Fuimos felices… y lo sabíamos. A propósito del cierre (“de momento”) del Café Central, en Madrid, sus causas y las posibles consecuencias. Por Chema García [Escrito de jazz AKA El Rincón de Chema] [Agosto de 2025]

El Rincón de Chema: Fuimos felices… y lo sabíamos. A propósito del cierre (“de momento”) del Café Central, en Madrid, sus causas y las posibles consecuencias

O sea, que tenemos un “John F. Kennedy Center Opera House”, en Washington D.C., que, a partir de ahora, va a llamarse “First Lady Melania Trump Opera House” (probable), y un Café Central, en Madrid, que anuncia el cierre de sus puertas (“de momento”) para el 12 de octubre, Día de la Hispanidad. Oh, ah, vaya por Dios…

Hace 52 años que comencé a escribir sobre jazz en el diario Ya, el Café Central no existía, ni Clamores o Bogui, por hablar de la Villa y Corte. Hace 8 años que dije adiós a la ciudad que me vio nacer y me ve regresar una vez por año, más/menos. Y es en mi regresar, que me encuentro con que aquel Madrid cordial, acogedor, paleto y solar, la ciudad tuya, mía, se desvanece en el aire como el viento de un buñuelo de idem. Mi ex-Madrid pisoteado sin piedad por las recuas de japoneses alucinados, los bares mugrientos y confiables de-toda-la-vida transformados en “cocktails rooms”, “orangeries” y “meet-points”, y en esa onda. Gabriel Barta, cocinero, pastelero, profesor, gastrónomo, investigador y periodista, sentencia: “la era del bar ha pasado a la historia”. Y, con ella, todo lo demás.

Fuimos felices… y lo sabíamos.

A través de sus amplios ventanales con vistas a la plaza del Ángel, el Café Central dio visibilidad a un género que, en Madrid, basculaba entre las güisquerías de mucho ringo rango y putas al por mayor, y las cobachas que apenas pedían perdón por existir. El Central era otra cosa. Al Central uno iba duchado y con la corbata en su sitio; el tipo de antro en el que uno podía encontrarse con un Nobel de literatura escuchando a Paquito d´Rivera, y se lo encontraba. O sea.

Uno tiene escritas un par de cientos de crónicas sobre el Central, de cuando empezó en el diario Ya, y más luego, en El País, Cuadernos de Jazz… será por eso que ahora me piden que firme una petición para evitar el cierre del lugar, y yo me lo estoy pensando, que en esto, como en casi todo, llueve sobre mojado. Me pregunto cómo es posible que el Johnny se fuera al garete si firmé, y cómo es que el Central lleva su camino y el Gijón no, pero la “intelectualidá” tiene razones que al pueblo llano no nos alcanzan. Carlos Aguilar, en su cosa, escribe: “Leo muchas lamentaciones por la agonía del Café Central – Madrid, tan relevante en mi vida. Ahora bien, ya sólo íbamos los cuatro gatos de siempre y algunos extranjeros de paso por Madrid. ¡Menos lamentarse y más apoyo real a la música en vivo y a los locales históricos!” / “El Café Central es una institución, como el Museo del Prado o el acueducto de Segovia”, señala el fulano en su comentario en FB. Y sí, pero no. Vamos a suponer que, un día, llega el iluminado que nunca falta y sale con la idea de derribar el acueducto de Segovia para sustituirlo por un sistema hidráulico de última generación: es de creer que, posiblemente, iría a encontrar alguna resistencia. Por contra, a los munícipes madrileños, que cierre el Central les importa un comino. Y de esos lodos, etc.Recordemos que el Café Central ya pasó por una profunda crisis, en el año 1994, y solo la presencia de Tete Montoliu tocando en solo durante 5 semanas seguidas salvó al local de la bancarrota. Lo siguiente fue el adelanto del horario de los conciertos a las 20:00 h. por orden de la autoridad competente, contraviniendo la normativa de salubridad mental que rigen los clubes de jazz en todo el mundo, menos en Japón. Lo siguiente, el fin de la política de una semana por artista/s, un signo distintivo del local desde el principio de los tiempos. Aún así, el Central sobrevivió. Hasta ayer.

Amantes del Jazz y de nuestro querido club

Como ya ha sido publicado en diferentes medios, nos vemos obligados a decir adiós (de momento) al Café Central. El próximo 12 de octubre será el último día tras 43 años de historia, más de 14.000 conciertos y un millón de espectadores.

A pesar de nuestros continuos esfuerzos, la decisión se produce tras la negativa de la propiedad del inmueble a renovar el contrato de alquiler.

Como bien sabéis, por el Café Central han pasado figuras míticas del jazz nacional e internacional, creando un espacio que ya forma parte de la historia cultural de Madrid y del que estamos profundamente orgullosos.

Como Madrid no puede quedarse sin su Central, desde el café seguimos empeñados en encontrar un nuevo hogar. Por eso hacemos un llamamiento a propuestas al público y empresarios.

Hasta el cierre habrá una programación especial para celebrar su legado y llenar el local de vida y música una última vez.

No estaba muerto, andaba de parranda

El Central muere porque a la gente no le da la gana ir al Central, y porque el jazz, como algunos sospechamos, no es la música adecuada para el momento presente, según pronosticó Carla Bley entreviendo la que se nos venía encima; o porque, lo que hay, es demasiado de lo otro y poco de jazz; o porque al personal, hoy, le cuesta concentrar su atención en lo que sea durante más de 5 minutos, y la música , y el jazz, especialmente, es lo que tienen; o porque los sueños, sueños son.

Y ahí se vienen los indignados evocando la épica del lugar, cada uno a su modo dependiendo de los gustos y lo que uno tiene vivido. Una épica construida a base de sangre, sudor y porros, en un ir y venir de Randy Weston a George Adams/Don Pullen, Tal Farlow, Mal Waldron, Art Farmer, Sam Rivers, George Cables, Tete, Chano, Perico, Colina, López de Guereña & Andreas Prittwitz (y mi hija Sara dando la murga), José Luis Gutiérrez, Javier Krahe…

Pero esta es otra historia.

Oración y cierre

La historia se repite, primero como tragedia, después como farsa (Carlos Marx dixit). Con esto, que el Café Central no es el primer club de jazz que cierra sus puertas por falta de liquidez ¿Alguno recuerda el antiguo Whisky & Jazz de Marqués de Villamagna – Diego de León? Pues eso: el rey ha muerto, de momento, !viva el rey!. Solo que ahora es diferente. No es solo el alquiler, los puestos de trabajo que inevitablemente van a perderse, la oportunidad de trabajo para los artistas en esta ciudad que ya no será, el ventanal al que ya no podremos asomarnos quienes soñamos con un mundo mejor… hay algo más. Algo que tiene que ver con algunas verdades que creíamos inmutables y afectan al ser humano en su condición de tal. Dicho en palabras del comentarista en Facebook,  “nos están robando la vida”. Y de aquellos robos, estos polvos.

Por concluir: el Café Central cierra porque en el Madrid del quítate tú que me pongo yo, es material y epistemológicamente imposible que exista un Café Central. Un Madrid, este del 2025, donde ya no es posible buscar el calor del amor en un bar, porque lo que no hay son bares. Y es ese cambio de paradigma, por emplear el término à la page, que lleva a la excomunión y el desalojo del personal que ocupa espacios apetecibles para el Kapital, sea la franja de Gaza o la plaza del Ángel. En otras palabras: sobramos. Ahora, que venga el listo de turno y erija un resort sobre nuestros despojos.

No te jode.

Tomajazz: Texto y fotografías © Chema García Martínez, 2025

Posdata

“Un total de 48 salas de conciertos de Madrid en Vivo han sido incluidas en el Censo de Patrimonio Cultural del Ayuntamiento de Madrid, en reconocimiento a su valor como espacios fundamentales en la vida cultural y musical de la ciudad. Este importante paso, que subraya el compromiso institucional con la protección y difusión del patrimonio cultural inmaterial, fue celebrado durante la asamblea anual de la asociación con la entrega de una placa conmemorativa a las salas por parte de Marta Rivera de la Cruz, Delegada de Cultura, Turismo y Deporte del Ayuntamiento”. (Boletín de la asociación de salas de conciertos y espectáculos, Madrid en vivo, 9 de julio de 2025)

En la relación de salas reconocidas por su valor como espacios fundamentales de la ciudad, se incluye el Café Central.

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Chema García en Tomajazz

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