- Fecha: Martes, 13 de octubre de 2020
- Lugar: La Casa Musicale (Perpignan -France-)
Claude Tchamitchian “In Spirit”
Claude Tchamitchian, contrabajo
Bedmakers “Tribute to an imaginary Folk Band”
Robin Fincker, saxo tenor y clarinete
Mathieu Werchowski, violín
Pascal Niggernkemper, contrabajo
Fabien Duscombs, batería
Stéphan Oliva & Sébastien Boisseau
Stéphan Oliva, piano
Sébastien Boisseau, contrabajo
Día soleado, de viento manifiesto, cielo despejado y una luz envidiable la del martes trece de octubre en Perpignan. Una jornada con tres citas en la Casa Musicale, en la última y completa semana del 32ème Jazzèbre.
Aproximadamente a les 18:30h, Claude Tchamitchian inició su solo de contrabajo que desde el primer instante magnetizó al público hasta el final del bis. Da la impresión que Tchamitchian y su instrumento forman un todo orgánico. Un solo que en el 2019 tuvimos la suerte de disfrutar en el festival Les Emouvances de Marsella.
Basado en su tercer trabajo en solitario In Spirit (Emouvance/2018), para ello utilizó el que había sido el segundo contrabajo de Jean-Fraçois Jenny-Clark (1944-1998), uno de sus grandes referentes y al que dedica el tema que da nombre a la propuesta. Toda una institución en la escena hexagonal francesa. Un contrabajo que Tchamitchian utiliza afinado de forma diferente a lo usual.
Ofreció una nueva lección magistral, tanto en el dominio del instrumento como a nivel musical. De concepción plenamente contemporánea. De cómo jugar con el instrumento, pulsando las cuerdas, acariciándolas, picándolas o fregándolas con uno o dos arcos simultáneamente -uno por delante y el otro por detrás de las cuatro cuerdas-, sin pedales ni otros objetos, jugando explícitamente con las resonancias y en el tema “In Memory” con sonoridades orientales, en recuerdo de su colaboración a dúo con Gaguik Mouradian intérprete de kamantcha.
Un solo denso, de plenitud física, desarrollado a modo de pequeñas suites de amplia sonoridad y concepción orquestal, donde la técnica siempre estuvo al servicio del discurso musical.
Un breve descanso para dar paso al cuarteto Bedmakers, formado por el saxo tenor y clarinetista Robin Fincker, el violín de Mathieu Werchowski, el contrabajo de Dave Kane y la batería de Fabien Duscombs.
A Fincker y a Duscombs los habíamos podido disfrutar con el trío Whahay y su homenaje a Charles Mingus. A Fincker con el trío de Vincent Courtois y la ONJ -Ochestre National de Jazz- de Olivier Benoit y a Fabien Duscombs con Ostaar Klaké.
A excepción del contrabajista, que ya lleva unos tres años en la banda, se mantienen el resto de los miembros que grabaron Tribute to an imaginary Folk Band (Morezon /2017). Un título explícito que en parte resume el proyecto. Un proyecto donde confluyen la música tradicional escocesa e irlandesa, el blues, resonancias africanas con el jazz (Werchowski citó al sudafricano y desaparecido Chris McGregor) y el free de carácter más musculado.
Un viaje por parajes de colores y luces diferentes, contrastadas, desde estados de ánimos introspectivos y recogidos hasta los más abiertos, canallas y alegremente bailables. Urdido en porciones variables, imprevisibles y sin fisuras.
Como tercer y último concierto estaba prevista la actuación de Orbit Trio, creado en el 2016 como uno de los proyectos del Europa Jazz Festival de la ciudad francesa de Le Mans. A consecuencia de la actual pandemia el baterista estadounidense Tom Rainey no pudo desplazarse desde Nueva York.
Antes de suspender el concierto el pianista Stéphan Oliva y el contrabajista Sébastien Boisseau optaron por reconvertirse en dúo, para ser precisos en un exquisito dúo. Se emplearon a fondo y en ningún momento nos hizo pensar en la ausencia del excelente baterista. Con él habría sido otro concierto, a priori ni mejor ni peor, simplemente diferente.
La entrega, entendimiento, diálogos, acompañamientos y solos fueron de alto nivel, como si inicialmente el proyecto hubiera sido gestado especialmente para dúo. Un trabajo plenamente camerístico para ser degustado a corta distancia.
No en vano Oliva tiene en su cuenta una serie de remarcables trabajos a dueto de ámbito camerísticos, con Bruno Chevillon y su singular banda sonora para libros de Paul Auster (Coïncidences/2005), con el también pianista François Raulin (Tristano/1999 y Correspondances/2016), o con el clarinetista Jean-Marc Foltz (Visions Fugitives/2011 y Gershwin/2016), sin olvidar el trabajo con la trapecista Mélissa Von Vépy (Miroir, miroir). También en esta órbita camerística se puede encuadrar el último trabajo de Boissseau, Clover/2020, a trío con el saxofonista Alban Darche y el trombonista Jean-Louis Pommier.
Una jornada diversa, densa y sumamente estimulante. Un tres de tres.
Texto e imágenes: © Joan Cortès, 2020