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80/81 (ECM, 1980)
De forma paralela a su evolución con el Group, Pat Metheny también ha
experimentado un fuerte impulso como jazzman en sentido
clásico. Esta (aparente) doble faceta no sólo ha venido
completado su formación, sino que le ha hecho ganarse el
respeto de todos. En ese sentido, tras su exitoso Bright
Size Life a trío, los tres primeros discos del PMG (incluímos
Watercolors) y el
intimista New
Chautauqua, Pat necesitaba hacer un alto en el camino para
ofrecer un trabajo más "tradicional". Por ese motivo
reunió a una de las mejores secciones rítmicas imaginables (Charlie
Haden y Jack DeJohnette) con dos saxofonistas de corte bien
distinto: el rockero Michael Brecker (por aquellos tiempos
exitoso músico de sesión, baluarte de la fusión con su
hermano Randy y del hard bop moderno con la primera versión de
Steps Ahead) y Dewey Redman, uno de los padres del free jazz (y
de Joshua Redman, en este caso como padre biológico).
Tan curiosa mezcla de músicos hacía presagiar una
grabación, cuando menos, curiosa. Y así fue. 80/81 es un disco
doble (tanto en su edición original en vinilo como en la
posterior en CD) donde tiene cabida un amplísimo rango
estilístico, así como distintos tipos de combinaciones entre
los cinco integrantes del grupo. Desde el folk de armonía
simple donde el acompañamiento rítmico de la guitarra
acústica se vuelve protagonista (Two Folk Songs) a la ausencia
de forma y la libertad casi total (Open). Entre medias, de todo
un poco. El tema que titula el disco presenta por primera vez a
un Metheny jazzista, atrevido y con muchísima intención, así
como a un Redman pletórico de oficio y buen hacer. En The Bat,
una de las mejores baladas que Pat ha compuesto, resalta el
espacio y la sensación de rubato. El solo de Charlie Haden es
de extrema belleza. El apartado del blues (a trío) queda
reservado para Turnaround, un clásico de Ornette Coleman que
Metheny ha venido interpretando en directo con sus distintas
formaciones jazzísticas prácticamente en todas las épocas
(incluso llegó a tocarlo de manera habitual con el Pat Metheny
Group a principios de los ochenta). En Pretty Scattered
encontramos libertad y frescura, y la última cara del segundo
vinilo es el colmo de la sensibilidad: Every Day (I Thank You)
fue una especie de regalo a Michael Brecker, que interpreta una
de las improvisaciones más desgarradoras que jamás haya
grabado. La guitarra de Pat hace de anfitrión de lujo, y la
emotividad toma especial relevancia. Abandonada desde entonces,
por fortuna Brecker y Metheny retomaron tran excelente
composición para su gira del año 2000, haciendo las delicias
de los aficionados que no pudieron escucharla en directo en su
día.
El cierre lo pone Goin' Ahead, tema escrito originalmente
para el quinteto que no funcionó muy bien, motivo por el que el
de Missouri lo grabó con dos guitarras acústicas, dotándole
de sentido y de vida. Independientemente de las excelentes
actuaciones de Metheny, Redman y Brecker, merece la pena
resaltar el increíble trabajo de la sección rítmica, con un
Charlie Haden melódico, economizando notas y utilizándolas con
sabiduría, y un Jack DeJohnette excepcional, dando una
auténtica lección de batería moderna, escuchando a sus
compañeros y aportando su personal visión en todo momento. Por
sus texturas, sus colores, la ausencia de piano, el extremado
lirismo y la extremada libertad, 80/81 sigue siendo hoy en día
un referente en la carrera de Pat Metheny. Y también en la de
sus compañeros de reparto.
Song X (Pat Metheny & Ornette Coleman -
Geffen,
1986)
¿Quién no ha tenido un ídolo alguna vez? Especialmente en
el ámbito de la música, ¿quién no ha experimentado
sensaciones inigualables escuchando a algún determinado
intérprete? En el caso de Pat Metheny ese ídolo fue uno de los
mayores revolucionarios de la música del siglo XX, padre del
movimiento catalogado como free jazz e improvisador empedernido:
Ornette Coleman. No en vano Metheny ya había grabado temas del
saxofonista en sus anteriores trabajos Bright Size Life,
80/81 y
Rejoicing, y venía tocando algunos de ellos en directo de forma
habitual.
El haber colaborado con Charlie Haden y Dewey Redman a buen
seguro debió facilitar a Metheny la posibilidad de una
colaboración con Ornette, y así ocurrió en diciembre de 1985.
Haden, Coleman, su hijo Denardo a la percusión y el excepcional
Jack DeJohnette a la batería hicieron las delicias de Pat en
uno de sus discos favoritos, posiblemente uno de los más
especiales para él. Muy bien considerado por la crítica, Song
X es una obra encuadrable dentro del movimiento del free jazz,
si bien los timbres de las guitarras sintetizadas y Pikasso (por
entonces en prototipo) y la percusión electrónica de Denardo
amplían tímbricamente el horizonte sonoro. A pesar de estar a
nombre de Metheny, en ciertos momentos no se sabe si es
realmente Ornette quien manda, hasta el punto de que la mitad de
las composiciones son de ambos músicos y la otra mitad está
únicamente a nombre del saxofonista (que, por cierto, también
se atreve con el violín en su clásico Mob Job, uno de los
pocos temas armónicamente "correctos"). Las
interpretaciones van desde los 13 minutos de continua
estridencia y entrecruzamiento de improvisaciones de Endangered
Species a la belleza lírica y melódica de Kathelin Gray, la
balada del disco, pasando por el atrevimiento contenido de
Trigonometry y el desbocado de Song X o Video Games. En Song X
Duo guitarrista y saxo alto se enzarzan en un diálogo intenso
mientras el final Long Time No See, a pesar de su sorprendente
comienzo con un ritmo de batería casi bailable, guarda una
ortodoxia que no por ello deja de ser interesante en el contexto
de la grabación.
Lo que resulta, sin duda, curioso de este disco es que se
tratase de la primera producción discográfica de Pat Metheny
para su entonces nueva compañía Geffen Records, cuyo catálogo
de jazz era prácticamente inexistente. Por fortuna Song X no
sólamente no escandalizó a nadie, sino que permitió a Pat
ganar un peldaño más en el escalafón jazzístico y, sobre
todo, divertirse mucho mientras lo hacía.
I Can See Your House From Here (John Scofield &
Pat Metheny - Blue Note, 1994)
Bastante tiempo llevaban John Scofield y Pat Metheny deseando
grabar un álbum juntos. Aún muchos recordamos el bis que
hicieron en su concierto compartido en Mendizorroza en 1993. Sea
como fuere por fin consiguieron encontrar un hueco en diciembre
de ese mismo año, formando un cuarteto con el legendario Steve
Swallow a su bajo electroacústico tocado con púa y el entonces
joven pero ya rompedor Bill Stewart. Grabado para la compañía
de Scofield, I Can See Your House From Here es un trabajo
atrevido, gamberro, divertido, y a la vez muy respetuoso con las
corrientes centrales del jazz. Lejos del lucimiento personal,
habitual en intérpretes de tan controvertido instrumento como
la guitarra, Pat y John dan una lección de cómo hablar con voz
propia a través de los once cortes de este excelente CD (seis
de ellos compuestos por el de Ohio y los otros cinco por nuestro
amigo de la camiseta a rayas). Entre ellos, obras maestras como
los "scofieldianos" Everybody's Party (rítmico hasta
decir basta), No Matter What (brillante y delicado) o You Speak
My Language (el lenguaje del blues elevado al cuadrado), o los
"methenianos" The Red One (rockero y descarado), Quiet
Rising (fiel a su título en el paisaje que describe) y, muy
especialmente, Message to My Friend, balada dedicada a Charlie
Haden donde los voicings de acordes expresados a través de la
guitara acústica de Pat concilian complejidad técnica con
fácil escucha.
Las improvisaciones de ambos maestros son fuera de serie, con
motivos claros y perfectamente adecuados al contexto. La frase
de comienzo de solo de Metheny en Say the Brother's Name es una
auténtica lección y el modo en que ambos líderes funden sus
discursos para ofrecer una obra sin estridencias ni
preconcepciones es una muestra de la enorme madurez que ambos
guitarristas atesoraban ya en esa época. Madurez demostrada
también por la excelente sección rítmica de un Steve Swallow
al que casi cuesta oir, pero que aporta una sutil descripción
de la armonía subyacente en sus líneas de bajo, y de un Bill
Stewart que se acopla con aparente facilidad al proyecto, sin
estridencias y sin quedarse corto. Un excelente aporte a tan
poco habitual formación es la forma en que ambos guitarristas
acompañan los solos de su compañero, dejando espacio y
marcando en los puntos más difíciles, con imaginación y
atrevimiento (las evoluciones de Pat sobre el solo de Sco en The
Red One merecen una atenta escucha).
Por fortuna el dúo no sólo encontró fechas para la
grabación, sino que también pudieron afrontar una gira
internacional en 1994 con este mismo line-up. Siendo
posiblemente (y con permiso de Bill Frisell y John Abercrombie)
los dos guitarristas más importantes de los últimos treinta
años, lo único que se puede desear es que vuelvan a
encontrarse pronto y continúen dando muestras del buen ambiente
musical que transmiten en este I Can See Your House From Here.
Like Minds (Gary Burton, Chick Corea, Pat
Metheny, Roy Haynes & Dave Holland - GRP, 1999)
Los tiempos avanzan que es una barbaridad, las distancias se
han reducido y los problemas de comunicación cada vez son
menores. Buena prueba es el origen de este Like Minds que
consiguió reunir en diciembre de 1997 a algunos de los músicos
de jazz más talentosos (y ocupados) del momento: la cita se
concertó por e-mail.
Por supuesto, a lo largo de la extensa carrera de los cinco
monstruos ha habido mucha coincidencia entre ellos, pero una
forma de ver esta reunión sería la siguiente: "los duetos
de Gary Burton y Chick Corea se juntan con el trío de Question
and Answer (Pat Metheny, Dave Holland y Roy Haynes)".
Ni que decir tiene que las sesiones destilaron calidad a
borbotones, y que nos encontramos ante un CD que define con
bastante exactitud lo que es el jazz en nuestros días cuando se
ejecuta a gran nivel. Como muestra un botón: seis de los diez
temas del disco fueron primeras tomas, y otros dos segundos
intentos. Para conformar el set-list casi se llegó a evocar una
boda, ya que los tres solistas del quinteto trajeron algo nuevo
(Elucidation - Metheny -, Futures - Corea -, Like Minds - Burton)
y algo viejo (Question and Answer - Metheny -, Windows - Corea
-, Country Roads - Burton), y el diseño de la carpetilla era
azul. Bromas aparte, la interacción entre los músicos fue más
allá de la mera interpretación, influyendo en la elección de
los temas y el concepto general del disco. Nos encontramos,
pues, con un álbum de cinco líderes tocando con respeto y con
ambición, con espíritu de side-man y de titular del trabajo a
la vez. Así, el sofisticado lenguaje jazzístico no sólo
se encuentra en las improvisaciones, sino en los
acompañamientos, la interpretación de las melodías y hasta el
más mínimo detalle que se pueda percibir. Especialmente
logrado está ese apartado de los acompañamientos, con tres
instrumentos polifónicos de timbres similares alternándose con
maestría, sin molestias ni sobreactuaciones.
El hecho de que este Like Minds ganara el Grammy a mejor
disco de jazz queda en mera anécdota. Es uno de esos casos en
que la propia existencia del CD es el mejor premio. La soltura
con que los cinco músicos se desenvuelven en cualquier contexto
es asombrosa. Dave Holland dialoga constantemente con todo el
mundo sin descuidar en ningún momento su labor de soporte
rítmico, mientras Roy Haynes camina con elegancia y
contundencia, algo más sobrio que de costumbre porque la
ocasión lo requería. Corea y Metheny improvisan sin complejos
con una densidad melódica envidiable, y Burton queda tan
integrado en el cuadro que a veces parece olvidar ser el padre
del invento (y productor del disco), actuando casi como un
invitado de lujo. La fabulosa recreación de Question and Answer,
el rítmico tema que da título al CD o el precioso For a
Thousand Years que Pat ya grabara anteriormente en el disco de
Marc Johnson The Sound of Summer Running no hacen sino remarcar
la inagotable calidad de un trabajo tan sofisticado como fresco.
Jim Hall & Pat Metheny (Jim Hall & Pat
Metheny - Telarc, 1999)
"Jim Hall es el padre de la guitarra moderna". Esta
frase, pronunciada hace años por Pat Metheny, identifica a Hall
como la influencia más grande para los guitarristas de
generaciones posteriores, entre los que se encuentra el propio
Metheny. Y es cierto que dentro del discurso íntimo y personal
del de Missouri se pueden encontrar frases, sonoridades y
conceptos del guitarrista de Buffalo. Hall, por otra
parte, siempre ha admirado a sus "hijos", y cabía
pensar que, tarde o temprano, una colaboración con Metheny
fuera inevitable. No sólo ocurrió así, sino que ambos
músicos escogieron para la ocasión la arriesgada y poco
explorada formación de dúo de guitarras.
Aprovechando los resultados de dos fructíferas sesiones de
estudio y de un par de conciertos en Pittsburgh, todo ello
acaecido en el verano de 1998, ambos intérpretes grabaron este
Jim Hall & Pat Metheny para el sello Telarc del primero (si
bien la producción corrió a cargo de su discípulo y sus
compañeros Gil Goldstein y Steve Rodby), un largo CD donde sus
dos voces hablan, dialogan y se entrecruzan ofreciendo un
torrente de buen jazz tan intenso que se hace difícil de
asimilar de una sola vez. Uno de los elementos más evidentes en
este trabajo es el contraste entre la guitarra de Hall con su
tradicional timbre jazzístico y la variedad de sonidos
desplegados por los distintos instrumentos de Metheny, con
predominio de la eléctrica pero mucho espacio para su guitarra
acústica de cuerdas de nylon en sus baladas (Farmer's Trust,
Don't Forget), la de cuerdas de acero en la rítmica versión
del gershwiniano Summertime o la Pikasso de 42 cuerdas en Into
the Dream y algunas de las piezas free del disco. Esas
libre-improvisaciones aportaban, también, contraste. Contraste
con temas más habituales en el repertorio de Jim Hall como
Lookin' Up, Cold Spring o All Across the City, y con versiones
de clásicos como All the Things You Are o la joya del disco, el
Falling Grace de Steve Swallow. En esos ambientes la ortodoxia
ganaba terreno, si bien la extraña agrupación permitía un
interesante uso de espacios y originales acompañamientos.
Casi una rareza en la carrera discográfica de Pat Metheny,
este es uno de sus trabajos más jazzísticos, una deuda saldada
con el pasado y, como suele ser habitual, una intensa mirada a
un futuro en continua evolución.
© Arturo Mora Rioja, 2005 |
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