CAPÍTULO 1
EL HOMBRE TRAS LA FIRMA: CREED TAYLOR (1954–1961)
COLTRANE PIENSA A LO GRANDE (COMO UNA ORQUESTA)
A mediados de 1961, Coltrane demostró ser consciente de su nuevo compromiso contractual y manifestó el deseo de prolongar su triunfo en Atlantic.
«Sé que tengo que hacer tres discos por año, y siempre estoy dando vueltas por ahí con los oídos bien atentos para descubrir otra «Favorite Things» o algo así», dijo Coltrane entre risas al periodista Ralph Gleason en 1962. «¡Algo comercial, tío! Antes me encerraba todo el día en la leñera a practicar y no hacía falta nada más, no tenía que preocuparme por ello».
Fuera cual fuera la presión que sentía el saxofonista, Taylor sostiene que el planteamiento y el contexto para el debut de Coltrane en Impulse no fueron predeterminados ni dictados. «No abrí la boca, simplemente le dije cuál era la fecha de grabación. Hablamos sobre si iba a ser un disco con una gran orquesta o un disco en directo o cualquier otra posibilidad».
Desde la primera grabación a su nombre en 1957, Coltrane se había acostumbrado a elegir la forma y alcance de sus discos, pero dentro de unos límites. No estaba habituado a los recursos que Impulse podía ofrecerle, que incluían más tiempo en el estudio si hacía falta. En el pequeño círculo de la comunidad jazzística de Nueva York, él era tan consciente de la buena voluntad del sello para apoyar un proyecto grande como Taylor de los intereses musicales de Coltrane en aquella época.
Era una pandilla muy compenetrada: la gente del jazz verdadero, «sal y gánate la vida con eso». Yo sabía que John estaba inmensamente interesado, como George Russell, en lo modal, la música africana, tras sus conversaciones con Bill Evans y Oliver Nelson. Y por supuesto sabía que no había grabado con un grupo de ese tipo.
Coltrane estaba bastante familiarizado con las partituras y los unísonos, pues pasó sus primeros años profesionales en la sección de saxofones de bandas grandes dirigidas por el trompetista Dizzy Gillespie y los saxofonistas altos Earl Bostic y Johnny Hodges. El grupo que Coltrane decidió reunir era ligeramente diferente de los de su pasado, una orquesta con muchos metales construida alrededor del núcleo de su cuarteto: el pianista McCoy Tyner, el contrabajista Reggie Workman y el batería Elvin Jones. Taylor puso fecha para dos sesiones a comienzos de junio en el estudio de Rudy Van Gelder: un regreso feliz para el saxofonista, que no había grabado con Van Gelder desde que se uniera a Atlantic en 1959, y todavía era su preferido en comparación con otros técnicos. Tras sus conversaciones con Coltrane, el productor tenía un título ya listo para el proyecto: «Africa/Brass:4 suena como una gran orquesta, una tribu entera o algo así. Y la música era de ese tipo: a veces solo había batería y algunos efectos de so
nido que Eric [Dolphy] creaba con los arreglos». Aunque se grabó el suficiente material como para llenar más tarde una reedición en un doble disco compacto, en la edición original de Africa/Brass solo aparecieron tres cortes: «Africa», «Greensleves» y «Blues Minor».
Solo por su reputación, Coltrane estaba en condiciones de atraer a la crema y la nata de los músicos neoyorkinos, pero el verdadero peso pesado de las sesiones fue el intérprete de viento-madera Eric Dolphy, que a última hora sustituyó a un ausente Oliver Nelson como arreglista, y basó sus partituras en los ricos y modernos acordes de Tyner. El material —compuesto en parte sobre la marcha— cedía a menudo la prioridad al ritmo, mientras que la elección de Tyner de la antigua balada «Greensleeves» fue la continuación de un éxito reciente. «Tocamos «Greensleeves»», reconoció Coltrane, «un poco como «Favorite Things». No tiene tanto contraste porque no pasamos de un vamp5 en modo mayor a otro en modo menor, pero tiene un buen ambiente si se toca en el tempo adecuado».
Cuando una puerta se cierra, otra se abre. Africa/Brass [Impulse A(S)-6] marca el comienzo de la relación consecuente y fructífera entre Coltrane e Impulse, y constituye el primero de los únicos dos proyectos de la estrella con una gran orquesta durante toda su carrera (Ascensión, en 1965, sería su ambicioso regreso a las plantillas numerosas). Pero Africa/Brass sirve también como triste colofón: el último proyecto que Creed Taylor completó para el sello que había concebido y había convertido pacientemente en una realidad.
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