo de la aparición del sello a comienzos de 1961. «Cuando empezabas a rebuscar en las cubetas y veías los Impulse te sentías como si estuvieras paseando por un mundo de alta sofisticación, porque no se parecían a los demás discos. Ni a Blue Note, ni a Prestige ni a ninguno de ellos».

En Gulfport, Misisipi, John Lee Johnson —conocido más tarde como Jaimoe con los Allman Brothers— era un batería adolescente muy influido por el jazz.

Recuerdo cuando fui a aquella tienda en el paseo Edgewater y vi todos esos discos nuevos con aquel colorido. ¡Tío, eran las mejores cubiertas del mercado! Incluso mejores que las del rock and roll y ese tipo de música. No me acuerdo de cuál fue el primer disco Impulse que compré, creo que se titulaba Ray + Soul = Genius + Soul, o algo así.

Hay pocas dudas de que la contribución inicial de Ray Charles fue inapreciable. «No creo que pudiéramos haber tenido ese trampolín sin Ray, desde luego», apunta Taylor. «Era aceptado en todos los ámbitos: pop, jazz y cualquier otro». La reacción del propio Charles a la idea de que ayudó a poner en marcha un importante sello de jazz era más humilde: «No voy a voltear las campanas por eso, aunque me gusta que piensen así». De hecho, el sencillo que salió del disco —una versión instrumental de «One Mint Julep» con el la famosa exclamación de Charles, «Just a little bit of soul, yeah!»— logró convertirse en uno de los diez principales en las listas de pop y constituye el único sencillo de Impulse que apareció en las listas.

«One Mint Julep» —Impulse 200— se convirtió en el cuarto título entre los cuarenta principales de una apabullante lista de veinticinco a lo largo de diez años (1961-1971) para sellos vinculados con ABC. También alcanzó el primer puesto en las listas de rhythm and blues, apuntando otro tanto a favor de Taylor.

En los sesenta, los compradores de raza negra constituían una sólida base de apoyo para nuevos productos jazzísticos. Ya se tratara de Ray Charles, Gil Evans o después Oliver Nelson. Quiero decir que, si lo piensas, ¿quiénes eran al fin y al cabo los habituales del jazz en ese momento? Además, entonces era más fácil producir un impacto en las emisoras negras con un disco de jazz; si resultaba popular a altas horas de la noche [cuando se emitía casi todo el jazz], podían pasarlo a zonas de la parrilla próximas a los horarios de máxima audiencia.

Al evocar su esfuerzo, el productor de verbo habitualmente calmado se entusiasma todavía con el éxito redondo de Impulse. El sello, dice, fue «¡una avalancha en todos los frentes! La programación en radio, los distribuidores que se quedaban sin existencias. ¡Genius + Soul = Jazz vendió 150.000 copias en unos pocos meses! No había nada que se le pudiera comparar».

Los profesionales de la música de la época están de acuerdo. El que entonces era director de la oficina de Billboard en la costa oeste, Eliot Tiegel, admite que los discos «me dejaron sin habla. Estaban hechos de manera espectacular y la música me pareció atrevida y excitante. Y ya sabe usted que Impulse estaba gastando un montón de dinero en el envoltorio. Llegaron un paso más allá que Blue Note, más allá que Savoy y otros sellos independientes más pequeños». Bruce Lundvall, que a mediados de 1961 era un recién llegado al departamento de mercadotecnia de Columbia Records, recuerda que Impulse casi creó un nuevo estándar para el jazz.

Fue arrollador. En aquellos días se tenía la sensación de que había que hacer el elepé más sexy, con cubiertas que se abrieran, minuciosos comentarios y material extra. Recuerdo que teníamos reuniones para hablar de la presentación y hacer que [los discos] parecieran más ricos y más hermosos, especialmente cuando se trataba de jazz. Teníamos principios muy estrictos en cuanto a los costes, así que no seguimos en esa dirección. Pero para un sello como Impulse, con ese punto de vista independiente, fue posible [y] causó una gran impresión.

George Avakian, antiguo responsable de ventas de elepés y jefe de la línea de jazz en Columbia Records, estaba en Warner Bros. cuando Impulse se dio a conocer. Esta es su visión de cómo se situó el sello recién llegado en el paisaje empresarial de 1961.

Costaban 5.98 dólares, es decir, dos dólares por encima del precio habitual para los elepés normales de música pop de doce pulgadas que habíamos establecido algunos años antes en Columbia. Conociendo a Newton como yo lo conocía, doy por hecho que la pérdida de volumen fue compensada por el margen adicional de beneficios. La publicidad y la promoción eran prudentes y de buen gusto. Impulse no era un gran competidor de Columbia, que siguió siendo líder en discos de jazz hasta años después de mi partida. Sin duda Atlantic estaba en segundo lugar. Después se encontraba un grupo variado que incluía compañías tan diferentes como Impulse y los diversos sellos de Norman Granz [como Verve]. Entre los sellos que iban después estaban Pacific Jazz/World Pacific, cuyos elepés —como los de Atlantic— tenían una alta calidad media. Tenían también una «imagen» —incluso más homogénea de un elepé a otro que en el caso de Columbia— que permitía identificar rápidamente a esas compañías, algo que Impulse consiguió mejor que nadie.

Phil Kurnit señala otra medida del compromiso de ABC-Paramount con la imagen lujosa de Impulse, cuando recuerda que a principios de los sesenta el coste de las fundas que se podían abrir y el precio del diseño elevó el coste del envoltorio a cerca de un dólar por elepé, casi el doble de lo que costaba una cubierta corriente de elepé: 55 céntimos.

El sensacional arranque de Impulse fue otra copa en la vitrina —y otra fuente de ingresos— para ABC-Paramount. «Impulse reportó un beneficio inmediato», apunta Sid Feller, «así que se convirtió en un sello importante para ABC». En unos pocos meses el sello había echado raíces en la conciencia de los aficionados, pinchadiscos y vendedores de discos de jazz. Su ímpetu repercutió sobre el nuevo lanzamiento de Impulse, como cuenta Taylor:

Con el arranque de Impulse comenzó a desarrollarse una pauta. Los minoristas estaban realmente excitados con los cuatro primeros discos y por tanto se excitaron a la espera de los siguientes. ¿Recuerda la tienda de discos de [E.J.] Korvette? Me acuerdo de que el encargado de compras decía: «cuando llegan mis clientes no me preguntan qué novedades tengo, sino qué nuevos Impulses tengo». Entonces Blues and the Abstract Truth —de Oliver Nelson— se portó muy bien.

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© 2006, Ashley Kahn (de la obra original)
Derechos exclusivos de edición en lengua castellana, Global Rhythm Press
© 2006, Jorge García (de la traducción)