CAPÍTULO 1
EL HOMBRE TRAS LA FIRMA: CREED TAYLOR (1954–1961)
OTRO ARREGLISTA
Taylor ya le había pedido a Oliver Nelson que grabara para Impulse durante la larga gestación del sello en 1960. A mediados de febrero de 1961, cuando llegaron al mercado los cuatro discos con los que debutó Impulse, el productor se concentró en Nelson, un intérprete de diferentes instrumentos de caña, compositor y arreglista a quien conocía como saxofonista fiable y con sentido del equilibrio.
Oliver era otra historia. Era muy especial; tenía sentido melódico. Sabía escribir para distintas voces como nadie. Antes había intervenido en algunas sesiones para mí en [el estudio de] Webster Hall, formando parte de una sección de saxofones: él, Al Cohn y Zoot Sims. En esa época tenía algo especial. Podía funcionar en el seno de una sección, pero al mismo tiempo tenía un sonido tremendo. Cuando tocaba un solo sonaba a Oliver Nelson sin la menor duda.
Con un puñado de composiciones inusualmente angulosas para septeto, Nelson grabó un disco que recibió el tratamiento Impulse completo: sonido conforme a la última tecnología (gracias a Rudy van Gelder), fotografía de cubierta misteriosa (cortesía de Pete Turner), y un título críptico concebido por el propio productor. The Blues and the Abstract Truth [A (S)-5] se convirtió en el primer disco Impulse tras el explosivo debut del sello, y cosechó un segundo éxito sustancial en las emisoras de jazz con el introspectivo «Stolen Moments».
El propio Nelson escribió los comentarios incluidos en el disco, donde explicaba la motivación y estructura subyacente a sus composiciones, alababa a sus colaboradores y confesaba que cuando llegó por primera vez a la ciudad de Nueva York «creía tener mi propia personalidad musical» hasta que cayó bajo el hechizo «innegable» de dos saxofonistas tenores: Sonny Rollins y el hombre que Taylor ya se había fijado como siguiente objetivo de Impulse: John Coltrane.
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